Diario de cuarentena: Domingo 10 de mayo de 2020

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Pablo Ariza:

Escribo delirando un poco. A media tarde he empezado a encontrarme regular, mal cuerpo. Esa sensación que tenemos a veces de que algo no marcha bien. Conozco la causa, creo. Al mediodía salí a la tienda del barrio a comprar varias cosas que hacían falta en casa. Empezó a llover, ahí empezó todo. No llevaba paraguas y yo ya notaba que a mi cuerpo no le estaba sentando muy bien esas gotas calando en mi atuendo dominguero. Quizá no sea eso y se me pase con unas horas de sueño. Puede ser que el ‘culpable’ sea el uso de pantallas durante el confinamiento, aunque hoy se ha visto reducido. No sé, disculpen si voy cambiando cada poco la razón. Ibuprofeno antes de rematar estas líneas y mañana, cuando usted lea esto, seguro que ya estoy grabando de nuevo el podcast con Luis. Qué pena da pensar que ‘RTP’ va llegando a su fin, pero qué alegría porque dije el primer día que lo mejor del proyecto sería que acabase porque significaría que volvemos a la casilla de salida. O de entrada, según se mire.

Karen Pinto:

Hoy se celebra el día de la madre en América. En el sur, sobre todo, es un día muy importante, en varios países es casi como una fiesta nacional. Una vez un amigo vasco me dijo que aquí los días de la madre y del padre, con el tiempo, han dejado de ser importantes y que ahora apenas se celebran, en especial el segundo. A mí me parece muy curioso porque en Latinoamérica esos días son muy importantes. Se les hace serenatas y fiestas con bailes o mariachis a las madres, y en cada región pueden variar las costumbres, pero en todas partes se les rinde un culto importante. El día del padre, en cambio, se celebra con algo menos de fervor, aunque sigue siendo una fecha relevante, no como acá. A lo largo de mi vida el día del padre ha tenido un significado más especial, lo he celebrado sin falta todos los años, el que más recuerdo fue hace tres años en México: mi papá y yo estábamos solos y decidimos ir a un restaurante espectacular, le cantaron y todo, claro, eso lo pedí yo. Pasamos toda la tarde comiendo rico y tomando micheladas por su día; aún estando solos aquella fue una de las celebraciones que más le ha gustado. En fin, hoy ha sido un día de enviar mis felicitaciones a las madres de mi entorno.

Cirilo Dávila:

Leo hoy domingo que el Guggenheim abrirá el 1 de junio y que el Museo de Bellas Artes espera la decisión de las instituciones para marcar una fecha de apertura. Desde pequeño me ha gustado ir a los museos. Una afición que fui cultivando a medida que mi abuelo me llevaba de la mano a distintos centros. Recuerdo que el Arqueológico de Madrid me fascinó y el Naval espoleó mi imaginación.

Cuando tiempo después me enganchó la lectura de los libros de Patrick O’Brien pensé que mi afición a la literatura naval tuvo su semilla en aquellas visitas ¡Quién me diría que terminaría navegando por el Atlántico en la goleta ‘Endeavour’! réplica de la que utilizó Jame Cook para descubrir el continente austral.

Uno de los motivos que estimulaban las entrevistas que me obligaban a desplazarme a Madrid era que aprovechaba la tarde de la cita, tras cumplir con el rigor periodístico, para escaparme al Museo del Prado. Por muchas veces que he ido, tengo la impresión de que nunca llegaré a conocerlo del todo. Como el gato, tendría que vivir siete vidas para conseguirlo. Me conformo, así pues, con coleccionar instantes. En Londres busqué ‘La venus del espejo’ de Velázquez y en Viena no paré hasta estar delante de mi admirado Brueghel ‘el Viejo’. Mis compañeros de la selección olímpica de remo, con los que estaba en la capital austríaca, ya por entonces me daban por un lobo estepario, a mi bola.

Por eso, al leer hoy que nuestros principales museos volverán en breve a la actividad, aunque sea al ralentí, he sentido que casi ya tocamos con las yemas de los dedos la vuelta a normalidad. Sé que lo digo con más ilusión que certeza porque hay cierta anarquía en la desescalada. En fin, como dijo el otro día un agente local en Galdakao, «que sea lo que Dios quiera».

Berta Pontes:

Valladolid. La verdad es que hoy ha sido de esos días en los que no ha ocurrido nada interesante. Me he despertado tarde y, tras un buen desayuno, no tenía ganas de hacer mucho. El sofá ha sido mi gran aliado y las cintas para el pelo que estamos haciendo han hecho que el día se pase rápido. Bueno, y la siesta de dos horas que me he echado. Ónix no entiende qué pasa cuando duermo tanto y decide despertarme, pero lo hace de una forma muy poco sutil: se deja caer con sus 32 kilos sobre mí. No, no es agradable y algún día me romperá una costilla, pero le quiero igual.

Gorka Seco:

Lo de anoche fue impresionante. ¡Qué cantidad de truenos! Hacía mucho tiempo que no escuchaba semejantes estruendos con tanta asiduidad. Hay ratos, bastantes en realidad, en los que uno agradece estar en casa. Protegido y con los más cercanos.

Por cierto, otro día más sin paseo. Bueno, sin tener en cuenta el trayecto que he recorrido al ir a por el pan. La verdad que hoy no apetecía en exceso. El mal tiempo quitaba las ganas de salir. Y creo que no he sido el único al que la lluvia y el frío le han cambiado los planes.

Ana Gil:

La incertidumbre sigue siendo la gran protagonista. Hoy hablaba con mi amiga María, a quien le suspendieron la oposición a dos días de presentarse. Ahora tiene una nueva fecha y la inquietud y las dudas vuelven a aparecer. Cada uno en sus circunstancias, pero todos tenemos algo que nos preocupa. El futuro es más incierto que nunca y los planes profesionales y personales se han ido al garete. En mi cabeza revolotean las diferentes posibilidades que tendré en los próximos meses. La pandemia me ha pillado a mitad de un Máster y en un época crucial para mi futuro laboral. Parece que dentro de la situación extraordinaria, podremos seguir adelante con nuestras prácticas. Alivio. Siempre me he adaptado muy bien a los cambios. Llevo cinco años viviendo fuera de casa y he vivido situaciones de lo más variopintas. He de reconocer que la posibilidad de tener que mudarme en medio de este embrollo me tiene bastante preocupada. Que todo sea eso en esta vida.

Pablo Sáenz:

A lo largo del confinamiento he hecho muchas fotos con mi 35mm. Esta tarde he echado un vistazo al carrete y los meses se me han echado encima. No sé si lo recordáis, pero cuando empezó la cuarentena íbamos a hacer la compra con jersey y cazadora, llovía, hacía frío y los árboles estaban desnudos. Era invierno.

Ahora, más cerca del verano que del invierno, ya hemos hecho el cambio de armarios. Hemos guardado los abrigos y hemos desempolvado las bermudas y las camisas de lino. Ahora las verdes copas de los árboles no nos dejan ver qué pasa ahí abajo, en los parques y las aceras.

No dejo de pensar en las anécdotas o en los detalles que recordaremos el día de mañana. Me imagino algunas: ¿os acordáis de cuando los ‘runners’ y los perros se hicieron dueños de las calles? ¿Y de cuando nos robaron la primavera? ¿Y de cuando…? Cuando todo esto acabe, habrá mucho que contar.

Franklyn Amaya:

Qué alegría ha sido ver la cara de sorpresa que ha puesto mi madre al ver que todos sus hijos, nueras, nietos y esposo, estaban reunidos en un solo salón para felicitarla en el día de las madres. No en persona, como todos hubiésemos querido; en este caso nos tuvimos que conformar con una vídeo llamada por medio de la aplicación Zoom que tan necesaria se ha convertido en estos tiempos de pandemia. Ha sido una tarde bastante entretenida, las bromas entre hermanos, los recuerdos de la infancia, las gracias de los nietos y las palabras de felicitación de cada uno, le pusieron el ambiente a las más de dos horas de conversación, que a pesar de las distancias que no separan, nos hizo sentir que después de mucho tiempo, pudimos estar juntos de nuevo.

Laura Tambo:

Mi hermana es monitoria en el centro juvenil Oldarra. Empezó hace unos años como chavala, y decidió continuar su andadura subiendo otro escalón. Cada fin de semana preparan actividades para que los niños de entre ocho y doce años puedan disfrutar y hacer amistades nuevas. Como la situación en la que estamos les impedía llevar a cabo el calendario que estaba planeado durante estos meses, han decidido hacer una yincana virtual. Marta era la encargada de pensar las diferentes pruebas, grabarlas y explicárselas a todos los que han querido participar. Pero claro, dos cabezas siempre piensan más que una. Así que ahí estábamos las dos, probando los retos más virales. Hay que ver lo fácil que parece y lo habilidoso que en realidad tienes que ser para clavarlo. O eso, o es que nosotras somos muy torpes, que tampoco lo descarto.

Luis Ramírez:

Que llueva todo lo que tenga que llover estos días de encierro para que, cuando vaya a salir, no me llueva a mí. Yo parezco tonto con esta cantaleta, pero es que en serio nunca había estado en un lugar donde el cielo estuviera tan roto como en Bilbao. Y tengo más de 10 años de vivir en San José, donde hay aguaceros unas tardes y las otras también. Me imagino que será parte del encanto del que yo no me siento cautivado aún. Otro detalle, aquí no llueve con normalidad, caen unas gotitas necias, pelos de gatos como le llamamos en mi país, que empapan peor que un torrencial. Por cierto, recientemente escuché cómo suenan los truenos en este continente, les arruino la no-sorpresa, retumban igual que en el trópico.

Iván Benito:

He incumplido el distanciamiento social.

Los domingos me gusta ir por el pan porque la ubicación de la panadería abierta más cercana me permite darme un paseo. En mi calle me he cruzado con dos niños con sus padres y un hombre mayor con su taca taca. Inevitablemente, mi mente quería recordar a todos esos ancianos que todavía no han podido trasladarse a los pueblos. Enseguida, algo ha interrumpido mis pensamientos. ¡Puuum! Me giro y me encuentro al señor boca abajo contra el suelo y su andador avanzando en solitario. Vuelvo atrás sobre mis pasos y compruebo que Antonio está vivo. No lo tenía del todo claro según me acercaba a la carrera. No se movía nada y estaba muy rígido. Sangraba por varios puntos de la cara, pero fruncía el ceño. Estaba vivo. A nuestro alrededor ha aparecido más gente. Ya han llamado al 112, y me han pasado pañuelos con los que limpiarle la cara. No tarda en aparecer su hijo, que me reemplaza en las tareas de rescate. Al verle montar en la ambulancia, creo que he podido leerle la mente. No se explicaba por qué la vida le ponía esta prueba en el peor momento. Pero estaba vivo.

Irene Echazarreta:

Logroño. Agradezco tener un día tranquilo. Una tregua con mi agenda y con mi correo electrónico. Una sensación de irme a la cama la noche anterior sin presión y levantarme sin angustia, sabiendo que quedan pocas obligaciones por cumplir. Descubrir que tengo tiempo para mí misma. Para sumergirme en la música. Para pensar. Para reflexionar sobre las continuas vueltas que da la vida y, por qué no, sobre las decisiones tomadas. Esas que tanto nos alegran, mientras que otras tantas nos atormentan. Pero también para recuperar viejas preocupaciones e intentar buscar una solución mental. De esas que relajan, al menos, durante un corto periodo de tiempo.

Mikel Huerta:

Santurtzi. Tras el tan decepcionante día de ayer, hoy ha tocado un día desconcertante. Y eso que me ha alegrado mucho leer a Oihane en el periódico, pero el ánimo no acompañaba. Desde primera hora las conversaciones con amigos y familiares sobre la salida de mañana han sido continuas. He intentado evadirme con los quehaceres del Máster, pero los debates que surgían en las redes sociales me absorbían. Ha tocado asimilar la situación y tener claro que es lo más comprensible en busca del bien común, aunque, en el fondo, mi parte más egoista esperaba una rectificación o matización más amplia sobre la movilidad entre municipios. Información que no ha llegado hasta pasada la medianoche, cuando se ha confirmado lo esperado, aunque con cierta falta de claridad.

A pesar de cualquier cosa, la prudencia y precaución, al igual que durante toda la pandemia, siguen siendo lo principal. Como a la hora de salir a hacer deporte. Por lo menos ahora con la peatonalización de Santurtzi nos han puesto bastante fácil eso de acatar las medidas recomendadas. El paseo del puerto lo han separado en un camino de ida y otro de vuelta. Resulta peculiar ver de esa manera la zona. Pero se agradece para hacer deporte y para reducir el contacto. Aún así hay gente que no respeta las indicaciones y lo paga. Hoy me he enterado de que ayer sancionaron a dos cuadrillas santurtziarras por ir en un grupo con multas de 1.500 euros. Mañana nueva fase, pero sin bajar la guardia. Después de tanto tiempo es una mezcla de sensaciones raras de cara a esa porción de libertad. Y con muchas dudas. Eso sí, una cañita en una terraza no me la quita nadie.

Fernando González:

Hoy, en México se celebra el día de las madres. Un día que en mi país se festeja por todo lo alto. Este año será diferente. Esta maldita pandemia arruinará las fiestas y convivios para festejar a las mamás. Tuve que enlazarme por videollamada con mi hermana y dar un abrazo a la distancia. Me enoja, frustra y agobia el hecho de aún no conocer a mi segundo sobrino, Ignacio. En Semana Santa debía de conocerlo.

Como les comenté ayer, fue el turno de ver el capítulo que habla de la selección española en los Mundiales de fútbol. En esta ocasión a diferencia de los otros capítulos, se centra en la era moderna del fútbol español. Y la generación de futbolistas que consiguió las dos Eurocopas y el Mundial entre el 2008 y 2012.

Recuerdo el día de la final del Mundial, me encontraba de vacaciones en la playa de Lo de Marcos y todos los presentes apostaban en contra de España. Yo, en cambio, desde que arrancó la competencia, los propuse como candidatos número uno al título. Todavía retumba en mi cabeza el grito de gol y posterior salto a la piscina para festejar tras la anotación de Andrés Iniesta. Mi cercanía con esa selección sin duda fue por la alta representación del Barça en ese combinado. Xavi, Iniesta, Puyol, Pedro, Busquets, Valdés y Piqué fueron la base de ese equipo que maravilló al mundo.

En 2006-2007 con la explosión de Ronaldinho y Rafael Márquez en el Barcelona fue que surgió mi cariño por esos colores, ver a un mexicano triunfar en el máximo nivel me llenó de orgullo y a partir de esos años nunca he dejado de apoyar al equipo culé.

Oihane Irazu:

El BOPV se publica a medianoche y con ‘recomendación’ de no salir del municipio. Bien. ¿Y ahora qué? Por lo que he leído, (hoy he descubierto al socialista Denis Itxaso), no se podrá multar económicamente a quien se desplace de municipio. Me gustaría tener una respuesta aunque sea durante el día de hoy. Qué incompetencia el GV… hace 5 semanas Arantxa Tapia se quejaba a las 20:00 de que el BOE no había publicado aún las medidas que se aplicarían al dia siguiente. Y el BOPV sale a las 00:03, ahí al límite. Qué gestión y qué incompetencia, señor Urkullu. Por no hablar de que las salidas ilimitadas están permitidas si vas a un comercio o a una terraza. Vamos, si vas a consumir. A un parque a beber unas cervezas no puedes ir. Qué coraje, como dirían por el sur.

Alba Rodríguez:

Deusto. Nunca me ha gustado el silencio ensordecedor de los pueblos, y eso que cuando era niña solía pasar cada verano en uno perdido en los Picos de Europa. Pero incluso entonces me gustaba más la ciudad con sus constantes sonidos. Ahora que mi vida está en pausa, estos ruidos cotidianos me reconfortan, me aseguran que la vida fuera de las cuatro paredes de mi pequeño piso bilbaíno sigue su curso, aunque sea sin mí. Al principio de la cuarentena se nos privó de esos sonidos, todo era silencio e incertidumbre, pero con esfuerzo hemos llegado a un punto en el que las calles vuelven a estar concurridas (aunque siga siendo a dos metros de distancia y con las precauciones necesarias). El ruido ha regresado, esperemos que sea para quedarse.

Paula Soroeta:

Nada interesante hoy. He estado acabando trabajos y poco más. He terminado el perfil, lo he hecho de Matt Le Blanc el actor que interpreta a Joey Tribbiani en ‘Friends’. Como ya he dicho en este diario alguna vez, es mi serie favorita así que me ha gustado mucho escribir sobre uno de ellos y conocerle mejor. Me sorprende mucho cómo nos agredecen los familiares de las víctimas el trabajo que estamos haciendo. Da gusto ver a gente así. Mañana comenzamos una nueva etapa, a ver qué tal nos va.

Javier Cuesta:

Mañana damos un paso gigante en la desescalada. A partir del lunes podremos salir a tomar un café a cualquier hora del día. Estoy algo nervioso, lo he echado mucho de menos. Sin embargo, he sabido llevar bien el no ver a los amigos, puede que porque ya esté acostumbrado a esa sensación. De haber estudiado fuera aprendí a mantener relaciones a distancia y que, al volver, todo siguiera igual. Es un poco lo que siento ahora, incluso más, como si hubiera pasado un fin de semana muy largo, eterno, y por fin llegara el lunes. La poca actividad de estos meses ha hecho que en mi recuerdo se interprete como un periodo largo y corto a la vez, largo durante el confinamiento, pero corto desde la distancia.

Pedro Ontoso:

Les juro que a estas alturas de la noche, las 22.50 horas, todavía no me he enterado de lo que puedo hacer mañana, con la entrada en vigor de la primera fase. La bronca entre la peña que firma los comentarios en las informaciones de El Correo Digital es monumental, impulsada por su cabreo. El Gobierno vasco criticó al de Madrid porque las normas para el arranque empresarial se publicaron de madrugada. Pues ahora ocurre lo mismo. Y en menos de 48 horas se han cambiado las medidas. O yo o el caos, amenazaba un político. ¡El caos, el caos!, preferían los ciudadanos. Mi amigo Galende se queja de que no puede pasar a Leioa, colindante con Getxo, donde él vive, para ver a su nieto, salvo que pase corriendo, en bici o a caballo (perdón, Irene). Y le entiendo. Se puede acercar hasta la muga y ver a su familia al otro lado, como ocurría en el Berlín de la Guerra Fría. Sí, es un poco exagerado, pero es que estoy hasta las pelotas de tanto incompetente.

En cualquier caso, tengo serias dudas sobre esta velocidad. Y me aterra volver a la casilla de salida después de tanto sacrificio. Un amigo asturiano me pasa un mensaje en el que se comenta que el mayor peligro de los montañeros que ascienden al K-2 es cuando hacen cima e inician el descenso. La desescalada. Y advierte de no perder la concentración para no permitir que el cansancio y las prisas echen por tierra lo ya conseguido. El objetivo es regresar al campo base sin perder a ningún miembro más de la cordada. Pues eso.

César Coca:

Si exceptúamos una salida a las nueve y pico de la mañana a por el periódico, creo que no habré caminado cincuenta metros en todo el día. Ni he tenido tiempo tampoco de pedalear un rato en la estática. Eso significa que esta noche dormiré mal y mañana estaré un poco zombi. Pero es lo que hay.

Alguien me preguntaba hace unos días qué música estaba escuchando durante el encierro. Voy a confesar una cosa: creo que en ningún momento de mi vida he escuchado menos música que en estos dos meses. Por dificultad para concentrarme y disfrutarla, por no haber encontrado el momento justo (yo no soy de los que la escuchan todo el rato), porque he estado bastante ocupado (y no puedo compatibilizarlo con el trabajo: o una cosa o la otra), o por lo que sea, pero lo cierto es que debo poner varios discos que tengo para un reportaje y ahí están, con su celofán intacto, mirándome desde la mesa.

También estoy leyendo menos, pero no es lo mismo. No tengo la hora de metro (y eso son al menos 50 páginas) de cada día de la época ‘normal’ de manera que el tiempo que ahora dedico a la lectura es el que antes añadía a esa hora. Y noto la diferencia, claro, pero más o menos sigo a un ritmo de libro por semana. Espero que lleguen tiempos mejores, aunque como no se está publicando nada no siento la presión de las novedades.

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.

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