Diario de cuarentena: Domingo 17 de mayo de 2020

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Pablo Ariza:

Este domingo se celebraba la última cita de la España de los balcones que más me ha representado. La del aplauso. Siempre a las 20:00, aunque algunos pusieron de moda empezar unos minutos antes, a las 19:58. Nunca hemos sido un pueblo puntual, o eso dicen. Discrepo. Lo de esta tarde era ‘el gran aplauso’. «Espero que no tardemos años en volver a vernos», nos decía la vecina del bloque de enfrente. Reivindiquemos conocer a nuestros vecinos. Se supone que se acabó, que poco a poco iremos volviendo al frenesí. A no pararnos a pensar. Otra vez, qué pena. A mí me hubiera gustado experimentar lo que es vivir en una corrala. Vecinos, uníos y… no tengo el discurso preparado porque solo es un sueño. Me da pereza pensar en que el mundo tome otra vez velocidad de crucero. Nada tiene que ver con la reactivación de la economía, conste en acta. Con eso estoy de acuerdo, hay que hacerlo cuanto antes. Pero repito, qué pereza, querido lector. Ahí queda mi último aplauso.

Karen Pinto:

A la una de la mañana he parado mi lectura porque he sentido la necesidad de escribir que disfruto mucho leyendo las vivencias de Liz Norton, Pelletier (el francés), Espinoza (el español) y Moroni (el italiano). Me he reído varias veces, rápido y fuerte. He abierto mis ojazos y he alzado mi ceja derecha, también varias veces, por la sorpresa que me han generado algunas partes del texto, y, por lo tanto, he tenido mucha intriga, después de leer el número exacto de párrafos antes de que se me ocurra parar con la lectura. He leído en el comedor de la cocina porque hay muy buena luz gracias a una de esas lámparas alargadas y blancas, por descansar de mi habitación, y por leer sentada con mi libro apoyado en una mesa. No lo hago en la sala porque hay una luz amarilla tenue y mi algo atrofiada vista necesita de mucha iluminación.

He continuado mi lectura y después de una media hora me ha llamado Dani, mi novio el bilbaíno. Allí en Colombia son siete horas menos, así que ha sido su hora perfecta para llamarme en un domingo. Hemos conversado por videollamada algunos minutos y –muy entusiasmada– le he recomendado ‘2666’, le ha llamado tanto la atención que lo ha comprado en formato de ebook en ese mismo momento. La verdad, ya sabía que no lo había leído, y él ya sabía que yo lo había comprado, pero en su momento, cuando lo supe, me sorprendió bastante porque él es de las personas que conozco que más leen, desde luego, porque es escritor. Él me ha recomendado algunos otros libros que ya los tengo en mi kindle. Hemos colgado, me he cepillado los dientes, lavado la cara y puesto crema posteriormente, y me he venido a la habitación a seguir leyendo, disfrutando de este viaje con mis cuatro amigos, y con mis (fatales) ganas de ser Liz en estos momentos.

Cirilo Dávila:

No hay nada como empezar el día de tu cumpleaños con un pequeño homenaje. Así que he cogido mi compañera de fatigas, la bici, para sentirme tan vivo como ayer, con un año más. A los txirrindularis el toque de diana nos pone en pie casi de madrugada, así que la restricción por horarios nos acorta la vuelta, pero no la ida. De Enekuri hacia el Vivero, multitud de gente subía desde la colindante Villa en una transitada ruta del colesterol.

No sé si antes había tanta gente practicando deporte o es que ahora se ha disparado la densidad por metro cuadrado por exigencias de decreto. Algunos van sin apenas levantar la cabeza, con la respiración entrecortada, como si no hubiera un mañana. Son los afectados por el virus dominguero, los que en casa hablan del reposo del guerrero.

De vuelta a casa, ha tocado responder a los mensajes de las amistades. Siempre hay alguno que te sorprende porque lo tenías casi olvidado en el desván de un tiempo pasado. Es grato reencontrarse con ellos, señal de que no has dejado muchos damnificados en el camino. Las amistades son como las mareas vivas, van y vienen. Solo los tesoros permanecen. Por eso, suelo ir con ligero equipaje.

La celebración familiar alrededor de la mesa ha sido la guinda del pastel, el punto de apoyo que da más sentido al día. Es ese momento en el que te toca la varita de la felicidad y te sientes dichoso. Es cuando el mundanal ruido pierde relevancia y te das cuenta de que lo verdaderamente importante está contigo sin necesidad de contarlo ni pesarlo porque, como decía Anthony Quinn, en ‘Zorba, el griego’, «solo los científicos y los tenderos lo pesan todo».

Berta Pontes:

Valladolid. De verdad que no entiendo cómo hay gente tan inconsciente como para salir a la calle a manifestarse. Con la que está cayendo… Y lo peor es que se engalanan con la bandera que también me representa a mí, porque soy española, y la utilizan para fines políticos que lo único que hacen es romper la unión del pueblo. Cuando debería ser para lo contrario. Hoy, aquí, ha habido una macro manifestación en una de las principales avenidas. Todos iban con sus banderas y sus cacerolas para, sin preocuparse por la distancia de seguridad, gritar contra el Gobierno. Está muy bien manifestarse cuando quieres que las cosas cambien, pero no creo que sea el mejor momento para ello. Y luego que nos llaman ‘fachadolid’…

Gorka Seco:

Hoy ha sido un día especial. El trabajo de estos últimos días se ha visto reflejado en el cuadernillo que ha sacado el diario EL CORREO. Un IN MENORIAM que homenajea a todas esas personas fallecidas por el coronavirus y que pone nombres, apellidos e historias a cada una de ellas.

El trabajo ha sido muy grande, en especial de los que se han encargado de organizarlo. Pero creo tambien que es un detalle muy especial que ha posibilitado que muchos familiares puedan rendir un gran homenaje por aquellas personas que tanto querían.

Ana Gil:

El intento frustrado de ir a una terraza. Hoy ha sido el cumpleaños de María, compañera de la Universidad y ahora amiga fundamental. Es de esas personas que proyectan luz. Con las que aprendes, creces y siempre dirá que sí a un buen plan o fiesta. Vaya, la amistad. Por primera vez después de más de dos meses iba a quedar con alguien. El plan se ha ido al garete. Todas las terrazas estaban llenas y por lo visto, muchas de ellas ni cumplen las medidas de seguridad. No vamos a ponernos en riesgo, es innecesario. Lo hemos intentado un par de veces, pero nada. Entre tanto, María se ha hecho daño en el pie y ni tan siquiera podía andar con los zapatos que llevaba. Un desastre. Así que si todo va bien, mañana quedaremos para pasear, esta vez con deportivas y sin cervezas de por medio. Ya habrá tiempo para eso.

Pablo Sáenz:

Este domingo hemos aplaudido por última vez. Al menos, eso dicen. Esa ha sido la gran novedad de hoy. El día ha transcurrido entre charlas con la familia y con los amigos del pueblo. Los Zanguangos –nuestro nombre de cuadrilla– estamos deseando juntarnos todos de nuevo. Estamos un poco dispersos: Bilbao, Zaragoza, Irlanda, Hungría… los demás ya han vuelto al pueblo. Yo formo parte de la resistencia. ¡Kaixo Zanguangos! En nada nos vemos, chachos.

Franklyn Amaya:

Todavía no recuerdo cuándo fue la última vez que esperé con tantas ansias a que llegara una fecha en específico, seguramente esa última vez fue esperando algún partido de fútbol importante. Lo cierto es que este domingo ha vuelto ese sentimiento que tenía tiempo de no experimentar, solo que en esta ocasión ha sido por el deseo de ver impreso en las páginas de un diario el trabajo en equipo que realizamos todos los compañeros del Máster, un homenaje dedicado a tantas personas que fallecieron a causa del coronavirus. Qué gratificante es poder recibir las felicitaciones de las familias afectadas por esta situación; qué gratificante es ser parte de un proyecto que le regala una pequeña dosis de alegría a estas familias que sufren la pérdida de un ser querido.

Laura Tambo:

Hoy ha salido el suplemento de las víctimas homenajeadas en El Correo. Ha sido gratificante y emocionante ver la buena acogida que ha tenido entre los lectores. Ahora, las familias guardarán para siempre este último recuerdo con ese mensaje de despedida. Estoy feliz por haber podido participar junto con mis compañeros en un proyecto tan humano lleno de sensibilidad y empatía. Pero sobre todo por recibir tantas muestras de agradecimiento que llegaban desde el corazón. Por cosas como esta, sé porque me gusta esta profesión. Y aunque a veces te encuentres con gente un poco menos agradable de lo que te gustaría, otras lo compensan. Así que puedo decir que cierro la semana con un buen sabor de boca para dar comienzo a una nueva, que espero que sea igual o mejor que la que dejamos atrás.

Luis Ramírez:

Salí a comprar un ejemplar de El Correo. Hoy venía un tributo a las víctimas de la pandemia en Euskadi. En realidad, compré dos: uno se lo queda el de Antequera y otro se va para Extremadura. La madre que perdió a su hijo de 36 años, el más joven de las personas que aparecen en el especial. Me comprometí a enviárselo para que tuviera ese recuerdo que la acompañe en su dolor. Ni todas las planas que salgan de las rotativas del mundo entero podrán componer su corazón lleno de agujeros, pero al menos cada vez que vea la fotografía de su hijo en el papel podrá evocar los momentos felices que vivió a su lado.

Iván Benito:

Me siento en un 22 de diciembre constante. Ese día se celebra el sorteo de la lotería de Navidad y el país parece contagiado por la felicidad, aunque sea por las vacaciones. A algunos les toca el premio y los medios se hacen eco de esa alegría. A mí siempre me ha tocado observarles con envidia desde el salón de mi casa, en una situación muy parecida a la de estos días. A mi madre ese día no suele gustarle. Se da cuenta de que ha gastado dinero para nada. Yo, que de pequeño no hacía más que gastar euros en cromos, poco le puedo reprochar. Si algo le gustaba a ella del confinamiento era que no había deporte en la televisión. Creo que ganaría el concurso de personas que más partidos ha visto sin gustarle el fútbol. Así que hoy, cada uno a su manera, tampoco nos ha tocado el gordo.

Irene Echazarreta:

Logroño. Necesitaba unos días para descansar después de tanto alboroto. Días de disfrutar del tiempo haciendo lo que quiero. De dormir un poquito. De cuidar a More. De pasearla y de ver cómo revolotean los pájaros mientras estamos juntas. De ver una serie con mi novio. De sonreír. Y mucho.

Mikel Huerta:

Santurtzi. Hacía tiempo que no me despertaba con tanta ilusión como hoy. La sensación al levantarme ha sido como si del Día de Reyes se tratase. Pegar un brinco de la cama y rápidamente ir a ver los regalos. Esta vez se trataba más de un regalo nuestro a otras personas, pero qué ilusión más grande me ha dado ver nuestro gran trabajo impreso. La primera vez que hago o colaboro con una publicación en periódico. Y qué satisfacción. Por lo demás el día ha tenido lo habitual de los domingos: poteo, buena comida y buena compañía. Qué más pedir a un día que quedará para el recuerdo.

Fernando González:

Después de más de dos meses comiendo en casa, hoy, por fin, lo he hecho en otro sitio. Nos han invitado a comer las tías de mi pareja. La verdad es que fue hasta raro ver distintos rostros a los tres habituales del piso. Esa sensación extraña de no poder saludar a las personas como se debe y ese momento incomodo de decir ‘hola’ sin tener contacto alguno. La comida, espectacular. Esa merluza en salsa estaba de rechupete. Eso sí, al momento de buscar una terraza para el tomar aperitivo fue imposible encontrar sitio disponible.

Hemos decidido empezar a ver toda la saga de ‘Star Wars’, la verdad es que no sabemos en qué orden hay que verlas para entender al 100%. Si alguien sabe, le agradecería su recomendación.
Esta semana es de cumpleaños, a ver qué tal va todo.

Oihane Irazu:

Día muy completo, con buena comida y buena compañía. Mañana día de preparar las maletas para ir a Mundaka. La verdad que no me lo creo, por fin. Además se espera una semana de 30 grados en Bizkaia, y aunque no se pueda ir a la playa, una vuelta en el barco de mi tío nos daremos, seguro. Echaré de menos a mi gato, pero un poco de descanso después de dos meses sin separarnos nos vendrá bien.

Alba Rodríguez:

Deusto. Día de amigas, balcón, sidra y canciones. Día de cantar a todo pulmón desde la terraza para que las caras incrédulas y tapadas por mascarillas de los transeúntes se giren a mirarnos. Día de componer canciones juntas para nuestro futuro grupo de música que, por cierto, ya va viento en popa y cada vez está más encauzado. Para Elena ha sido incluso día de probar cosas nuevas, en este caso aprender a tocar el ukelele (o al menos cuatro acordes y un ritmo base que, para ser su primera vez, no se le ha dado nada mal). En definitiva, día de los buenos, de los divertidos, de los de desfogar y de los que necesitamos ahora mismo. Día de los que sí recordaré durante mucho tiempo.

Paula Soroeta:

Qué bien cuando todo sigue igual de bien que siempre. Hoy por fin he visto a mis amigos y la verdad es que no parecía que hiciera tanto tiempo desde que nos veíamos. Ha sido tan guay reencontrarnos. Necesitaba volver a verlos y estar con ellos. La comida se me ha hecho demasiado corta, es lo que ocurre cuando estás tan bien, que el tiempo vuela. También hemos hablado de viajes en verano a casas rurales, qué ganas tengo de eso.

Javier Cuesta:

Mañana comienza una nueva fase de la desescalada, pero también de nuestra vida. A partir de mañana podremos movernos de municipio o ir a segundas residencias, una libertad más que ansiada. Aún queda mucho por recorrer, pero la vuelta a la normalidad cada vez es más palpable. Y mientras nos dirigimos a ella, no podemos olvidar a aquellos que se han quedado atrás. Hoy en El Correo se ha publicado el especial que hemos hecho en el Máster sobre las víctimas. Las palabras de agradecimiento de los familiares ha hecho que haya merecido la pena. Un trabajo que hemos hecho en equipo y que hubiera sido imposible sin Irene y Cirilo, que han sabido llevar el barco como nadie. En definitiva, un buen trabajo que se ha visto recompensado con creces.

Pedro Ontoso:

La nueva normalidad está desactivando mecanismos de la cuarentena. A las ocho de la tarde apenas oigo ya aplausos en mi zona. Se han ido apagando lentamente a medida que se ha ido abriendo el confinamiento. Es más, poco antes de esa hora hay gente que sale como loca para coger una mesa en la terraza cercana a casa antes de que se inicie el turno. Ah, pero ¿hay turnos? Ya no existen tramos, o por lo menos yo no lo percibo. Mañana volverá a cambiar el paisaje al ampliarse la movilidad en todo el territorio. Supongo que tenemos que adaptarnos a vivir con el virus, mientras los equipos de vigilancia epidemiológica le siguen el rastro y los hospitales hacen acopio de material por si se producen rebrotes. Pero el miedo se percibe, aunque también nos acostumbraremos a vivir con él.

Hoy he madrugado para coger pronto el periódico, como en los viejos tiempos. Tenía ganas de ver (en papel) el suplemento de homenaje a las víctimas del coronavirus. Los alumnos del Máster han hecho un gran trabajo, que se quedará trabajo para siempre en su curriculum. Y no me refiero solo al profesional, son trabajos que marcan. Por la tarde me he dado un gran paseo hasta la playa de Ereaga, pero sin llegar al Puerto Deportivo, que se ha convertido en ‘territorio comanche’ al ser una zona de terrazas. Luego he subido por el Puerto Viejo y Kantarepe para asomarme a la playa de Arrigunaga. Había una puesta de sol preciosa, que he inmortalizado en mi cámara. La cerveza me la he tomado en casa. Es un paseo que recomiendo. Se lo voy a proponer a mis alumnos para esa invitación que tenemos pendiente César Coca y yo. Primero paseo y luego refrigerio. Es como volver a la escuela de tu infancia.

César Coca:

¿Cómo serán las relaciones sociales en el futuro? ¿Cuánto tiempo seguiremos saludándonos a dos metros de distancia, sin abrazos, besos o apretones de manos? ¿Hasta cuándo estaremos hablándonos prescindiendo de la proximidad que induce a la confidencia y a la confianza? Espero que llegue un momento en que recuperemos las costumbres no solo de toda una vida sino de varias generaciones. Porque es cierto que la vida antes del coronavirus era disparatada en algunos aspectos (ese consumo frenético, el agotamiento de los recursos, la huella contaminante que dejamos…) pero eso que se llama ‘nueva normalidad’ es inhumana en otros muchos. Porque no poder dar un abrazo o un beso lo es.

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.