Pablo Ariza:
¿Hay vida después de la muerte, Luis? Así acabábamos nuestra reunión pasadas las diez de la noche. La pregunta venía a cuento de que queremos hacer un programa respondiendo a dudas existenciales que nos hemos vuelto a plantear durante el confinamiento. Mira por dónde, cuando escribía estas líneas entró Marijo al cuarto para tender y le hice la misma pregunta. Nunca defrauda. «Si crees en la resurrección sí, otra cosa es qué clase de vida haya». Luis dijo que no, por si interesa. Un día con el diario en blanco y mis manos ya estaban ansiosas por volver a escribir. Sentir cómo se deslizan mis dedos entre el teclado de mi portátil es una sensación orgásmica. Veinticuatro horas he necesitado para recuperarla. «Siempre es necesario darse un espacio», me decía una conocida de Bilbao. Pues ya estoy de nuevo por aquí. Disculpen las molestias, por lo que veo todo sigue en su sitio. Es el día 29 de mi diario de cuarentena y puedo reconocer que estoy enganchado a mis propias líneas. Me alegro de saludarles.
Karen Pinto:
Hoy me ha llamado mi abuelita. Al hablar sobre los dos médicos fallecidos en Colombia, ella me ha dicho, de repente, y con una seguridad alucinante: «Entonces ya son tres doctores los que han muerto». Y me ha detallado toda la exclusiva. Ya me imaginaba de dónde provenía esa información, desde luego falsa, del mismo medio por el que ella me envía mínimo tres enlaces y unos ocho memes al día: WhatsApp. Le he dicho que deje de creer en todo lo que recibe y que, por favor –muy a lo colombiano–, no comparta esas noticias falsas. Se lo he explicado con voz sutil para no herir su sensibilidad de informadora. Esto, que parece una tontería, es un problema grande y muy complejo. Las ‘fake news’ no solo son inventadas por personas aisladas, también las generan grupos de poder, perfectamente organizados, que fabrican contenidos a su antojo con fines políticos, para desinformar y persuadir a la gente. Estamos en medio de una guerra informativa. Y es extremadamente difícil proteger a los usuarios, porque la mayoría de ellos recibe informaciones sin siquiera cuestionar de dónde provienen. También es una línea de estudio que ahora, con el enfoque del coronavirus, se está explorando con mucha más razón. Estoy cansada de ver tanta información basura, difundida, por cierto, en gran parte, por muchos medios oficiales. Y hay cientos de ejemplos pero, tengo que decirlo, uno de esos es Infobae. Vamos, que el tema da para una gran discusión. De momento, me conformo con que mi abuelita deje de hacerles fácil el trabajo a todas estas personas sin ética, grupos políticos y medios poco profesionales.
Cirilo Dávila:
El alto en el camino que hemos hecho en este diario durante una semana ayuda a coger algo de perspectiva. A veces, ya se sabe, los árboles no nos dejan ver el bosque.
Una vez oteado el horizonte, en función de los que nos dicen las autoridades, llego a la conclusión doméstica que nos adentramos en territorio desconocido. Sinceramente, creo que nadie sabe lo que nos aguarda. De momento, no hay futuro, solo presente. «Hoy es siempre todavía», escribía Machado. Mejor el poeta que los economistas, dada la natural querencia de estos para intentar interpretar el futuro hablando del pasado.
Como manda la tradición, en estos días de Semana Santa he hablado con el Hermano Mayor de la cofradía más antigua, la Santa Caridad. El Greco estuvo en ella. Lorenzo me reconocía una herida sentimental, pero asumida desde marzo.
En otro pueblo, en Arroyo de la Luz, en Cáceres, los vecinos me contaban la última ocurrencia del cura Acedo: celebró el ‘Corpus Christi’ desde el tejado de la iglesia, adonde se subió con ropa litúrgica para que la ‘bendición del Santísimo’ llegase a todo el pueblo. Hoy lunes de Pascua se ha levantado el aislamiento social del pueblo, cerrado a cal y canto desde hace un mes.
Y para redondear este lunes, el buque ‘Aita Mari’ ha hecho un último acto de servicio, rescatando a 47 migrantes frente a Malta, justo cuando regresaba a casa desde Siracusa. Le he enviado un abrazo a la tripulación a través de Mijangos.
Son gente que me da el pulso de la vida con sus historias, esos breves relatos que entretienen esta lenta espera. Nadie sabe hacia dónde vamos, pero bastante tenemos con vivir lo que nos queda.
Berta Pontes:
Valladolid. Empieza una nueva semana pero los ánimos no son los mejores. Los últimos días en casa han sido duros porque a Ónix le comenzaron a dar temblores en la cabeza. Hemos estado preocupados y pagando caras visitas al veterinario. No llegan a saber lo que es y hoy le han hecho análisis. Nosotros estamos preocupados porque es uno más de la familia, o el que más. La casa es suya, mi cama es suya y el sofá, prácticamente suyo. Es tan bueno y nos da tanto amor que todos los escenarios que hemos imaginado estos días nos aterran, pero hoy estamos algo más calmados porque no ha temblado su cabeza en todo el día.
Quién iba a decir a mis padres que iban a querer tanto a un animal. Ellos, que nos negaron a mi hermana y a mí tener una mascota y los Reyes Magos nunca nos concedieron el deseo. Ahora, nuestros días se centran en él y esperemos que no por mucho tiempo, al menos de esta manera.
Gorka Seco:
El confinamiento está ayudando a que muchas de las personalidades de nuestro país dediquen más tiempo a su público. Y eso significa que puedan participar en programas de televisión, en entrevistas o que inviertan más tiempo en las redes sociales con el objetivo de poder estar más cerca de sus seguidores. Creo que esto es algo muy positivo. Quizá sea un ejercicio de humanizar a esas personas que ‘adoramos’, y como nosotros se tienen que quedar en casa por el virus.
Tras estar en contacto con algunas personas que habían coincidido con él, ayer tuve la oportunidad de estar charlando bastante rato con Javi Salgado. Al margen de que la entrevista la utilizaré para un trabajo académico, realmente es una de esas que te hacen ilusión. Estuvo muy amable y contestando todas y cada una de las preguntas con un gran nivel de confianza.
«Imagínate tú con dos carreras, dos especialidades, una maestría y un doctorado. Te quedas en casa. Mientras el conductor de bus, el vigilante de tu edificio, el recolector de basura, el vendedor de supermercado… siguen siendo esenciales, y tú, no. Tremenda lección de humildad». Por último quería compartir este fragmento de una frase que he escuchado durante estos días. Tremenda es la realidad.
Ana Gil:
La próxima pandemia. Este es el título del reportaje de la serie documental ‘En pocas palabras’ de Netflix que me ha dejado boquiabierta. Ya conocía el formato. En 20 minutos abordan diferentes temas de una manera muy dinámica. Apunten la recomendación, no se arrepentirán. En este capítulo, varios expertos advertían de cómo podría surgir una próxima pandemia mundial. Decían que era inevitable. El documental está publicado en noviembre de 2019 y da en el clavo. Es obvio que los científicos contemplan las posibilidades, pero impacta. Aciertan en el lugar, la forma de expansión, las características y ya lo advertían: no vamos por el buen camino, no estamos preparados. Se ha convertido en una especie de premonición del coronavirus. «La madre naturaleza es la mejor bioterrorista, es una carrera y las apuestas no podrían ser más altas». El resto dejo que lo descubran.
Por cierto, el diario del Máster vuelve a su curso. Estos días he continuado en mis redes sociales como ejercicio personal. No se han perdido nada. El propósito de retomar la guitarra, una reflexión para aceptar nuestra inactividad, el maquillaje y unos vecinos recogiendo el pan desde su terraza con una caña han sido los protagonistas de mis líneas estos días. Seguimos.
Pablo Sáenz:
¿Qué hay de nuevo? Volvemos a reactivar las rotativas del diario del Máster tras el descanso. Han sido días de conversación y lectura. Esta Semana Santa he echado en falta las misas, aunque no las procesiones. Nunca me gustaron sus marchas fúnebres. Tampoco la tristeza de sus pasos. La procesión la llevo por dentro, como quien dice. El Domingo de Pascua es diferente. Un día de celebración para gritar ‘¡Aleluya!’ y ‘¡Gloria!’ y sentir la esperanza que nos es dada.
Hoy, en cambio, está siendo un lunes difícil. ¿Os habéis asomado a la ventana? ¡Menudo día tenemos en Bilbao! Ojalá poder disfrutar de cosas tan mundanas como un paseo junto a la ría, de una cerveza al aire libre en Pozas, o de una escapada a la montaña. No valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Mañana será otro día. Lo dicho: estamos de vuelta.
Franklyn Amaya:
Un día bastante productivo. Me he levantado de la cama a las 10 de la mañana, y luego me he preparado para desayunar un sándwich bastante cargado, mientras estaba pendiente de las noticias en la televisión. Al terminar me puse con los oficios de la casa.
Ya en la tarde he realizado dos entrevistas con unas fuentes que he venido contactando desde hace unos días atrás. Entre estas estuvo la conversación con un atleta olímpico de taekwondo, que me inspiró mucho porque me contaba los sacrificios que ha tenido que hacer y a las cosas que tuvo que renunciar para seguir sus sueños como deportista.
Y como de costumbre, por las noches siempre veo series en Netflix, en este momento estoy comenzando con una que se llama ‘Vivir sin Permiso’, que, por cierto, me tiene bastante enganchado.
Laura Tambo:
Después de unos días de parón en el blog del Máster, ya estamos de vuelta. Con más fuerza. Han sido unos días de reflexión y de impulso para volver a la carga. Ya os lo contaba por mis redes sociales. Pero de eso hablaremos otro día. Como ayer no tuve la oportunidad de escribir estas líneas y plasmarlas para este diario lo haré hoy. El Domingo de Pascua fue el cumpleaños de mi madre. Ella dijo que cumplía cuarenta, pero no sé porque me da a mí que nos la quiere colar… Cosas de la edad.
La mimamos un poco, como lo hace ella con nosotros cada día, aunque no celebremos nada. No creo que se pueda conocer un amor tan incondicional como el de una madre. No contempla lo imposible y recoge los abrazos más sinceros de la vida. Qué suerte tenerte. Ojalá pudieras ser eterna. Feliz Cumpleaños una vez más mamá. Aunque sea con retraso.
Luis Ramírez:
Lo bueno de esta rutina de no tener rutina es que puedo hacer o dejar de hacer alguna actividad sin remordimiento. Alterar la agenda del día. Dedicar más tiempo a lo que me gusta e ignorar lo que no me agrada. Lo malo de esta rutina de no tener rutina es que pienso en su origen y en su futuro, y eso me carcome la paciencia. Si tuviera que nominar una palabra como la palabra de mi confinamiento, así como si tuviera complejo de diccionario inglés, sin duda sería zozobra. Por dicha, recientemente los ánimos están a tope, hay motivación para seguir caminando, para seguir esperando.
Por cierto, este diario siguió sumando letras días atrás. En ‘Relatos en tiempos de pandemia’ han estado bien resguardadas. Si gustan, echan un vistazo. Tranquilos, el diario está en el cajón sin llave: https://bit.ly/balcon-luis.
Iván Benito:
Cinco días de confinamiento dan para mucho. Te nominan a tropecientos ‘challenges’ nuevos, te mandan quince mil vídeos por WhatsApp, ves hacer deporte a gente que en la vida te hubieras imaginado. Ahora todo el mundo es repostero. Y periodista, con el ego desbordado. Por ello me voy a permitir extrañar que el domingo ningún ciclista pasara por el Bosque de Arenberg. Que el ciclismo ahora es secundario. Sí. Que hay cosas mucho más importantes. Sí. Pero qué bajona. Mi momento litúrgico de cada año. Domingo de Roubaix sin Roubaix. Para colmo, con lluvia, algo que los nacidos a finales de siglo aún no hemos podido disfrutar. Además, estos días han aparecido las primeras novelas sobre el coronavirus. Nos van a aburrir.
Irene Echazarreta:
Logroño. En lo que mis padres, familiares y amigos denominan mi ‘templo’, mi ‘santuario’ o, por qué no, mi ‘cueva’ paso muchas horas pensando y reflexionando. Sobre mi rinconcito, más bien, mi escritorio, recaen mis pensamientos y mis ideas, siempre con el portátil y con un café en la mano. Estos días de atrás, caracterizados sobre todo por una pausa en las tareas del Máster, han servido para abundar en todo esto que os digo. Sobra tiempo y mi cabeza lo emplea en darle vueltas a las cosas. A aquellas que han acontecido, y a las que todavía están por llegar. Y qué bien. Pensar en las decisiones, en aquellas que tomamos en un momento determinado y que hacen que hoy estemos donde estamos. Felices.
Mikel Huerta:
Santurtzi. Un mesecito y con las pilas cargadas tras estas ‘vacaciones’ de Semana Santa de nuestro Diario, aunque las redes sociales digan lo contrario. Es curioso pensar cómo hace 30 días parecía algo imposible el hecho de estar un mes entero sin poder salir a la calle. Y bueno, aquí estamos. Sin volverme loco, aunque en ocasiones bordeando el límite de la cordura. Y es que puentes como este ayudan a no perderla. Yo nunca he sido muy familiar y de verdad que estos días he disfrutado mucho de su compañía. Por cierto, hoy me he puesto en contacto para participar como voluntario en un grupo de ayuda con los que más lo necesitan aquí en mi urbanización. Todavía estoy a la espera de respuesta. Siempre que se pueda hay que echar una mano, y ahora más que nunca.
Fernando González:
Pues después de unos días de descanso en casa, retomamos el diario. Fueron días, en mi caso, dedicados exclusivamente a la cocina. Preparé nuevas recetas y me he aventurado a este mundo culinario y es grato descubrir distintos sabores, además de realmente darme cuenta de que es algo que disfruto hacer.
Estos días santos me dieron la oportunidad de acercarme a mi familia un poco a través de distintas plataformas que nos permiten brincar las barreras geográficas que nos dividen. A pesar de los más de 9.000 kilómetros conversamos por muchos días. Ellos recién inician el confinamiento en Guadalajara. Mi padre me comentaba que mi abuelo está desesperado, ya que no puede salir a la oficina ni recibir visitas de sus hijos o nietos y eso le molesta. Seguro que don Carlos encontrará un pasatiempo. Durante estos días que estuve ausente fue su cumpleaños y tuve la oportunidad de hablar un poco con él y siendo sinceros me pone muy contento y me da tranquilidad el saber que está bien.
Durante esos días de ‘vacaciones’ por llamarlo de alguna forma cumplimos el primer mes de confinamiento. Espero que no sean más.
Oihane Irazu:
«Es una pandemia, no un concurso de productividad», leía esta mañana por algún lugar de alguna red social. Y qué razón. Estos días de parón en el diario –solo para algunos–, me he dado cuenta que cada vez queda menos. Queda menos para abrazar, viajar, disfrutar de una cerveza al sol, de la playa, de un café en una terraza… y mucho más.
La verdad es que tengo ganas hasta de madrugar. Este tiempo que llevamos encerrados me ha servido para darme cuenta de qué es lo que realmente importa en la vida, y en definitiva es ser feliz. Yo siempre he dicho incluso antes de que pasara todo esto –y Mikel y mis compis de Máster como Paulita, Javi, Laura, Irene, Alba y Karen lo saben bien–, que hay que vivir pensando que mañana te va a atropellar un camión. Como ley de vida. Y esta pandemia mundial me ha dado la razón. Reflexión personal. Dicho esto, otro día más de confinamiento superado.
Alba Rodríguez:
Deusto. Volvemos a las andadas después de un merecido descanso en este diario. Cinco días para reflexionar que, para mí al menos, se han pasado volando. No os voy a mentir, tengo ganas de volver a leer lo que algunos de mis compañeros hacen durante estos días de encierro, a pesar de que hablo con ellos todos los días y sé lo que transcurre en sus jornadas.
Este descanso ha sido algo frenético, y lo digo porque he dejado de escribir este diario, pero me he embarcado en nuevos proyectos. De algunos ya hablaré en futuras entradas, de momento hoy os explicaré el de las ‘suecadas’. Se denomina ‘suecada’ al remake de una película de éxito hecho por una misma. Es decir, una copia precaria, casera, artesanal y, al tiempo, o en consecuencia, creativa, cachonda e independiente de verdad. Caóstica, una asociación centrada en el cine y afincada en Bilbao, ha creado un concurso de ‘suecadas’ y, por supuesto, mis compañeras y yo hemos decidido apuntarnos. Mandaremos tres escenas, cada una firmada con uno de nuestros nombres, para tener más posibilidades de ganar, con lo cual todo mi ‘fin de semana’ ha consistido en grabar y editar casi ininterrumpidamente. Hoy es el último día de entrega, así que podréis ver los resultados de nuestro esfuerzo pronto. Es cutre, pero nos encanta. Espero que a la gente le guste tanto como a nosotras nos ha gustado hacerlo.
Paula Soroeta:
Volvemos con el diario de cuarentena. Hoy ha sido el cumple de mi ama y para hacerlo más especial mi aita ha pensado en pedir comida a un restaurante, así que hoy ¡nos hemos puesto las botas!: fua, arroz con carabineros, pulpo y patatas, riquísimo todo, ¡Ah! Y yo he hecho tarta de queso al horno, una receta de la Viña que hace una de las mejores tartas de queso del mundo. No es por echarme flores, pero la verdad es que estaba buenísima.
Estos días de descanso mis aitas y yo empezamos una nueva serie: ‘Bajo sospecha’, dos temporadas ¡menudo enganche¡, ya la hemos terminado, a ver a qué nos viciamos ahora.
Javier Cuesta:
Volvemos al diario. Los cinco días de ausencia han hecho de vacaciones en medio de toda esta locura. Con la esperanza de haber entrado en la recta final afrontó una semana más. Mentiría si dijera que no me he acostumbrado, casi me he olvidado de lo que era la vida anterior, ¿tomar algo en una terraza? ¿Qué es eso?
La vuelta a la normalidad va a ser impactante seguro, pero, por suerte, nos servirá a todos para disfrutar más de lo que antes dábamos por hecho. No podemos más que ver el lado bueno de esto, tomarnos este tiempo para reflexionar, pensar y, en definitiva, tomar decisiones sobre nosotros mismos. Con las pocas distracciones que tenemos no ha quedado más remedio que enfrentarnos a ello.
Pedro Ontoso:
Retomamos el diario de cuarentena tras una Semana Santa atípica en este 2020, el año de la peste. La Pasión estaba en los hospitales, en las residencias de ancianos y en los cementerios. Las procesiones las conformaban las filas de ambulancias, de coches patrulla y de vehículos fúnebres, con saetas laicas desde los balcones. Los cofrades, los cientos de voluntarios que han llevado calor a tanta gente sin afecto y sin recursos. Hacía tiempo que no seguía los oficios en el Vaticano, en una plaza de San Pedro desierta y desnuda, que yo he visitado con más de 50.000 personas a mi alrededor.
He leído en EL CORREO y he visto un reportaje en ETB sobre Jerusalén, firmados por Mikel Ayestarán, alumno nuestro del Máster y hoy magnífico corresponsal en Oriente Próximo. Hablaba del cierre del Santo Sepulcro, epicentro de la cristiandad, por el coronavirus. Lo visité hace unos años y fue una experiencia intensa y emocionante. Me sorprendió la historia de que la propiedad del templo es de dos familias musulmanas desde los tiempos de Saladino, el sultán que conquistó la ciudad en 1187. Una de ellas lo abría a las cuatro de la mañana y la otra lo cerraba a las siete de la tarde. Dentro duermen frailes de seis confesiones (católicos, coptos, armenios, etíopes, ortodoxos griegos y ortodoxos sirios, creo recordar) porque cada uno tiene a cargo una parcela y los otros no la pueden invadir.
Me fascinó la historia. En la fachada, debajo del alfeizar de un ventana, permanece inmóvil una escalera de madera de cedro desde 1757,cuando un sultán otomano estableció el Statu Quo sobre el reparto de propiedad para cada credo. Y como está en una zona común, nadie la ha movido. Se podría titular esta situación ‘Historia de una escalera’, pero no tiene nada que ver con la obra del dramaturgo Buero Vallejo. La escribió en 1949, pero tiene más actualidad que nunca porque trata sobre el egoísmo de la sociedad a través de una comunidad de vecinos. ¡Estamos viendo cada caso!
César Coca:
La Semana Santa más atípica de mi vida. Días extraños, en los que he conseguido apartarme del ordenador del trabajo durante 48 horas (sábado y domingo, porque el viernes tuve que reescribir la newsletter hasta tres veces), pero no ha sido fácil apartar la cabeza del monotema. A estas alturas de mi vida me pasa además algo que escuché una vez a un técnico de cine: que no disfrutaba de las películas porque estaba todo el rato analizando qué estaba bien hecho y qué estaba mal. A mí me sucede cuando escucho las intervenciones de Pedro Sánchez. Analizo los discursos y me cabreo, por la forma, con quien los haya escrito. Creo que necesito unas vacaciones. Pero de las de verdad.
En la parte más lúdica de estos días, el programa ha sido de lectura (lo último de Salman Rushdie) y más cine clásico. Han caído ‘Un hombre para la eternidad’ y ‘La fiera de mi niña’. Y en cuanto a películas más modernas, ‘El piano’ y ‘Las bicicletas son para el verano’, que termina con la célebre frase del protagonista, cuando ya ha acabado la Guerra Civil y camina con su hijo por Madrid: «No ha llegado la paz, ha llegado la victoria». Y otra que enlaza con lo que estamos viviendo: «Sabe Dios cuándo habrá otro verano». Perdón por el pesimismo.