Pablo Ariza:
¿Están teniendo más pesadillas de lo habitual durante estos días? Mientras duermen, me refiero. Yo hacía años que no las tenía. Anoche mismo recuerdo que iba circulando borracho a todo trapo por una carretera que desconocía. La que va a Elanchove, por dármelas de vasco. Solo recuerdo que movía mucho el volante. Otra vez, pensé cuando desperté sobresaltado a eso de las seis. Para mi abuelo Aurelio, ay, serían las cinco porque él cambiaba el reloj al día siguiente. A mi gente le sigo dando envidia con mis almuerzos y avances en la cocina: he aprendido a rebozar y mi primera víctima ha sido el pulpo. Era una batalla perdida. Selección natural, qué miedo. Acabo porque vuelven a mi cabeza teorías conspiranoicas. Pronto haremos un podcast hablando sobre esto. Todo en orden. Ah, le hemos lavado la cara a la web. Por si gustan: https://relatosentiemposdepandemia.
Karen Pinto:
Todos los días leo noticias que me rompen el corazón. Las malas noticias llegaban también antes, pero esta pandemia las ha incrementado y, en consecuencia, ha agudizado mi sentimientos de indignación y tristeza. Hoy he leído un reportaje del ‘New York Times’ sobre la situación actual de la India, centrado en las tremendas dificultades de confinar a más de 1.300 millones de personas; sobre todo, porque hay una brecha inmensa entre ricos y pobres, esos que dañan las estadísticas y que son motivo de vergüenza para cualquier gobierno. De acuerdo a lo que he leído, la mejor manera de liderar con los pobres ha sido golpearlos con palos. Así, tal cual, hay evidencia: vídeos en los que se ve cómo la Policía los trata como animales para arrinconarlos y reprenderlos, porque protestan por no haber comido en varios días. En India hay una inmensa migración rural interna; tras el confinamiento, estas personas se han quedado sin trabajo y sin poder regresar a sus hogares; por ello, acampan en terrenos baldíos de oportunidades, techo y comida. Sin palabras. O con muchas, y de rabia. Bill Gates dice que esta pandemia «nos demuestra que todos somos iguales», aludiendo a que cualquiera puede contagiarse. No es así. Quizá la enfermedad le dé a cualquiera, pero, desde luego, son los pobres los más susceptibles y los que están siendo apaleados por la crisis. Señor Gates: lo que ha hecho esta pandemia es evidenciar aún más la extrema desigualdad y la injusticia descomunal del mundo de mierda en el que vivimos. Punto.
Cirilo Dávila:
La policía local de Galdakao ha empezado a pedir el DNI a la gente que pasea con perros. Y no tanto porque teman casos de animales prestados, como ha sucedido en A Coruña, sino porque hay personas que transitan por las antípodas de sus domicilios. La picaresca es inherente a nuestra cultura desde ‘Lazarillo de Tormes’. Hecha la ley, se busca la trampa. Nada nuevo bajo el sol.
Tras quince días de confinamiento, llega la parte menos divertida del asunto, como vaticinó el hombre de referencia hoy en España, Fernando Simón. Ya nos advirtió que tras la novedad inicial llegarían los días más negros. Este domingo el Gobierno ha ordenado la ‘hibernación’ de la economía para evitar el colapso del sistema sanitario. Mal asunto. Resulta curioso que se apele al letargo cuando arranca la primavera y despierta la vida. Vamos contracorriente.
Hemos dejado atrás a Italia en el número de fallecidos por día y el margen de maniobra resulta cada día más escaso. Hoy hemos vuelvo a aplaudir, como cada día, a las ocho. Y aunque las palmas retumban en el barrio y renuevan el ánimo, pienso que iniciamos una semana en la que se acabó la parte divertida, si la hubo.
Berta Pontes:
Aunque todos los días parecen ser domingo, hoy lo ha sido y lo he notado. Me he vuelto a despertar sin ganas de hacer nada, como cansada justo de eso, de no hacer nada. María parecía hiperactiva hoy, con ganas de hacer cosas y de animarme. Se ha empeñado en que la maquille y la haga unas cuantas fotos (han sido millones) porque la apetecía subir una a Instagram. Tras recordarme lo mala fotógrafa que soy y después de habernos reído de sus poses y de mis técnicas, ha elegido dos. Las ha subido y me ha dejado tranquila. O eso pensaba yo. Ha vuelto para decirme que le apetecía transformar ropa. Acto seguido hemos rebuscado en los armarios ropa que ya casi no nos poníamos y, con ayuda de mi madre, hemos decidido qué adorno poner en unos pantalones. Al final hemos puesto unas monedas plateadas justo al final de la pernera y no ha quedado tan mal como pensaba.
Agradezco que seamos tan diferentes porque nos complementamos a la perfección. Es raro que las dos tengamos un día magnífico, pero también ha ocurrido alguna semana. Normalmente si ella está de mal humor, yo soy pura alegría. Esto es así casi siempre. Y es que, como dice mi madre, somos el día y la noche, el sol y la luna. Pero encajamos bien. Hoy yo no tenía buen día y ella lo ha mejorado. Eso sí, me guardo el que me haga fotos ella a mí para poder subir yo una también.
Ah, no se me olvida que tengo que hablar de mi pueblo. Queda pendiente para mañana.
Gorka Seco:
Hoy he leído una tremenda noticia del exjugador profesional de baloncesto Alfonso Reyes en su propio Twitter. Parece que ha conseguido superar el coronavirus o, si no lo ha hecho ya, está en una fase muy avanzada de poder librarse de él. Lleva desde el 14 de marzo con síntomas, es decir, 16 días. Tiene 48 años y es literalmente un armario. El propio Reyes lo reconoce, lo ha pasado bastante mal por culpa del «perro negro», como él se refiere al virus. Un claro ejemplo de que ni la edad ni el estado físico te ‘salvan’ del Covid-19.
Ana Gil:
He vivido la historia más surrealista de la cuarentena. Y probablemente de mi vida. Mi vecina del bloque de enfrente me ha llamado por la ventana. «Eh tú sí, apunta mi número y llámame que te voy a decir algo». Yo no entendía nada. Allí estaba yo gritando cifras y haciendo señas de un lado al otro de la calle. Me llama, y atención: me dice que cuando me ducho mi silueta se ve a través de la ventana translúcida. Por decirlo suave. Hasta me ha echado algún piropo. No es de recibo plasmarlo en estas líneas. «El vecino del segundo tiene un culo estupendo, tendrías que verlo», me decía. No cabía en mi asombro. «Pero a ti te quería avisar. Se ve todo, cariño, todo.» Así que manos a la obra. Ya he buscado la manera de tapar la ventana indiscreta.
Lo peor, llevo en este piso dos años y ha tenido que llegar una pandemia para enterarme de que mi ducha es pública. Al menos he conseguido el teléfono de mi vecina. Algún día igual le llamo. Veo que está al tanto de todo.
Pablo Sáenz:
Quinto domingo de Cuaresma. Esta mañana el Papa Francisco ha rezado el Ángelus ante la ausencia de fieles en la plaza de San Pedro. Telecinco lo ha contado describiendo la plaza «más vacía que nunca». Es curioso porque, vacía en su enormidad, yo la he sentido más llena que nunca. La cuestión es que la fe no se mide ni en palabras ni en aforos completos en las Iglesias o en El Vaticano. La fe no se mide; se cuida, se fortalece, se transmite o se siente de la misma manera en la que hoy he sentido la plaza de San Pedro más llena que nunca.
Franklyn Amaya:
Después de estar sumergidos en un creciente número de contagios del coronavirus, en los últimos tres días al fin se puede salir a la superficie a tomar una bocanada de aire por la reducción de casos y las personas que cada día han logrado superar la enfermedad. Que alegría siento, porque esto viene a dar una gota de esperanza a millones de personas que todos los días pasan con la necesidad de escuchar buenas noticas y, no como en las semanas anteriores, donde todo lo que se ha consumido por redes sociales, radio y televisión era en su mayoría negativo. Espero en Dios primero que esta tendencia positiva pueda seguir siendo constante de aquí en adelante, para superar esta crisis que mantiene saturada nuestras mentes lo más pronto posible.
Laura Tambo:
Otra semana más que llega a su fin. Porque así lo dicta el calendario, que yo vivo en un domingo constante. Hoy ha sido día de limpieza a fondo, pero muy a fondo. He terminado sacando del baúl (y no es el de los recuerdos) hasta un juego de colores, donde tenías que soplar la parte trasera del rotulador para que saliese la pintura y rellenase los huequecitos de la lámina. No recuerdo su nombre, pero acababa hasta con el pelo tintado. Y cómo se ponía mi madre… ¡Encima de que le ahorraba la peluquería!
Los he vuelto a guardar, no descarto que un día de estos vuelva a la infancia. Pero tres bolsas de basura ya han caído. Y de las grandes. Cómo siga así desvalijo la casa. Pero hay que ver la cantidad de inutilidades que guardamos ¿Para qué?
En definitiva, qué placer ver tanto espacio libre en los cajones y en las baldas. Es mejor que un masaje en el pelo, y ya es decir. O si no que se lo digan a Oihane, que de eso sabe mucho.
Luis Ramírez:
Estos días siameses de cuarentena ya no tienen fronteras entre sí. Sé cuándo es miércoles o viernes o domingo, pero al final todos se sienten iguales. Lo de llamarlos de una u otra forma a estas alturas parece más una costumbre heredada que no sirve de mucho, como decir ‘salud’ después de que alguien estornuda. Bajo esta premisa me voy a dar permiso de contar hoy lo que no tuve chance de escribir aquí ayer. Mi amigo Fey (el mexicano que habla bajito, tal vez lo conozcan) me mandó un mensaje diciéndome que estaban transmitiendo en no sé qué canal un programa sobre Costa Rica. De inmediato lo busqué y di con él justo cuando estaban en Playa Tamarindo. Ese fue uno de los lugares que visité con mis amigos ticos antes de venir a España. Ya solo eso me despertó recuerdos. De repente estaba en la cocina de mi apartamento viajando por uno de los países más lindos del mundo (ahí me disculpan). Paisajes exuberantes: desde mi Guanacaste hasta Alajuela. Incluso San José, que es una de las ciudades más poco agraciadas que conozco, se veía linda. En un momento de este recorrido, la producción de aquel programa pasó por unas fiestas patronales donde en un salón de baile la música estaba a tope. Cuando me percaté, los golpes de la marimba entraban por mis oídos y, después de tocar fibras emocionales, desembocaron por mis ojos a través de lágrimas. No me malinterpreten, no soy patriotero, lo cierto es que uno guarda en la memoria aquello que le evoca los lugares y momentos en los que ha sido feliz.
Iván Benito:
Primer día de aplausos al sol. No ha bajado la intensidad, pero ha sido extraño. En apenas dos semanas, ya nos habíamos acostumbrado a no ver más allá de manos y caras. Pobres aquellos que habían comprado luces y animaciones para este momento. Lo que debería haber sido un fin de semana especial, se ha convertido en desilusión. Se cambiaba la hora y eso a los burgaleses nos envalentona. No coincide con el final del frío, pero nos incita a hacer vida en la calle y nos cambia el humor. Pero ahora nos da igual. La hora que nos gusta y no quisiéramos cambiar se ha convertido en un enemigo en forma de una hora más de sol por las tardes. Por suerte, el frío es ahora un aliado y va a seguir ahí.
Irene Echazarreta:
Logroño. Hoy cumplimos dos semanas de confinamiento desde que se decretó el estado de Alarma. Catorce días que han servido para mostrar el lado más bonito del ser humano, que es el solidario, pero también el más negativo y el que más me ha horrorizado ver siempre, que es el insensible. Ya son varios los días en los que he visto en el telediario y en las redes sociales que diferentes ‘personajes’ –por no emplear otra palabra– salen al balcón para gritar e increpar a quienes salen a la calle por pura necesidad.
Estas personas no son unas cualquiera, o unas que hayan salido a pasear porque no les apetece estar encerrados en casa, sino que se trata de mujeres, hombres, chicos o chicas, que tienen algún tipo de discapacidad y que necesitan –y repito– NECESITAN por su propia salud ir a caminar. Pero eso sí, esas personas que se quejan y gritan luego salen a aplaudir a los sanitarios a las ocho de la tarde. Resulta increíble cómo podemos llegar a ser de egoístas y arrogantes, y, todo, por no poder salir de casa.
Mikel Huerta:
Santurtzi. Por fin llega el buen tiempo. Ese que te invita a quedarte en casita con una peli y una manta. Se le echaba de menos. Como Oihane dice: «Cualquiera diría que esto es Bizkaia». Por fin ha vuelto el frío y oye, no sé a vosotros, pero a mí me ha dado un subidón.
Además hoy sido día de celebración. El aita que cumplía 60 y tantos años, muchos para decirlos, y hemos estado rememorando aventuras de su vida. Con eso hemos echado toda la tarde en la post-comida. Se agradecen estos momentos en familia con la situación que nos toca vivir. Me gustaría sobre todo mandar mucho ánimo a quien esta llevando esta tortura lejos de los suyos. Tenéis toda mi admiración, vosotros también os podéis considerar héroes.
La salud acompaña aunque el miedo sigue creciendo. Ya son más de cien los contagiados en Santurtzi. Y subiendo. De momento y espero que lo que dure la pandemia, en casa aguantamos el tirón.
Fernando González:
Al parecer, mis vecinos han leído este diario y hoy han rendido un gran homenaje al personal sanitario que se enfrenta a diario contra el Covid-19. Siendo sinceros estos momentos de homenaje erizan la piel y más cuando vives con tres doctoras que están en la primer línea de batalla en el hospital.
Los días transcurren con normalidad en el piso bautizado como Serafintxo en Pamplona. Un piso amplio y con un balcón de buen tamaño que permite tomar un respiro de aire fresco. Al parecer se viene mal tiempo en los próximos días y eso dificultará las visitas de lectura al balcón.
Hoy he vuelto a elaborar un guisado, he intentado mejorar la receta, pero tristemente la carne no fue de la mejor calidad y eso afectó mucho el sazón del platillo. Aún así, considero que ha quedado un plato de buen gusto.
Me he enviciado a una serie que tenia rezagada, me parece interesante y durante años la he visto. Se trata de ‘Mentes criminales’ y su 13ª temporada, poco más que agregar. Me entretiene un buen rato el equipo de análisis de conducta del FBI. Lo triste, es que se termina la serie en la 15ª temporada y al ritmo que voy puede que la concluya pronto.
Antes de dormir decidimos ver ‘El Hoyo’, una película española impresionante y fuerte. Con mensajes llamativos al capitalismo, pero también al individualismo del ser humano. Se las recomiendo.
Esperemos que esta tercera semana de confinamiento sea mejor que las últimas dos. Se supone que a inicios de esta semana tengo que recibir un par de libros nuevos. Espero con ansias su llegada.
Oihane Irazu:
Día 15. Por fin ha vuelto el mal tiempo. Ya era hora. El día 15 no ha tenido nada destacable, quitando el cántico a la 13:30 en los balcones de apoyo al Athletic.
Un día más es un día menos dicen, y qué ganas de que acabe todo esto ya. Los días son todos iguales… Lo único que me ha alegrado hoy es planear con Mikel el verano de prácticas, no sabemos si en Madrid o aquí, pero juntos seguro. Vamos a recuperar todo el tiempo perdido en este aislamiento. Ah, y de cara a la siguiente pandemia posible en otoño (dicho ayer por la vicepresidenta), tenemos claro que haremos la cuarentena pero juntos.
Otro mes y pico separados no, que ya vale.
Alba Rodríguez:
Deusto. Yo nunca cocino. Más allá de algún plato sencillo para poder subsistir, no sé cocinar. A pesar de que veo ‘Masterchef’ cada año y de que en verano intento fijarme en cómo lo hace mi abuela, no sirvo para estar entre fogones. Triste pero cierto. Por eso, el hecho de que haya cocinado arroz con leche debería sorprenderos tanto como a mí. Y eso que la receta no puede ser más sencilla: mete los ingredientes en una olla y revuelve para que no se pegue. Y ya está. En 45 minutos tienes un arroz con leche digno de estrella Michelin. Seguro que alguien leerá esto pensando que es una tontería, pero a mí me ha hecho ilusión, así que lo cuento por aquí.
Por otro lado, mi amiga Nora (la de las paperas) ha empezado un proyecto llamado Cuarentink, parecido al reto Inktober, en el que cada día durante un mes se da un tema y quien quiera puede hacer dibujos, fotografías o escritos sobre lo que le inspire. Ella lo ha adaptado a la cuarentena, y todos lo temas tienen que ver con la extraña situación que estamos viviendo. Por ejemplo, la palabra de hoy era ‘virus’ y la de mañana será ‘teletrabajo’. Si sois algo creativos y os aburrís tanto como yo os recomiendo echarle un vistazo en @cuarentink en Instagram. No os arrepentiréis.
Paula Soroeta:
Aunque ahora todos los días me parezcan iguales, la verdad es que hoy me ha sabido a un domingo muy domingo. Con el cambio de horario, ayer me acosté tarde así que hoy me he levantado bastante tarde. Nuestro día ha consistido en ver series y películas; ahora estamos enganchados a ‘Caronte’.
Mi cuarentena comenzó en Bilbao. Al principio, pensando que esto no iba a durar tanto, me quedé allí unos días. Menos mal que volví porque llego a pasar tantos días sola en mi casa de allí y me da algo. Hoy he estado pensando en el tiempo que llevaba de cuarentena en Donosti. No me acordaba de la fecha así que he mirado en el Watsapp el día que les dije a mis aitas que venía: 16 de marzo. He tenido que mirar dos veces porque no me creía que tan solo hayan pasado dos semanas. He pensado: es imposible, sería 16 de febrero. Pero no, no; era de marzo.
Javier Cuesta:
En principio –y solo en principio– hemos llegado al ecuador de esta larga historia. Es un respiro pensar que solo quedan dos semanas, aunque la sombra de un alargamiento planee sobre nuestras cabezas. Para entretenerme durante este significativo día he comenzado a ver ‘Veneno’, la nueva serie de Javi Calvo y Javi Ambrossi, y en dos palabras: pura fantasía. Ya me ganaron con ‘Paquita Salas’, pero este vez lo llevan a otro nivel. Mezclar comedia y drama de tal manera es, sin duda, talento. No puedo hacer más que recomendar ver la historia de Cristina ‘La Veneno’ contada por los Javis y, tras secaros la lagrimilla al final del capítulo, juzguéis vosotros mismos ¡Digo!
Pedro Ontoso:
El domingo es un día para compartir con los amigos. Me llaman y llamo a algunos de mis compañeros de estudios (y vida) de Periodismo en el Madrid de los años setenta. El leonés Eloy García, mi compañero de habitación, con el que disfruté en los mitines de las primeras elecciones democráticas. El sevillano Antonio Lorca, crítico de toros de ‘El País’, apenado porque no puede salir al campo a ver los toros en las dehesas. Toño Gundín, con el que recorrí durante quince días El Bierzo, hace 35 años. Nos metimos en una mina de antracitas en Toreno y no se me quitó el polvo del carbón en una semana. Escribí un artículo para EL CORREO. José Manuel Suárez, al que llamábamos ‘el minero’, porque venía de las cuencas asturianas. Me buscó mi primer trabajo como profesor particular de una de las hijas del actor Conrado San Martín. En su tiempo fue un cotizado galán del cine español, que participó en innumerables películas como ‘Rey de Reyes’ o ‘El coloso de Rodas’. Tenía una mujer, Olga Quile, que era guapísima y muy elegante. Me pagaron muy bien. En realidad, de lo que hablamos fue de este nuevo apocalipsis. Y de esta sociedad frágil, vulnerable y cansada.
César Coca:
Tercer domingo de encierro. A media mañana me entero de la muerte de Penderecki. Llamo al periódico y el vigilante me dice que no hay nadie en la Redacción. Creo que este fin de semana habrá sido histórico para EL CORREO. Será la primera vez que se ha hecho el periódico sin que en Pintor Losada hubiese un solo periodista. No sé si soy capaz de adivinar qué evolución puede seguir la organización de los medios después de este experimento a gran escala y por la brava.
Así que después de comer he escrito el texto y lo he encajado en la página. Luego, un rato de lectura, charla telefónica con amigos y cine para acabar. Esta vez, una combinación de Nikita Mikhalkov con Anton Chéjov y unas gotas de Mozart. Por la noche, escucho en la radio que hoy comienzan unos días de luto en Madrid por los muertos en la pandemia. Las banderas estarán a media asta en toda la comunidad y en la Puerta del Sol sonará el ‘Adagio’ de Barber, que fue la música que pusieron en Nueva York de fondo a las imágenes del 11-S. Y que una encuesta realizada por la emisora musical de la BBC eligió como la más triste jamás compuesta.