Diario de cuarentena: Jueves 2 de abril de 2020

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Pablo Ariza:

Minipensamiento. Ese es el nombre de una florecilla que tenemos en el jardín. Precioso, ¿verdad? Marijo, que sí confía en mí cuando le digo que quiero hacer fotos, me ha ido enseñando nuestro jardín y el de los vecinos. Ella cuida unos cuantos. Los mima y los trabaja. Los conoce a la perfección. La flor que más me ha llamado la atención es una morada que hacía frontera con el jardín del vecino. Pequeñita, difícil de enfocar con la cámara, pero qué bonita. Imperceptible si no vas buscándola. Solo hay una. Pronto publicaré algo sobre las flores que vaya conociendo. Mañana vuelvo, esta vez con libreta. Llevo unos días saliendo por la mañana a hacer fotos nada más levantarme. Sin trampas. Una foto de una flor puede ser un ‘buenos días’. Más en tiempos de cuarentena. Hay que reinventarse, si no el cerebro se atrofia. O se marchita, según se mire. Espero que mis ‘buenos días’ sigan floreciendo. Imaginar una media sonrisa bien merece la pena. Poliki poliki voy a ir descubriendo la flora que rodea mi casa.

Karen Pinto:

Mi hermana mayor, Jennyfer, ha sido siempre como mi madre. Desde que era una niña me cuidaba y me daba consejos. Y hasta ahora lo hace. En momentos difíciles es ella una de las primeras personas en las que pienso y, cuando la busco, inmediatamente me contesta y siento su calor aún estando en otro continente. Es increíble cómo se puede estar tan cerca del corazón de una persona, estando tan lejos. Todos dicen que nos parecemos mucho, pero yo creo que ella es mejor que yo en todos los sentidos. Es una mujer tenaz, capaz de superar todas las adversidades y, al mismo tiempo, tiene algo de diente de león, blanquito y sensible al viento. Cuando me acuerdo de ella, en lo primero que pienso es en sus ojos de color verde esmeralda. Yo le decía que quería el color de sus ojos, pero ahora sé que ese color es solo suyo, y que sus ojos van más allá del tono: es la profundidad que tienen…

Como el mar de San Andrés. Pronto voy a estar cerca de ella para fundirme en sus brazos. Pero no sé cuándo, ni en dónde.

Toda mi familia vive en Colombia, pero ella ahora está en Ecuador, al igual que muchos amigos míos, y temen por la situación desgarradora que se está viviendo allí. No sé en qué momento terminarán todas las tragedias que han empezado con esta pandemia. Pero, desde lo más profundo, ruego para que todo esto acabe pronto.

Cirilo Dávila:

Este jueves ha dejado de llover. A la gente que practicamos ciclismo, lo del confinamiento y ver que hace buen tiempo es como hacer régimen leyendo libros de recetas. Resistir es un auto de fe. Y no solo porque estamos un poco tarados como ya es conocido, sino porque la abstinencia provoca un mono que nos altera. Son las endorfinas.

Estos días, parte del entretenimiento pasa por compartir con el grupo estas penas y antiguas glorias. De hace dos días, como quien dice. Se han suspendido las citas profesionales y nosotros, que también tenemos nuestro corazoncito y para eso entrenamos, andamos traspuestos. Compartimos horas de ruta, haga viento sur o nieve en las cumbres, con el avituallamiento obligado. Gente sana y recia que, como el junco, puede doblarse de sufrimiento, pero no romperse. Es difícil explicarlo y más entenderlo, pero disfrutamos en la agonía.

Este año nos acompaña el ex ciclista profesional Igor Anton, que está conociendo otra forma de disfrutar de la bici. Con él, hemos creado un aula pedagógica para iniciar a los peques en este deporte y buscar así el relevo natural de la vida. Para ellos estoy preparando un video casero y mientras lo monto me reconforto con estas historias de andar por casa. Nunca mejor dicho.

Berta Pontes:

Valladolid. Otro día que pasa como si nada, pero hoy ha sido algo diferente. Se me ha pasado rápido porque no he parado de hacer cosas. Lo malo es que todo lo que he hecho implicaba mirar a la pantalla del ordenador y a las 6 de la tarde mis ojos han dicho basta. Un rato de sofá, bajar a Ónix y ya era la hora de los aplausos. Sigo sin faltar a la cita con los vecinos y con la DJ improvisada de la azotea. Pero cuando ha ido cayendo la noche me ha venido a la mente el verano y he pensado en mis amigos… Echo de menos el salir con ellos y abrazarlos. Echo de menos tocarlos pero, como ha dicho Carlos del Amor en su reportaje para el telediario de las nueve, tocar es un verbo que no podemos conjugar ahora mismo.

Gorka Seco:

Creo que es bastante obvio que los datos que recibimos desde China en relación a infectados y fallecidos de coronavirus son, permítanme la licencia, un tanto dudosos. Varios medios de comunicación e incluso los servicios de inteligencia americanos se hacían eco en los días previos sobre los posibles datos falsos.

Hasta hoy China ha registrado cerca de 3.300 fallecidos por coronavirus. En algún artículo se especula que crematorios de la ciudad de Wuhan, con 11 millones de habitantes, podrían haber estado alcanzando las 3.500 incineraciones diarias. Especulaciones que elevarían a 45.000 la cantidad de muertos en el país.

Ana Gil:

He vuelto a jugar al parchís. Esta vez sin tablero, ni dados ni cubiletes de colores. A dos pantallas: aplicación en mano y Skype de fondo. La cerveza que no falte. Ahora mismo es oro, ¡cómo cuesta encontrarla en el supermercado! Un riojano, un malagueño, un costarricense y una navarra. Parecemos un chiste. La verdad que la partida ha dado juego. Nunca mejor dicho.

Perdón por la broma, de esto tienen culpa mis compañeros de piso. Allí estábamos jugando al mismo tiempo que hablábamos y nos gritábamos todo tipo de improperios por videollamada. En este juego los amigos no existen. Ha sido el momento del día en el que más he desconectado, con la única preocupación de ver a quién podía comerle una ficha. El resultado ha sido inesperado. Un tico que no había jugado en su vida nos ha ganado. A alguno la derrota le ha sentado un poco regular. De él hablamos otro día.

Pablo Sáenz:

El mundo ya se ha hecho eco de mi nueva hazaña capilar. Mi madre, que ha sido la primera en darme un feedback, me ha dicho que se olía que acabaría haciendo una locura como la de raparme el pelo. Dice que me ve «raro pero guapo». Es mi madre, ¿qué va a decir? Mi peluquera de confianza me ha dicho que «todo hombre necesita verse rapado una vez en la vida», pero que la mayoría «no repiten peinado», aunque, según dice, a mi me da «un puntazo». En mi cuadrilla del pueblo han añadido que me da «un toque de malote». Yo, un malote. Nunca me habían dicho nada parecido. Mis amigos de Madrid, más vacilones, me han advertido de que ‘así’ no puedo ir a misa ni entrar en ninguna iglesia. Según ellos, tendré que esperar a que me crezca el pelo para volver a ser admitido en la comunidad católica.

Ya hay quien ha sacado sus primeros parecidos. Me han comparado con todo tipo de personas y personajes ficticios. Las propuestas van desde Caillou a Don Limpio –aunque lo de Don Limpio ya me lo decían antes del nuevo look–. También me han comparado con el Dalai Lama. Incluso me han propuesto cambiar de religión, pero eso no funciona así.

También he sido bautizado con nuevos apodos. Triunfa ‘Pablito el calvito’. ¡Ah! Olvidaba los memes. Han hecho memes. Muchos memes. Cualquier día me hacen viral en Twitter.

Después de muchas bromas, memes, motes improvisados y parecidos más que razonables, siguen sin dar con el más evidente: ¡Soy igual que mi padre!

Franklyn Amaya:

Ayer hablaba con una amiga y compañera de trabajo en Honduras. Me contaba las dificultades que representa ir a laborar durante la pandemia, pues en la línea de emergencia cuando hay fechas festivas como la Semana Santa y las fiestas de fin de año, siempre recurren a cambiar de las ocho horas laborables a 12, para brindar una mejor atención, y claro, con mucha más razón en esta crisis humanitaria donde el número de llamadas se dispara. Pero esto no es el principal problema, pues ya es normal hacerlo en otras ocasiones. El temor radica en tener que compartir el día día con tantas personas, aumentando la probabilidad de contraer la enfermedad, regresar a casa y contagiar a su familia.

Muchos nos pasamos quejando que el encierro ya nos tiene hartos, mas no reflexionamos que nuestros hogares ahora mismo son un refugio donde podemos estar seguros durante esta crisis. Sin embargo, hay personas que no cuentan con la misma posibilidad y tienen que salir a arriesgarse para llevar el sustento de sus familias.

Laura Tambo:

Hoy he vivido una nueva experiencia en la cocina. He cambiado, por una tarde, la bicicleta estática por la batidora y el rodillo y he probado mis dotes culinarias. La cocina y yo nunca nos hemos llevado demasiado bien. Eso sí, el bizcocho me sale de muerte. Está mal que yo lo diga, lo sé. Aunque como dice mi abuelo, «con azúcar y miel, todo sabe bien». Con comensales así da gusto cocinar. Hoy me he atrevido con una pizza casera de atún y madalenas rellenas de chocolate. Tampoco ha salido tan mal. Ya sé que no es un menú de lo más elaborado, pero para una principiante como yo es un logro. Os lo aseguro. Después nos hemos animado con alguno de los ‘challenge’ que se han puesto de moda en las redes. Hay que reconocer que entre tantos, algunos merecen realmente la pena. Si algún día alguien se atreve me animo a retarle con uno que he descubierto hoy. Conseguirlo no lo sé, pero la risa por lo menos la tenemos asegurada.

Luis Ramírez:

Yo no sabía qué era el parchís. Había escuchado que había una banda musical infantil con ese nombre, pero si me preguntan por una canción no me sé ni una. Eso sí, la palabra suena a juego. Pues bien, ayer jugué por primera vez, de visita, contra tres locales (una navarra, un malagueño y un riojano). No ayudó a mi confianza haber encontrado en Wikipedia que se trata de una actividad muy popular en España. Oh no. Una primera partida para saber qué números pedirle a la suerte y cómo hacer para que las fichas avancen hacia su destino final. Esa no cuenta, era práctica. La de verdad comenzó normal. Algunos se adelantaban, pero nada extraordinario. Entre risas, como debe ser, e insultos, como debe ser, logré colocar un lindo bloqueo que permitió a mis otras dos piezas avanzar solitarias hasta arribar al centro del tablero. Fue cuestión de tiempo para que las otras dos se reencontraran con sus colegas. Gané, de visita y a los favoritos. Así debió sentirse Alemania cuando derrotó a Brasil en el Mundial del 2014. Mirá, yo usando referencias de fútbol. Esta cuarentena… En fin, la pasamos de maravilla, desapareciendo las fichas del tablero y a ratos también la incertidumbre. Está de más decir que todo esto, como la mayoría de nuestras interacciones durante estos días, fue a distancia. Y como alguien me dijo que me salió poético, pues aquí lo dejo: algún día lanzaremos dados de verdad.

Iván Benito:

Me despierto a mitad de la noche. Es la primera vez que me pasa desde que empezó el confinamiento. No me puedo volver a dormir, así que decido levantarme a beber agua. En el camino de regreso, hay algo que me llama la atención. No sé el qué, pero me dirige a la terraza. Abro la ventana y me quedo observando. Imagínense las ventajas de vivir en un décimo piso y no tener grandes construcciones alrededor. Miro el reloj. Son las 6. No se escucha absolutamente nada. Eso es lo que me llamaba la atención. Y creo que me gusta.

Quizás por eso Roma me decepcionó. Mucho ruido. Quizás por eso tengo marcado visitar Eslovenia. Mucha calma. Vuelvo a la cama. Mis pensamientos se van a Roma de nuevo, pero vacía, como la estoy viendo estos días. Volveré.

Irene Echazarreta:

Logroño. Me gusta mi profesión por muchos motivos. Uno es porque puedo hablar, contar historias y dar voz a personas que necesitan mostrar su situación, pero también porque me permite informar sobre los hechos que acontecen en la actualidad, así como desmentir aquellas noticias o simulaciones de ellas que circulan por las redes sociales y que no han pasado por ningún tipo de mecanismo verificador. Y es que ese es otro de nuestro cometido, el desmentir las ‘fake news’ que tanto atormentan a quien las lee, máxime ahora que estamos ante una crisis sanitaria mundial. Ya os pondré un ejemplo sobre esto. ¡Saludos!

Mikel Huerta:

Santurtzi. Como diría Sabina, ya han pasado 19 días y 500 noches. Desde que comenzó la cuarentena vivo en una montaña rusa emocional constante. Unos días es aceptable, otros días cuesta más y otros días se me pasan muchas cosas no muy buenas por la cabeza. Por ello procuro mantener la cabeza ocupada durante todo el día. Lectura, charlas con la familia y sobre todo deporte. Me he dado cuenta que tienen razón los expertos con eso de que el deporte ayuda, es como una especie de satisfacción. Y más cuando no puedo ni jugar a fútbol.

Ya tengo una pelota en el balcón con la que procuro hacer todos los días toques o algún ejercicio para cuando vuelva nuestra temporada. Que todavía estamos expectantes a ver qué decide la Federación Vizcaína de Fútbol. Además me he unido a la moda y me he rapado la cabeza, total como para cuando volvamos a salir ya tendré otra vez pelo… Mucho ánimo que un día más es un día menos.

Fernando González:

Como les comenté ayer, hoy fue día de elaborar recetas dulces. Por la mañana mi pareja preparó unas ‘tortitas’ para ella, que para mí son ‘Hot Cakes’ y por más que discutimos no llegamos a un acuerdo con el nombre. Tengo que decirles que independientemente del nombre que tengan, estaban espectaculares. Hubo dos sabores: de Nutella y de miel con mantequilla.

Después de semejante desayuno con muchas calorías, tuvimos que hacer algo de deporte para quemar un poco de lo que nos metimos por la mañana. Creo que repetiré rondas de deporte todos los días, me sentó bastante bien hacer un poco de ejercicio.

Ya por la tarde, me encaminé a la elaboración de la receta del día. Se trata de un pastel de tres leches, muy típico en México y según he leído, también en algunas partes de Latinoamérica. Igual y mis compañeros latinos lo conocen o han probado este postre.

Es una receta bastante sencilla, basada en un bizcocho y una mezcla de tres distintos tipos de leche para su elaboración. No lo he probado ya que se debe dejar reposar por unas 12 horas. Ya les contaré otro día si lo conseguí.

Por cierto, he hablado con algunas personas que están haciendo grandes iniciativas para colaborar con la pandemia que azota al mundo. Charlé con gente de México, España y Argentina. Me llama la atención cómo en las peores situaciones es cuando nos hacemos más fuertes y más solidarios. ¿Por qué no serlo siempre?

¡Saludos!

Oihane Irazu:

Día 19. Dos de abril. Nueve días para salir. Como ya se sabe, durante estos días de confinamiento son muchos los chicos que se han rapado el pelo por eso de que las peluquerías están cerradas. Y como se sabe también, ronda por las redes sociales eso de ‘hey chicos, no os rapéis que no sois Aaron Piper’(actor de ‘Élite’). Y es verdad, no hay nadie que le quede el ‘rapao’ como a él aunque lo intenten. Pero hoy, Mikel se ha rapado, y puedo confirmar que es el único ser humano que le queda el ‘rapao’ mejor que a Aaron. Esto es información, no opinión.

Por lo demás, el día ha estado tranquilito. Netflix, un poco de sol en la terraza y una videollamada con mis compis de clase para ponernos al día (Albi, sé que le lees esto a tu compi de piso, y te echaba de menos ya lo sabes). Mañana más y mejor, porque POR FIN se estrena ‘La casa de papel’. Espero no acabarla en un día como me pasó con la pasada temporada, solamente pido eso.

Alba Rodríguez:

Deusto. Reconozcámoslo: ni nos apetece hacer una clase de yoga en directo, ni cocinar ese bizcocho al horno, ni sumarnos al último reto viral de Instagram, ni leernos el libro más existencial de nuestra vida. Entonces, ¿qué nos está pasando? Pues que vivimos en un mundo hiperestimulado y en el que constantemente se está midiendo nuestra eficiencia e implicación laboral y social, siendo una realidad que llevamos años arrastrando en nuestras espaldas.

El problema llega cuando se declara el estado de alarma que nos obliga a encerrarnos en casa al menos durante un mes. Parémonos a reflexionar sobre cómo estamos llevando a cabo esta situación extraordinaria: si estamos haciendo lo que de verdad nos apetece o, si por el contrario, estamos dejándonos llevar por la corriente y el ruido de lo que se espera de nosotros durante estos momentos de crisis. Creo que esta cuarentena es un momento para parar y revisarnos interiormente. Para dejar de organizar horarios y calendarios. Una cosa es comprar unos vuelos para las vacaciones y otra cosa es dar citas a tus amigos para dentro de cinco semanas. Así que sí, NO HACER NADA esta cuarentena no está mal. NO SER PRODUCTIVO esta cuarentena no está mal. Que el falso mito de que una persona se mide por lo que produce no te afecte y haz lo que quieras, que bastante duro está siendo ya como para ponernos metas inalcanzables.

Paula Soroeta:

Hoy mi familia y yo hemos abierto el baúl de los recuerdos. Haciendo limpieza general en casa, mi madre se ha encontrado una caja llena de fotos nuestras; de ellos de jóvenes, mías de cuando era pequeña… la verdad es que ha sido precioso echar la vista atrás y rememorar momentos que tenía bien guardados. Hemos encontrado todo tipo de fotos: mis padres en un viaje que hicieron hace muchos años, yo tocando la tamborrada, mi familia y yo esquiando, mi aita jugando a fútbol y nosotras por su puesto, animándole con una pancarta. Viajes, esqui, fútbol, amigos, etc. estaban plasmados en esa fotos. Momentos que ahora, en situaciones como esta añoramos y valoramos.

Quiero recomendar a todos la serie ‘Caronte’. Esta en Amazon Prime y cada día estamos más enganchados. Además en ella se tratan temas muy importantes: drogas, violencia de género o eutanasia por mencionar algunas.

Javier Cuesta:

A pocos días de cumplir tres semanas de confinamiento, he tenido mucho tiempo para pensar, pero, sobre todo, para echar de menos. He podido pasar horas recordando lo que era mi vida antes de todo esto y, joder, qué poco valoraba ciertas cosas.
Pero hoy no me apetece hablar de todo eso. Hoy quiero hablar de lo que echo de más, lo que la reflexión me ha hecho ver que me sobra en la vida. No quiero más ‘no me apetece’, no más ‘mañana mejor’, no más ‘a la siguiente lo hago’… Se acabó, me planto. Esto tiene que cambiar.

A partir de mañana.

Pedro Ontoso:

Esta mañana he leído que el coronavirus ha llegado ya hasta el Amazonas. No hay barreras. Va a dejar a las pirañas como unas hermanitas de la caridad. Espero que no afecte a las comunidades indígenas, porque este cabronazo de bicho puede acabar con una etnia entera. Y ya quedan pocas. Me estoy quitando de la información de la pandemia y cada vez leo solo lo que me interesa y aporta. Estoy muy de acuerdo con el escritor neoyorquino Douglas Kennedy, cuando escribe que el flujo constante de información sobre el Covit-19 se convierte en una especie de rueda de hámster en tu cabeza. Gira y gira y no te lleva a ninguna parte.

Me llama la atención la noticia de que el régimen cubano va a permitir a los obispos dirigirse a su fieles por la radio y retransmitir misas en Semana Santa. Incluso va a abrir la mano en la televisión para programar películas religiosas. Ya está anunciada ‘Jesús de Nazaret’, de Franco Zefirelli. ¿Volvemos a la religión como opio del pueblo? ¿Pan y circo para despistar sobre los problemas internos? Si Fidel Castro levantara la cabeza…

Al atardecer me convierto otra vez en un mirón de ventana, pero sin visillos. Veo a varios vecinos paseando con sus perros, pero en fila india y sin apenas hablarse. Nada que ver con esas tertulias que solían mantener con tortillas y botellas de vino, mientras sus mascotas confraternizaban: elegantes caniches (como el que tuve yo, ‘Txispa’) con rudos pastores alemanes y grandes sabuesos. Al anochecer, nuestros amigos nos anuncian que la boda prevista para el 25 de abril se pasa a finales de junio. Qué ganas tengo de una fiestuki. Me vengo arriba y decido que esta noche me trago ‘Supervivientes’ en Tele 5. Para desengrasar .

César Coca:

A última hora de la noche, y tras las comentarios de un par de ministros, todo el mundo da por hecho que el confinamiento se prolongará dos semanas más. Recuerdo que mi apuesta inicial era que terminaría de forma gradual a partir del puente del Primero de Mayo. Así las cosas, me daría con un canto en los dientes si acertara. Y no por acertar, claro.

Cada vez leo y escucho a más gente que dice que ya no soporta la avalancha de información sobre el coronavirus. Con la noticia principal del día tiene suficiente porque teme entrar en un bucle en el que la vida se reduzca solo a cifras e imágenes de ‘ucis’ saturadas y muertos en las calles de algunas ciudades latinoamericanas. Recuerdo que cuando se determinaron los servicios esenciales hubo algunos exquisitos que se preguntaban si programas de cotilleo de la TV podían ser considerados como tal. La respuesta es sí, por supuesto. Para mucha gente es la única vía de evasión disponible. ¿Se la vamos a quitar?

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.

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