Diario de cuarentena: Sábado 28 de marzo de 2020

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Pablo Ariza:

He pedido que me lleven a Florencia y me han respondido que lo importante es querer bien. A alguien, supongo. Estoy viviendo en primera persona eso de la sociedad interconectada. A diario recibimos contenido multimedia desde todas partes del mundo. Ayer se sumó a ‘relatos pandémicos’ la ilustradora Yariela Soto desde Costa Rica. Mi propia prima, perdón por no mencionarla antes, hizo un vídeo contando su odisea para huir de Londres a Bahamas. El paraíso. No solo fiscal. Si ven el vídeo, no nos busquen parecido. Pero les aseguro que somos familia. Doy permiso para estudiar mi ADN. O lo que queda de él después de otro día más de encierro. ¿Se gastará el ADN de estar encerrado? No sé, oigo tantas conspiraciones… Ayer oí que los países que compran a China no están sintiendo los efectos del COVID-19. Esa misma cara se me quedó a mí.

Karen Pinto:

Hoy mis vecinos me han visto por primera vez. Yo los veo a ellos de forma constante: charlan de balcón a balcón, toman el sol, riegan las plantas, limpian el polvo, fuman… Siempre salen al balcón por alguna razón. Pero ellos nunca me habían visto a mí. Hasta hoy. He abierto la cortina de par en par; no suelo hacerlo justamente porque sé que pueden verme (aunque sí que abro la ventana para que entre el aire). Y también he salido al balcón por un buen rato. Como la calle es corta, sentía que los tenía muy cerca. Y todos estaban mirándome como a un bicho raro. Quizá no sabían que una chica vive acá, o quizá se pregunten quién soy y por qué nunca me asomo a la ventana o salgo al balcón ni siquiera para aplaudir, o quizá ni les importe. Elhecho es que hoy todos me han visto extrañados, como a una vampiresa saliendo de su ataúd durante el día, y así me he sentido. He estado a punto de saludarlos, pero no me he atrevido, era muy precipitado para una primera interacción. No sé si llegará el momento en que yo quiera socializar. Por lo general, soy reservada y, para ser sincera, algo solitaria. Me gusta la compañía, pero también disfruto mucho mi soledad. Debe ser porque la soledad es momentánea; cuando es prolongada y sin término definido, debe doler. La prueba está en que no he abierto la cortina y ni he salido al balcón porque haya querido socializar, sino porque hoy he limpiado mi madriguera (habitación) a profundidad y he salido a colgar la ropa, pero no lo he hecho deprisa como siempre. A diferencia de otros días, me he quedado viendo el panorama, como si fuera mi primer día en este piso.

Cirilo Dávila:

Hace unos días me enviaron una copia del folleto editado en Bilbao en 1918 con motivo de la mal llamada ‘gripe española’, que mató a 40 millones de personas en el mundo. En Bilbao fallecieron 869. Este folleto recogía instrucciones profilácticas para evitar que la enfermedad siguiera «causando en su macabra peregrinación nuevas víctimas», así se indicaba entonces.

Uno de los puntos más curiosos que recogían estas instrucciones era el referido a los bulos. Curioso en la medida que si comparamos los efectos nocivos que por entonces se achacaban a los «comentarios exagerados» con los que hoy producen las ‘fake news’ intoxicando sobre todo las redes sociales, el parecido es sorprendente. Cuidado con hacer caso a estas exageraciones, se advertía en ese folleto porque «la fantasía popular se encarga de exagerarlos en grado superlativo».

Cualquier tiempo anterior fue peor, pero hay prácticas de ese pasado que, aunque muden de piel, nos persiguen hasta nuestros días. La desinformación es una de ellas.

Berta Pontes:

Valladolid. Hoy los ánimos no han estado muy arriba. Me he levantado tarde y perezosa. No tenía ganas de hacer nada y eso he hecho: nada. Sofá, pelis y Ónix. La verdad es que apenas he comido pero no por no tener apetito, sino por el vermú que nos hemos metido entre pecho y espalda. La siesta ha sido reparadora y larga, quizá demasiado. Vale, me he pasado. Tres horas es demasiado pero es que no tenía ganas de hacer otra cosa y dormir la siesta me encanta. Espero levantarme mañana con mejor ánimo y con ganas de hacer cosas, aunque me da que las voy a tener que hacer igual.

Intentaré comenzar a redactar el reportaje sobre la iniciativa curiosa que nos han mandado como tarea para el Máster.

Tengo una de un pueblo de al lado del mío, para no variar. Pero es que la cabra tira al monte y yo echo tanto de menos Pesquera estos días que no puedo ni explicarlo. Quizá mañana lo intente.

Gorka Seco:

Hoy se ha confirmado que el estado de alarma nacional se prolonga durante quince días más. Solamente se podrán llevar a cabo las tareas esenciales. Era algo que ya se sabía y que resultaba obvio, pero quizás todavía no soy totalmente consciente de lo que realmente supone esa situación. No es sencillo hacer un ejercicio de imaginación y poder visualizar cómo será el día a día durante los meses inmediatos a que finalice la cuarentena. Cuesta mucho poder imaginarlo, y sobre todo, acertar.

Ana Gil:

He salido a la calle después de ocho días. Los rayos del sol acariciaban mi rostro mientras esperaba en la cola para entrar al supermercado. Creo que ese ratito ha sido uno de los mejores de la cuarentena. Cinco minutos que me han sabido a gloria. El confinamiento saca lo peor de uno mismo y la envidia por mis vecinos se apodera de mí. De la mala. Desde mi alféizar –no tengo balcón– observo cómo toman el sol, desayunan, comen, meriendan, cenan y hasta dan vueltas en círculos para estirar las piernas en su terraza. No puedo más. Lo que daría por treinta minutos allí. Y por ese bronceado incipiente. Pero lo peor es que otros tres domicilios también gozan de este privilegio. ¡Y no la utilizan! Mientras a mí se me ponen los dientes largos, ellos desaprovechan semejante lujo. No lo puedo entender. Solo sé que si algún día me compro una casa tendrá terraza. Jardín también me vale. Y si es lado sur, mejor.

Pablo Sáenz:

Vivo entre dietas. Desde que estamos en cuarentena he comenzado una dieta digital. La dependencia que tenía por revisar las redes sociales cada dos minutos era enfermiza. Por ello, decidí reducir el tiempo de uso del móvil y renunciar a las redes sociales como herramienta de entretenimiento. Por otra parte, sigo acostumbrándome a la vida sin gluten. Desde que me diagnosticaron la celiaquía he tenido que renunciar a muchos hábitos alimenticios y emprender una dieta ‘cero gluten’.

En esta nueva rutina he dicho adiós a muchas cosas: a las cadenas de comida rápida, al uso excesivo de pantallas, a la bollería como opción para matar el hambre y a las redes sociales como recurso para combatir el aburrimiento. Se acabaron los vicios insanos. Cuando acabe esta cuarentena volveré a la dieta del mendigo… ¿No sabes cuál es? Pues ve al gimnasio y después te la digo.

Franklyn Amaya:

Un 28 de marzo de 1981 se inició esta historia de amor, fecha en la que una pareja de enamorados decidió unir sus vidas ante la ley de Dios para amarse y respetarse hasta que la muerte los separe. No todos los tiempos fueron buenos, pues los protagonistas nos relatan momentos de alegría y de tristeza a lo largo de estos años, «porque mantener un matrimonio no es nada fácil». Lo cierto es que hoy en día puedo ver en la cara de mami y papi la alegría de compartir juntos un aniversario más. Y aunque en esta ocasión les haya tocado celebrarlo confinados en casa por culpa del coronavirus, se la han pasado muy bien compartiendo una rica comida al lado de la familia.

Laura Tambo:

Instagram es el nuevo descubrimiento de mi tía. Ella, que apenas hace unos meses no sabía enviar una foto por Whatsapp. Pues oye, que le ha debido de gustar esto de las nuevas aplicaciones porque no veáis el empeño que le pone. Hoy hemos conseguido, por fin, subir la primera foto. Un paisaje de postal, precioso, de un rincón de las Maldivas. Con su agua turquesa y su playa de arena blanca. ¡Quién pudiera estar ahí. Ahora! Pero la realidad es que no estoy en ese archipiélago paradisiaco. Ojalá. Estoy, en Bilbao, en pleno confinamiento, sentada sobra la cama de mi habitación intentando enseñar a mi tía todas las funciones de Instagram. Parece que a los comentarios ya le va cogiendo el tranquillo, pero poco a poco, si será por tiempo. Voy a dejar que trastee un poco más y practique la clase de hoy. Mañana pasaremos a los filtros, que ese ya es otro tema. No sé si de esta saldremos, pero desde luego que en el caso de que sea así, sale toda una ‘instagramer’.

Luis Ramírez:

Esa sensación que no llega a ser preocupación, pero tampoco tranquilidad. Como una piedra alojada entre los pulmones, que no incomoda ni asfixia, pero que inquieta porque está allí, quietecita, donde no debería de estar. No sé si existe una palabra que describa esa emoción. De ser así, debería llevar el prefijo ‘pre’ al inicio, ya que se trata de una situación previa a un hecho que no ha acontecido y que a lo mejor nunca llegue a pasar. Preangustia, tal vez. No, mejor precongoja, más criollo. Me siento ridículo, idiota, hasta avergonzado por este sentimiento; sin embargo, aunque le diga a mi mente que se controle, la mente entra en un dilema filosófico porque se está pidiendo a sí misma que detenga algo que ha creado. Quizá son las dos semanas que llevo en confinamiento el tiempo justo para que este je-ne-sais-quoi haya brotado en mi ser, y la idea de que hoy las suelas de mi calzado pisaran la calle otra vez ha sido el mejor fertilizante. Les sigo contando aquí: https://relatosentiemposdepandemia.wordpress.com/2020/03/28/frontera-encierro/

Iván Benito:

Espero no ser el único con taras por el confinamiento. Sin embargo, estoy descubriendo cosas nuevas. No sabía que ‘Blade Runner’ estaba tan sobrevalorada, pero lo está, como el teletrabajo, las fajitas o el reggaeton. No sabía tampoco qué tenía tanta ropa, no sabía que estaba en tantos grupos de Whatsapp y no sabía que lo que de verdad lleva dentro un español es un presidente del Gobierno, no un seleccionador de fútbol. Hacer quinielas de partidos jugados es muy fácil. Cuando acabe esta caída y empiece la recuperación, habrá daños irreparables. Memoria, solo pido memoria, si es que existe todavía. Solo así podré descubrir nuevas cosas y no olvidarme de las demás.

Irene Echazarreta:

Logroño. Reconozco que hoy he sido un poco multitarea. No sé si habrá sido cosa del café, pero no he parado de hacer cosas desde que me he levantado. Incluso he llegado a perder la noción del tiempo y he retrasado la hora de comida con mis padres, pues he vuelto a hacer de las mías y he conquistado la cocina. Ha sido un no parar, pero mi cuerpo me lo estaba pidiendo. Yo creo que porque echo en la falta de rutina y la actividad diaria a la que estaba acostumbrada en la ‘vida normal’. Veremos qué sucede en los próximos días.

Mikel Huerta:

Santurtzi. Tercer sábado confinado en casa. Hoy me lo ha recordado mi padre. Me decía que ni se acuerda la última vez que cenaba con ellos tres sábados seguidos. Yo tampoco.

A veces me quedo pensando cómo tratarán los libros de Historia esta pandemia. Los verdaderos héroes ya sabemos quiénes son, aquellos que luchan en primera línea contra los virus. Pero a aquellos que lo hacemos en segunda línea quedándonos en casa que tampoco nos quiten mérito. La responsabilidad social y la unión que está demostrando toda la sociedad espero que sirvan como lección para las generaciones venideras. Por desgracia, a nuestros hijos y nietos les contaremos cómo cada día teníamos que lamentar cientos de pérdidas humanas.

Pero también presumiremos de cómo todo el planeta unido actuó en la lucha contra este virus. No como hace ni un siglo. Cuando las personas arrebataron más vidas que cualquier enfermedad. Mucho ánimo a todos y seguimos, que esto va para bingo.

Fernando González:

Tristemente, por mi zona, los aplausos comienzan a ser cada día menos intensos. Los balcones están vacíos a las ocho, las ventanas que estaban abiertas y con la luz de esperanza encendida hace unos días, ahora son oscuras y carecen de brillo.

Ya son dos semanas de estar encerrados en las casa y seguramente sea lo más complicado y angustiante estos días. Lo anormal de estar unos días en casa, comienza a ser una costumbre y una rutina, y eso a todos nos asusta, preocupa.

En mi piso buscamos pasarlo lo mejor posible y hacemos diferentes actividades. Durante el día cada quien va a su rollo, pero por las noches nos encontramos todos para hacer alguna actividad o simplemente platicar. Hoy les he preparado unas fajitas y tacos de res al estilo mexicano o lo más similar.

Aproveché la oportunidad de la comida mexicana para sacar unas de las botellas de tequila blanco que tengo en tierras navarras. Un tequila con herencia familiar de uno de mis mejores colegas. Tequila Hacienda Camarena, un tequila blanco, con cuerpo ligero pero con gran intensidad de sabores.

Sin duda, un mexicano necesita el tequila para sobrevivir. En estos días de cuarentena, seguramente pase de nuevo a degustar los otros tequilas que tengo por acá. Me espera un Tequila Tapatío y Tequila Arete, dos grandes tequilas blancos y que además de disfrutarlos, me traen grandes recuerdos de mi tierra.

Antes de terminar me gustaría aclarar que la gran mayoría de tequilas que se comercializan en España son tequilas de baja calidad, aunque de marcas reconocidas e importantes. Hay que probar uno de calidad para pillarle el gusto.
Saludos!

Oihane Irazu:

Dia 14. Hoy he estado hablando con mi familia andaluza (Cádiz), de cómo están llevando el confinamiento por el sur. «Aquí a las 20 horas aplaudimos y después toda la calle cantamos el himno del Cadiz». Si es que, cómo se lo montan allí abajo, no se aburren ni encerrados.

La verdad que nunca me he sentido gaditana, pero sí que me hace ilusión que una parte de mí sea de esa bonita ciudad. Eso sí, para vivir me quedo con Bilbao sin ninguna duda. En septiembre del año pasado estuvimos allí Mikel y yo, y la verdad que para un par de semanas se está muy bien. Mi tío me contaba algo que les une a todas las provincias de Andalucía, y es el odio a Sevilla. Curioso la verdad. Es como si nosotros junto a Gipuzkoa por ejemplo odiáramos a Álava, no sé, sería extraño.

Y poco más que contar. Bueno sí, que hoy he ido a por unas inyecciones a una farmacia en San Mamés, y al pasar por la parada de Moyúa me ha dado pena no poder bajarme para esperar a Javi 20 minutos en su portal (porque a puntual no le gana nadie, pero eso ya para otro día).

Alba Rodríguez:

Deusto. Hemos hecho una pancarta. La idea ha surgido porque una amiga ha puesto una en su casa junto a alguno de sus dibujos y ha escrito «enseñadme vuestros dibujos». Nos ha parecido gracioso y, la verdad, no tenemos otra cosa mejor que hacer. Así que una bolsa de basura y un rotulador blanco nos ha servido para crear nuestra obra. «Hola vecinos. ¿Nos enseñáis vuestros dibujos?». Esperamos que alguien nos responda, especialmente una familia con niños que nos suele saludar desde el otro lado de la plaza cada noche al acabar los aplausos. Y hablando de los aplausos, a partir de hoy ya no estamos solas porque sí, lo hemos conseguido, hemos logrado lo imposible… ¡Alguien se nos ha unido y ha bailado con nosotras! Eran dos personas en un pequeño balcón del edificio de enfrente y, de verdad, nos ha dado la vida.

Seguimos siendo las locas, pero ahora al menos alguien nos sigue el rollo. A ver si mañana puedo abrir estas líneas contando que la pancarta también ha tenido éxito. Ojalá.

Paula Soroeta:

Los conciertos que nos ofrece nuestro vecino cada noche tras los aplausos ya se han convertido en parte de esta rutina. No suelen durar más de cinco minutos. Pero qué minutos. Son minutos en los que por un instante logramos evadirnos de la realidad. Esa cruda realidad que está ahí fuera. Hoy, Pedro Sánchez ha anunciado nuevas medidas para conseguir frenar la curva del Covid 19. En Italia ya son más de 10.000 los fallecidos y aquí también se van incrementando. Sin embargo, no todo es negativo y es que la cifra de los dados de alta también va en aumento. Así que yo hoy me voy a dormir con este pensamiento. Que si no me vuelvo loca.

Javier Cuesta:

Mucho presumía Marvel de haber creado el mayor ‘crossover’ de la historia en sus últimas dos películas, pero como bien se dice, ‘quien no conoce a Dios, a cualquier santo le reza’. ‘Sálvame’ y política, dos palabras que pocas veces se han dicho en una misma frase. Sin embargo, hoy van de la mano como si de toda la vida se conociesen. Me fascina, a la vez que perturba, este nuevo escenario. Los políticos han visto en la televisión el mejor medio para comunicarse con los ciudadanos y qué mejor que hacerlo a través de uno de los programas más vistos.

España en estado puro. La España de las barras de bar, en las que tanto se habla de la última novia del futbolista de turno como de medidas para lograr la paz mundial. Bueno, puede que lo de la barra del bar en estos momentos no sea muy apropiado, habría que cambiarlo por ¿la cornisa de la ventana? Ver a Jorge Javier Vázquez despedirse de la portavoz del Gobierno para, después, dar paso al debate de ‘Supervivientes’ es simplemente… maravilloso.

Pedro Ontoso:

Todavía no me había quitado las legañas cuando me escribe Pedro José Chacón, profesor de Historia del Pensamiento Político, para preguntarme por mi artículo ‘Ciberleviatán y ciberfascismo’, que César Coca me publica hoy en Territorios. Es un tema que él está investigando en Burdeos, donde le ha pillado el confinamiento. Hacemos bromas de que, por lo menos, puede acompañarlo con buenos vinos franceses.

También me escribe un capellán penitenciario, una de mis fuentes cuando tuve que investigar la reinserción de los presos de ETA. Me envía parte del libro ‘Cinco panes y dos peces’, de monseñor Nguyen van Thuan, un obispo que fue encarcelado por la guerrilla comunista cuanto tomó Saigón (hoy Ciudad Ho Chi Min), acusado de formar parte de un complot entre el Vaticano y el imperialismo yanki. Pasó trece años de cautiverio, nueve de ellos en aislamiento. Luego permaneció otros tres confinado en su casa. ¡Y yo me quejo con sólo dos semanas! . Es un libro evocador sobre la importancia de vivir el momento.

Me he vuelto muy selectivo a la hora de leer, sobre todo ahora que nos bombardean con toneladas de información, muchas de ellas sin contrastar. Me detengo en un artículo de María Daniela Yaccar, que recoge un debate sobre varios autores con la tesis de que el coronavirus podría derribar el capitalismo ahora que ha desnudado las debilidades de la democracia liberal. También se fija en el papel de los medios de comunicación, cuando los gobiernos mantienen el control a través de las mentiras. Cito: «Los medios nos lanzan repetidamente el mensaje de ‘no caigan en el pánico’ y, a continuación, disponen de una serie de datos que nos llevan necesariamente al pánico». Cuando acabe esto también habrá que analizar el papel de los periodistas.

César Coca:

La ya habitual comparecencia televisiva de los sábados a cargo de Pedro Sánchez nos trajo una noticia que, de tan filtrada, ya no sorprendió a casi nadie: que se endurece el confinamiento. Lo que significa, por si alguien no se había dado cuenta aún, que el encierro continuará más allá del 11 de abril, que de momento es la fecha final. Porque no tendría ningún sentido extremar la medida hasta tres días antes y abrir la puerta de par en par de forma inmediata.

Por lo demás, otro sábado extraño, con una vida como a cámara lenta –obligada además por mi espalda–, con horas de lectura, televisión y luego otra película clásica, que con la estética de un western en realidad es una tragedia griega con todas las de la ley. Una película, y aquí propongo un juego, con la que Adolfo Suárez jugó una baza crucial la noche anterior a las elecciones de 1979. Gracias a sus influencias en TVE (además de todo había sido su director general) la primera cadena, como se la llamaba entonces, cambió la película prevista y emitió esta, que lanza un mensaje sobre la derecha, la izquierda y el centro muy claro. ¿Alguien sabe de qué película hablo?

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.

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