Diario de cuarentena: Lunes 11 de mayo de 2020

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Pablo Ariza:

El dolor de cabeza me ha acompañado durante toda la jornada. Qué rabia haber tenido que cancelar el podcast que teníamos preparado para hoy. Estaba sin fuerzas y estuve deambulando entre un sofá y otro durante toda la mañana. Cometí el error de encender la computadora y esta especie de teletrabajo volvió a absorberme hasta la hora del almuerzo. El reponer fuerzas con la comida me sirvió de poco, me pasó factura el ordenador, volví a sentir dolor. No aprendo, si es que no aprendo. Disculpen si las líneas son más cortas, pero me busca Morfeo por aquello de regular mi sueño y tener más energía. Eso es lo que me ha comentado hoy una psicóloga de Bilbao. Parece de sentido común, pero si te lo dice alguien que entiende pues con más razón. Vuelvo mañana con alguna pregunta nueva. O eso espero. Al menos hemos tachado otro día de 2020.

Karen Pinto:

El otro día escribí que comprendí por qué la gente había votado por el ‘no’ al acuerdo de paz en Colombia. Pero es un tema tan complejo que mi respuesta, evidentemente, quedó inconclusa. Si bien las ciudades también se vieron afectadas en la época de guerra, se puede decir que las zonas rurales fueron las más dañadas; es decir, los campesinos sufrieron mucho más. No es de extrañar, entonces, que en los resultados del plebiscito, en los pueblos masacrados y en los que hubo la mayoría de desplazados ganó el ‘sí’. Claro, la gente que vivió directamente la parte más oscura pedía la paz. En cambio, en las ciudades ganó el ‘no’, aunque es tan complejo deducir por qué una parte de los citadinos colombianos votaron por esa opción –porque también sufrieron la violencia, pero, como dije, no tanto como la gente del campo–, se puede decir que gran parte de la culpa de ese resultado negativo fue por el Uribismo. El expresidente, Álvaro Uribe Vélez, que fue el principal opositor al acuerdo de paz, jugó a través de una campaña sucia, empleó una propaganda llena de desinformación, que, lamentablemente caló en sus seguidores, que no son pocos. He ahí la razón –quizá la principal– para comprender ese fenómeno que causó indignación. Lo peor es que la paz no ha llegado, y todavía hay un largo camino para alcanzarla, porque hay grupos de poder que la impiden. Si tan solo los políticos se unieran para que la paz reine en Colombia, todo sería diferente.

Cirilo Dávila:

Estos dos meses de confinamiento nos han permitido formarnos en campos del conocimiento de los que antes vivíamos bastante alejados. Hablan epidemiólogos, microbiólogos, virólogos… Alguna que otra vez, antes leía artículos sanitarios. A ello me ayudó gente como el sevillano Luis Rojas Marcos, tras ser nombrado en 1981 director de los Servicios Psiquiátricos de los once hospitales generales, servicios de urgencias y ambulatorios de Nueva York.

Para entendernos, Rojas Marcos es a la Salud Mental lo que Argiñano a la cocina, es decir, un comunicador nato. De esa gente que tiene un don para dar a conocer todo su saber con un vuelo bajo, apegado a la tierra, que siempre deja un poso de aprendizaje en quien le escucha. Curiosamente, buena parte de su legado en la gran urbe lo ha recogido una canaria, Virginia Barber, directora de la Salud Mental Penitenciaria. 10.000 presos están bajo su radar.

Hoy lunes me he acordado de estos profesionales de Salud Mental tras ver cómo bares de la calle Ledesma abrían y cerraban ante la imposibilidad de disuadir a los clientes de que guardasen un mínimo espacio ya vital, o como en la calle Somera, de Galdakao, docenas de personas hacían lo propio. Hoy he tenido que bajar a Bilbao por necesidad y he visto malas prácticas como para llenar un glosario. Y mientras esto ocurría, los informativos de la noche daban cuenta de un rebrote del coronavirus en Wuhan, Corea del Sur e incluso Alemania en plena desescalada.

Con este panorama, pienso que si complicada fue la ida hacia el confinamiento, más complicada se antoja la vuelta. Volver con garantías a casa habiendo estado en ella. Como el día de la marmota. Hay gente que está para que se lo mire un especialista y descubra, por fin, que el origen de la España vaciada no es cuestión de territorios sino está en algunas cabezas.

Berta Pontes:

Valladolid. La gente incumpliendo el confinamiento cuando ni siquiera hemos pasado de fase hace que nazcan en mi interior los insultos más feos que se me puedan ocurrir. Bueno, que nazcan no, porque de toda la vida he sido algo ‘palabrotera’, como le decían a mi abuela en el pueblo. Las palabrotas habitan en mí y las uso sin darme cuenta cuando estoy en un ambiente cómodo y relajado, con gente de confianza. Eso sí, en ningún trabajo o situación seria se han dejado ver. Detrás de la barra, poniendo cañas, nunca se me escapaba una, ni sirviendo las abrasadoras bandejas de lechazo, pero una vez pasaba las puertas de la cocina… Eso era otro mundo. Es difícil explicar ese sentimiento de odio a alguien que nunca ha trabajado de cara al público de una forma tan directa como siendo camarera. Lo que me ha tocado aguantar… Podría escribir un libro de relatos. Siempre digo que todos deberíamos estar tras la barra, al menos un mes, al finalizar el instituto. Así, habría menos maleducados y egoístas y más personas empáticas y con respeto hacia los demás.

Gorka Seco:

Obligada mención en el diario de hoy para mi primo Ibai, el que vive en Canadá. Con ese nombre, muchos pensarán que es vasco, pero no. Es nacido en aquel país americano, pero con familia vasca.
Hacía mucho que no nos veíamos el uno al otro. La verdad, nuestra relación ha ido en capa caída a medida que nos hemos ido haciendo mayores. Más mayores.

Recuerdo cuando pasabamos mucho tiempo juntos en verano. Que venían desde Canadá. En su casa de Medina, o en cualquier otro lugar. Daba igual. Nos lo pasábamos bien. A día de hoy, cuando coincidimos seguimos estando a gusto, yo por lo menos.

Ana Gil:

He comprado mi primera mascarilla. Quizás debería haberla adquirido antes, pero apenas he salido estos dos meses y he ido retrasando el momento. Hasta ahora, solo salía una vez a la semana para hacer la compra y en los horarios de menor afluencia. Las cinco de la tarde era la hora perfecta. Ventajas de ver la entrada del súper desde la ventana. El otro día me sentí desprotegida. No había mucha gente, pero decidí que había llegado la hora de comprar una.

En el camino hacia la farmacia, he reparado en la ferretería de Lehendakari Aguirre. Me ha llamado la atención el mostrador improvisado que han montado en la entrada. Los vendedores llevaban todo tipo de protecciones y estaban separados por varias mamparas de metacrilato. Los clientes se amontonaban en el acceso y de fondo se veía una tienda desierta. Me ha recordado a la estampa de las fiestas de mi pueblo, donde los bares ponen una especie de barra en la calle. Por cierto, aunque sea a 6.000 km de distancia y desde el otro lado del charco, muchas felicidades, Ainara.

Pablo Sáenz:

Recuerdo con detalle mi primera clase de Universidad. Comenzó con una palabra. ‘Refugiado’. Fue la palabra del año 2015 para la Fundéu. El profesor abrió la clase magistral con un discurso sobre la importancia de las palabras y la fuerza que adquieren con la connotación. Habló también del estudio de la semiótica con el significante y el significado. Terminó con lo más importante para un periodista: saber usarlas, dado que es nuestra mejor arma y/o herramienta. En los años siguientes vinieron otras como ‘postverdad’ (pocos la entendieron), ‘populismo’, ‘aporofobia’ o ‘microplástico’. En 2019 fue un emoji. Cada una hacía reflejo de lo sucedido en cada año. ‘El lenguaje construye realidades’. Fue la primera máxima que aprendí en Periodismo. Qué mundo el de las palabras ¿verdad? Es fascinante cómo pueden influir en nuestras emociones, en nuestra concepción del mundo, cambiar nuestra opinión sobre un conflicto o definir todo un año o, incluso, una era.

Tan solo han pasado cuatro meses y ya sabemos cuáles serán las candidatas a palabra del año 2020: ‘coronavirus’, ‘Covid-19’, ‘cuarentena’, ‘confinamiento’, ‘desescalada’, ‘distanciamiento’… Yo, personalmente, apuesto por la primera (y el primero) a llevarse todo el mérito.

Franklyn Amaya:

Por fin llegó el día de correr después de estar toda una semana solo caminando por el Parque Europa, debido a una molestia en la planta del pie derecho. Al inicio tuve un poco de temor que siguiera doliendo, hice algunas pruebas durante el estiramiento, todo marchaba bien, por suerte el reposo tuvo su efecto. Sin embargo, no puedo cantar victoria, porque la vez anterior no sentía nada de dolor al terminar de correr, y al día siguiente tenía dificultades hasta para caminar, espero que en esta ocasión sea distinto.

Laura Tambo:

Ojalá cuando ya no esté en este mundo, espero y deseo que sea dentro de mucho, la gente me recuerde de la misma manera que lo hacen algunos de los familiares a los homenajeados de nuestro proyecto. Me emociona escuchar sus historias, los momentos que compartieron, pero sobre todo las palabras de agradecimiento y amor que guardan hacia ellos. Ayer, mientras hablaba con uno de los hijos de una de las víctimas, me dijo que hay cosas que se escriben que no somos capaces de verbalizarlas. En ese instante no me detuve demasiado en aquello. Teníamos una tarea entre manos. Sin embargo, cuando colgué comencé a pensar cuanta razón tenía. ¿Cuántas veces habremos sentido cosas que de no ser porque las plasmamos sobre el papel somos incapaces de exteriorizarlas? Nadie nos ha enseñado cómo ni cuándo hacerlo. Algunos nacen con esa capacidad, otros la aprenden y hay quienes ni una cosa ni la otra. Yo me esmero por formar parte del segundo grupo.

Luis Ramírez:

Veía un video sobre ‘comfort food’ (¿comida reconfortante?) de diferentes personas alrededor del mundo. Creo que todos coincidimos en que comer nos hace felices, trascendió hace mucho tiempo el ser solo una necesidad humana y se ha convertido en un aspecto crucial de nuestras vidas. Pienso en mi comida reconfortante y solo se me pueden venir a la cabeza platillos elaborados por mami. Uf, qué difícil elegir. Creo que me quedaré con el arroz con pollo y el flan de coco. El primero porque me recuerda a cuando me iba de casa y ella se levantaba de madrugada a prepararme una ración para que cuando llegara a San José tuviera el almuerzo listo. El segundo porque es el postre de celebración por excelencia: cumpleaños, rezos del Niño, Navidades, cualquier excusa. Ambos porque saben a amor. ¿Cuál es tu ‘comfort food’?

Iván Benito:

Fernando Simón ha explicado que la incidencia del virus en Castilla y León se debe a la movilidad de la población a Madrid. Con afirmaciones como estás, calvo no se va a quedar. Casi 500.000 castellanos y leoneses viven en la capital. Obligados a buscarse el pan fuera de su tierra. Curiosamente, estos días se suceden artículos como ‘un panadero para 25 pueblos’ y me toca las pelotas. Esto no es noticia. Antes ya existía y seguirá siendo así después de la pandemia. Y también con los fruteros, carniceros y resto de gremios de la alimentación. Llevo mucho tiempo escuchando el refrán ‘a Madrid hay que ir, no hay que irse’ y uno de mis mayores temores es incumplirlo. Pido perdón de antemano, por si el destino, algún día, también me obliga a desarrollar allí más de un año de mi vida.

Irene Echazarreta:

Logroño. En estos días de ‘Fase 1’ lo que más agradezco es la tranquilidad. Evitar aglomeraciones y familias que salen a la calle. Ir a montar a caballo, avanzar por la pista, sentir que no se escucha nada, únicamente el cantar de los pájaros. Qué respiro. Poder disfrutar de hacer deporte en plena naturaleza. Al aire libre. Sin coches. Sin bicicletas. Sin ‘runners’. Sin paseantes. Solo More y yo. Nadie más. Y qué bonita nuestra soledad.

Mikel Huerta:

Santurtzi. Después de tantos y tantos días hoy he vuelto a sentir la libertad. Desde primera hora de la mañana me he propuesto aprovechar el día de una manera diferente después de tanto tiempo. Así que después de levantarme y dedicarle un rato al homenaje que estamos llevando a cabo, he bajado de ‘poteo’ con un par de amigos. Se nos ha aparecido la virgen a la hora de encontrar terraza porque entre los pocos bares abiertos y la cantidad de gente que las ocupaba era casi imposible. Había que aprovechar el buen tiempo, que poco ha durado, ya que después de comer han vuelto el frío y la lluvia. Pero la pretemporada sigue y el mal tiempo no es excusa para saltársela. Según han dado las 8, me he puesto la ropa de deporte y a correr por el pueblo. Piano piano. Mañana, si las condiciones meteorológicas lo permiten, toca subir al monte.

Fernando González:

Hoy se terminó la serie de la que he estado recapitulando un poco. Es verdad que el capítulo final no es el de Argentina, pero quería cerrar con este episodio. Argentina para mí significa mucho: fue el primer país que visité solo, hice grandes amistades en Córdoba y disfruté como un loco de sus asados. Por cierto, no hay mejor asado que el argentino, ninguno se acerca.

La selección de fútbol argentina se ha consagrado campeona en dos ocasiones, en 1978 como anfitriona y en 1986 en México. Es una de las selecciones por las que más cariño tengo y siempre me han gustado los futbolistas que han vestido la albiceleste. Jugadores de la talla de Daniel Passarella, Mario Kempes, Jorge Valdano, Diego Maradona, Oscar Ruggeri, Enrique Wolff, Jorge Burruchaga, Diego Simeone, Gabriel Batistuta, Juan Román Riquelme, Pablo Aimar o Lionel Messi.

La albiceleste es una selección que tiene siete mundiales sin lograr un campeonato y que en 2014 se quedó en la antesala por el título, al caer derrotada en la final del Mundial disputada en el estadio Maracaná 1-0 contra la selección alemana. Es verdad que esa final pudo haber cambiado si el árbitro italiano, Nicola Rizzoli, hubiera sancionado un claro penalti a favor de Argentina en la segunda parte del partido.

El Mundial de 2022 será el último de Leo Messi; sin duda no conseguirla sería un fracaso para Messi y la Argentina, al no conseguir ningún título mundial, a pesar de tener al mejor jugador de la historia del fútbol. Eso sería una verdadera tragedia.

Oihane Irazu:

«La fase 1 es como la 0 pero con cervezas», leía esta mañana. Y así es. Veinte minutos de cola en los ‘arkupes’ de la Plaza Nueva para coger sitio, hasta que de la nada han empezado a poner mesas a 5 metros de donde estábamos. Y ahí hemos ido (Javi y yo), al acecho. De 19:00 a 22:00 nos hemos puesto al día junto a Bego, a quien no veía desde hace más de dos meses. Y entre unas cosas y otras tres horas han pasado más rápido que nunca. Gin-tonic, cerveza y kalimotxo, era el primer día y había que celebrar la libertad (y que por un milagro de la vida habíamos conseguido sitio en una terraza). Y nos hemos dado cuenta que todo parece seguir como antes. Qué fácil nos acostumbramos a lo bueno. En una terraza, hablando y como si nada hubiera pasado. Aun así sigo enfadada con esta fase 0.5, por no poder ir legalmente a Santurtzi. Espero que acabe antes de lo previsto. Mikel, ya falta menos para ir a Mundaka.

Alba Rodríguez:

Deusto. Hemos dejado de salir al balcón. Lo que hace apenas un mes era el ritual sagrado de cada día ahora se ha ido desvaneciendo de manera gradual hasta desaparecer por completo. Primero dejamos de salir a aplaudir, porque algunos de mis amigos sanitarios me dijeron que no querían ya ese gesto, que ya no era para ellos. Después los curas del colegio de al lado de mi casa dejaron de poner música, lo que nos despojó de nuestros bailes mirando a la plaza de la comunidad con el resto de vecinos. Supongo que es buena señal que ya no sea necesario salir al balcón , pero me da pena. Espero que en unos años mire esos momentos espontáneos como una de las partes buenas de la cuarentena.

Paula Soroeta:

Hoy era el primer día en el que podíamos salir a una terraza a tomar algo. Todavía no lo hemos hecho, pero ya estamos pensando en ir a cenar el viernes o el sábado. Habrá que ver dónde porque teniendo en cuenta que en Gipuzkoa van a abrir solo uno de cada diez bares, no va a ser tarea fácil. Las medidas sobre esta primera fase en Euskadi van cambiando a medida que pasan las horas. Ahora ya no se puede quedar con amigos en una casa. No lo entiendo ¿por qué en una terraza sí pero en una casa no? Veremos mañana si nos levantamos con más novedades en este camino hacía la ‘nueva normalidad’.

Javier Cuesta:

La suerte hoy ha estado de mi lado, bueno, y del de Oihane. Ha sido el primer día en el que hemos podido salir a tomar algo y poder hablar sentados tranquilamente con unas cervecitas fría en la mano. No muchos bares estaban abiertos, pero hemos encontrado uno en la Plaza Nueva. Casualidad estaba abriendo en ese mismo momento. Hemos cogido la mesa más tapada por la sombrilla y nos hemos sentado como si fuera ayer la última vez que lo hicimos. A quien espero ver en mi próxima salida es a mi compañera Karen, que parece haber sido secuestrada por algún ser en su casa. Si no sale por sí sola, habrá que ir a buscarla.

Pedro Ontoso:

Hoy he vivido un día especial porque ha sido mi cumpleaños. Lo comparto con mi hermana Marieli, porque somos mellizos. A las seis de la mañana ya he recibido el primer mensaje y al filo de las doce la noche todavía estaba atendiendo llamadas. Para que les voy a engañar, lo que más me ha emocionado ha sido la videollamada con mis nietos, que me han ayudado a soplar las velas. A la comida ha venido mi hija Ane con su chico, Borja, guardando las normas, eso sí. En la mesa, lechazo, como mandan los cánones para un vasco con alma castellana. Y tarta de chocolate como la hacía la madre de mi mujer. Tenía antojo. Begoña la bordaba, hasta que se fue olvidando de todo por el maldito alzheimer. Era una forma de recordarla. Nosotros siempre hemos sido de celebrarlo todo, y con todos. Y casi siempre en mi casa. Por eso odio la mal llamada distancia social. Ha sido un cumpleaños en la intimidad. Cuando celebremos todo lo que tenemos pendiente va a ser tal el fiestón que las de Ibiza se van a quedar en reuniones de beatas. Carpe díem. Tempus fugit.

César Coca:

En realidad fue un tema del domingo pero es hoy cuando los compañeros hemos entrado con detalle en él. Hablo de la foto de Isabel Díaz Ayuso en ‘El Mundo’, posando como la Dolorosa. No es la primera vez que a alguien del mundo de la política se le ocurre algo así (o se lo plantean y lo acepta). Hace ya muchos años, Albert Rivera posó desnudo para una campaña –era el momento de la explosión del famoso 3% en Cataluña– en la que aseguraba que él no tenía nada que ocultar. Luego están las fotos de Soraya Sáenz de Santamaría también para ‘El Mundo’, y la vicepresidenta y las ministras del PSOE para una revista de moda, creo que ‘Vogue’. Y Juan Carlos Monedero descamisado. Hay más,me parece.

La pregunta es: ¿ganan algo con ello o es todo un delirio de asesores de imagen? ¿Díaz Ayuso posando como una virgen para un cuadro del Siglo de Oro obtiene algún beneficio o ha cabreado a parte de su electorado, católico practicante y poco dado a aceptar lo que puede parecer una burla?

Como se ponga de moda posar así (más de moda aún), llegará el momento en que a algún líder le propongan hacerse unas fotos como san Sebastián en la pintura de El Greco o alguna ‘lideresa’ como la Maja Desnuda de Goya. Al tiempo.

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.

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