Diario de cuarentena: Lunes 6 de abril de 2020

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Pablo Ariza:

A mí la mascarilla me empaña las gafas. Esa es la reflexión del día. Ahora tengo curiosidades: qué calor hizo la noche del domingo al lunes. ¿Lo notaron? En cambio, en el momento de teclear estas líneas escucho la lluvia entrar por mi balcón. Noto cómo inunda mi habitación de frescura y… No, a mí ese sonido no me inspira. Lo siento, miren que me gusta. Yo soy más de que la inspiración me pille escribiendo. En cualquier parte. Otra cosa es que grabar las gotas de agua resbalándose sobre las hojas de mi jardín me abra la mente. Me fascina el silencio de mi barrio cuando acaban los aplausos. Sepulcral. Ahí entramos mi cámara y yo. Carpe diem. Una nueva forma de meditar, hacer fotografías a las gotitas que hayan sobrevivido durante el día. Cada una con su propia historia. Si algún día quieren, las entrevistaré. Muchas se rindieron al caer el sol. Por si gustan, les comento que lo mejor del día ha sido ver a mis padres.  Ah, y mi hermano me ha preguntado si tengo Tik tok. En fin.

Karen Pinto:

He visto una escena inusual en ‘Ozark’. Nunca había visto una así en mi vida. Es atrevida e irreverente. A decir verdad, me ha gustado mucho por lo que significa. Se trata de una escena erótica entre una mujer de unos 67 años y un joven de 20, que están enamorados y, por supuesto, les ha gustado porque luego de ello se fortalece su relación. Creo que es rompedora en dos sentidos fundamentales: el primero, que ella es la persona mayor, y la sociedad machista nos ha enseñado que un hombre mayor puede estar con una joven y no al contrario; aunque tratándose de esa diferencia de edad puede parecer escandaloso en cualquiera de los dos casos, pero es aún más, precisamente, porque ella es la mayor.

Y, segundo, porque profundiza en el deseo sexual de las personas mayores. Al ver la escena, instantáneamente, me he acordado de Eguchi, el anciano protagonista de ‘La casa de las bellas durmientes’, de Yasunari Kawabata. En esta novela se relata sin pudor el deseo sexual de las personas mayores, que lo tienen, pero que parece tabú en la sociedad.

Y esto, a la vez, me ha llevado a acordarme de que en una ocasión hablábamos fugazmente sobre esto en una clase, de si los ancianos tienen deseo sexual… En ese momento pensé que sí y que es una obviedad porque, inmediatamente, otra vez, pensé en Eguchi. Pero entiendo que es un tabú, al igual que lo primero que escribí. Y por eso mismo es que me ha gustado, porque ha sido imprevisible y me gusta que la serie me sorprenda con reflexiones profundas.

Cirilo Dávila:

La crisis del coronavirus ha hecho que el resto de asuntos que antes nos ocupaban y preocupaban pasen a segundo plano, cuando no al destierro. Hoy he hablado con el presidente de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario, Iñigo Mijangos. El buque ‘Aita Mari’ tuvo que suspender a mediados del pasado mes de marzo la que iba a ser su tercera expedición de rescate en el Mediterráneo y he querido pulsar su estado de salud y, de paso, su ánimo.

Me comenta que el atunero reconvertido en buque solidario está atracado en el puerto griego de Siracusa. Mientras tanto, aún navegan a la deriva barcazas en alta mar. Los migrantes siguen llegando a las costas italianas y de Malta donde les esperan devoluciones en caliente. Mijangos se reconoce desbordado por la impotencia de ver nuevas crónicas de muertes anunciadas. La opacidad acompaña a estas mortajas. El drama ha desaparecido de la parrilla informativa. Ojos que no ven, corazón que no siente.

Ya hay dos campos de refugiados en cuarentena (Ritzona y Malakasa) y se está intentando acondicionar el de Chios, que se prevé pueda ser el siguiente, me dice.

Mijangos pasa el confinamiento en Bilbao, prestando teleasistencia. Desde ahí coordina al equipo médico de SMH que está en Chios, haciendo de la necesidad una nueva virtud. Si esta crisis nos ha pillado a muchos con el paso cambiado, a otros les ha sorprendido a la intemperie. Son víctimas por partida doble. Huérfanos de un destino y, ahora, también olvidados.

Berta Pontes:

Valladolid. Hoy, revolviendo en mi cuarto, he encontrado por casualidad un aparato con el que de pequeñas pasamos horas y horas: la diana. No recuerdo cómo llegó a casa pero sí las largas tardes que se pasaban volando gracias a ella. Su voz, que hoy nos irrita, antes nos hacía gracia y nos traía broncas por despertar a mis padres de la siesta. He perdido contra María, como siempre, pero nos lo hemos pasado bien y no está mal dar dinamismo a los días para hacerlos más amenos. Espero que no nos cansemos de ella rápido.

Ayer no lo puse porque escribí la entrada antes de cenar, pero tras llenar la tripa vimos ‘La historia interminable’. Mi madre llevaba días queriendo que la viésemos y ayer cedimos. Dice que a ella le encantó cuando la vio con 21 años. A mi me ha gustado pero por el mensaje y los valores que transmite, no por los efectos especiales. Eso sí, Fújur, el dragón, me ha enamorado.

Gorka Seco:

Se habla de que la posible fecha para que se juegue la final de la Copa Del Rey es el 5 de agosto. No sé si se trata de una propuesta seria, pero parece ser que esa día ‘está cogiendo fuerza’. Sinceramente, creo que el objetivo es lanzar una posible fecha al aire e ir viendo cómo se desarrollan los acontecimientos. Todavía ni sabemos cuando va a acabar el confinamiento, ni los estados de alarma. Sin conocer el futuro del virus, difícilmente podremos conocer nuestro futuro más inmediato y, mucho menos, lo que se podrá hacer y lo que no en el mes de agosto. Pero debo reconocer que el hecho de hacer un esfuerzo y proponer alternativas a las competiciones es algo positivo, aunque no deberían ser definitivas.

Ana Gil:

Hace dos años me tuve que ir de casa. Nos desalojaron como medida preventiva. Y ahora estoy encerrada para no poner en riesgo mi vida ni la de los demás. Justo lo contrario. El 7 de abril de 2018 nos tuvimos que ir del piso de erasmus donde vivíamos. En Bolonia. En nuestra calle encontraron una bomba de la Segunda Guerra Mundial. Dos portales más allá del nuestro. Más de 9.000 personas abandonamos durante un día nuestras casas para que extrajeran el artefacto. Fue de película. Mikel y yo nos fuimos a dormir a casa de nuestros amigos. Eso sí, peripuestos y con nuestros refrigerios para la noche. Hoy recibía la foto que nos sacamos antes de salir por la puerta. Llevábamos una mochila con el pijama y nuestra única preocupación era disfrutar de una noche de fiesta. Ahora la realidad también parece una película. De terror.

Nunca pensé que volvería a compartir otra experiencia con mis vecinos de Via Zanardi. Esta vez a 1474 kilómetros. A veces reflexiono sobre el carácter histórico que tendrá esta situación de la que somos partícipes. Un acontecimiento que viven millones de personas. Sigo sin creérmelo.

Pablo Sáenz:

Hoy le he ganado la carrera al despertador. Quince minutos antes de que dieran las ocho ya estaba en la ducha. Primer reto superado: despegarse de las sábanas y salir de su dulce embrujo. Antes del desayuno, una clase de yoga de 30 minutos dirigida por Xuan Lan en la pantalla del ordenador. «Inspira, dos, tres, cuatro…». El Pagasarri, arropado por un manto gris, preside la sesión de estiramientos matutinos frente a mi ventanal abierto. Aire puro. El ‘txirri-txirri’ repiquetea en el cristal. «Expira, dos, tres, cuatro…». Qué importante es respirar.

«Egun on, txiki». La kioskera de La Casilla tan simpática como siempre. Sigue sin llegar ‘Le Monde Diplomatique’. «Prueba mañana, txiki». Otra vez con lo de ‘txiki’. ¿Cuántos años me echará? Señora, que yo he conocido la peseta, por el amor de Dios. Respira, Pablo. Vuelvo con EL CORREO y ‘El País’. Leo que han dado con el coche de uno de los trabajadores de Zaldibar. Ya han pasado dos meses y, nada, sin rastro de ellos. Zaldibar, Coronavirus, recesión económica… respiremos.
El resto del día he olvidado respirar y la tarde se ha truncado con un rato de lectura fallido y un descuido en la cocina con la cena. Próximo reto: esquivar el embrujo de la dispersión mental, concentrarse y acordarse de respirar. Qué importante es respirar.

Franklyn Amaya:

Otro día más de confinamiento y no me la he pasado muy bien que digamos, quizás sea por el leve, pero constante dolor que he tenido toda la tarde en el costado derecho de mi cara y, que también me provoca dolor en el oído. Esto ya me ha pasado antes y, como siempre recurro a tomar un analgésico para frenar un poco el dolor, normalmente lo suelo hacer por las noches, ya que sin eso no puedo conciliar el sueño. Espero que se me quite pronto, porque llevo dos días seguidos con estos que ponen de malas a cualquiera.

Laura Tambo:

Como un bombo me han puesto hoy la cabeza los vecinos del piso de arriba. El ruido continuo del taladro y los fuertes martillazos han durado cerca de siete horas. Ininterrumpidamente. Al parecer el confinamiento les ha regalado mucho tiempo libre y han debido de comprar toda la colección primavera-verano de los muebles de Ikea. Voy a tener que echarle un ojo al catálogo, no vaya a ser que yo también me anime. Así podremos llevar a cabo un torneo en el que el primero que supere los decibelios permitidos saca la basura de ambos pisos. Como premio en plena cuarentena no está mal. Cinco minutos más de aire fresco. En fin.. espero que las remodelaciones las hayan dado por terminadas hoy, porque si no nos vamos a volver locos, pero de remate. Y no me hago cargo de las consecuencias.

Luis Ramírez:

Hay un momento por las mañanas en las que me siento completamente solo. Precisamente entre las 8 y pasadas las 9 de la mañana. Justo cuando procedo a escribir este diario. Es esa sensación egocéntrica de creerse el único ser vivo sobre la Tierra, pero también ese sentimiento desolador que da saber que no hay nadie a quien le preocupés o por quien preocuparse. Solo. Si nadie te piensa, no existís en los universos ajenos. Es fuerte sentir que a nadie le importás. Ya sé, ya sé, son tribulaciones de la mente, y ninguna persona te puede pensar si está dormida. Nadie me tiene ‘madrugando’ los días de cuarentena. Ya después de desayunar se me pasa. Gallo pinto, no soy digno de que entres en mi boca, pero una cucharada tuya bastará para sanarme.

Iván Benito:

La cuarentena ha cambiado muchas cosas. En Reyes, propuse a mi familia regalarles una bicicleta estática y todos se opusieron. Dos meses más tarde, todos se arrepintieron y ahora la hemos pagado entre todos. Desde que nos llegó, la estamos exprimiendo al máximo.

Esta tarde me ha venido mi primer recuerdo encima de una bicicleta. El colgado de mi tío me llevó con 10 años a subir a las Lagunas de Neila el día que terminaba allí la Vuelta a Burgos. Treinta kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. ¡Con 10 años! No habíamos empezado a subir y ya estaba reventado. Pero a medida que me acercaba a la meta, me crecía. La gente no paraba de animarme a cada pedalada que daba. «¿Por qué me dicen cosas si no me conocen?» Aquel ambiente me encantó. De regalo, el botellín de Amets Txurruka. La excitación del día me motivó volviendo a casa. Llegué sin un gramo de fuerza.

Hubiera agradecido unas torrijas como las que he preparado antes de cenar. Lo avisé.

Irene Echazarreta:

Logroño. Dicen que los días de confinamiento sirven para conocerse mejor a uno mismo. Es verdad. He necesitado tres semanas –pasadas– para darme cuenta de una –de las no tantas– manías que tengo, que no soporto escuchar a alguien resoplar. Es algo que me pone muy nerviosa, no sé si porque me inquieta el desconocer la razón que ha motivado el resoplido, o bien, si es porque hay veces que lo percibo como una llamada de atención. Es igual. La cuestión es que no consigo soportarlo.

Mikel Huerta:

Santurtzi. Otro día más. U otro día menos de lucha, de una lucha que esperemos que acabe porque la reproducción del virus en Corea del Sur, sinceramente me asusta. Estoy en un momento en que cualquier buena noticia es un como un pasito hacia la esperanza, pero una mala es como tres atrás en cualquier búsqueda de optimismo. Además las que ayer eran buenas noticias, hoy se vuelven trágicas. Como en la vecina Cantabria. En Santurtzi el número de contagiados ha ascendido solamente en cuatro según los últimos datos. Es una buena noticia, pero la esperanza de que mañana sean mejores se ve afectada por los precedentes de este maldito virus. Por el lado positivo y el más importante, la salud acompaña.

Fernando González:

Ha sido de ponernos al corriente con las actividades del Máster.  He terminado uno de los trabajos y ahora a trabajar en un segundo.

En la lectura continúo con el libro de Hiroshima y cada página  me sorprendo más de los estragos que causó esta bomba y como alguien conociendo el potencial fue capaz de lanzarla sobre una población indefensa. Definitivamente ese proyectil modificó la forma de planear las guerras. Si llegara a suceder una tercera guerra mundial sin duda este tipo de artillería terminaría con una gran parte de la población de los países involucrados.

Por la noche terminamos la cuarta temporada de ‘La Casa de Papel’. ¡Qué tensión!

Esta semana vuelvo a la cocina y mañana toca comprar los ingredientes principales para estas recetas.

Oihane Irazu:

Día 23. Ahora mismo estaría haciendo la maleta para ir mañana al aeropuerto y celebrar el cumple de Mikel en condiciones. Pero no puede ser. Pero bueno, ya lo celebraremos en octubre o cuando se pueda. Y si es al sol, mejor.

Por lo demás todo bien. ‘La Casa de Papel’ ya está vista y el día a día sigue igual. Ninguna novedad después de 23 dias en casa. Bueno, que mi gato ya deja ver con sus zarpazos que no le hace mucha gracia que estemos invadiendo su casa tanto tiempo.

Alba Rodríguez:

Deusto. Día de rodaje en casa. Mis compañeras de piso y yo nos hemos pasado prácticamente la totalidad de la jornada delante de una cámara para rodar un ‘videoclip’ y es el día que más me he reído en las más de tres semanas que llevamos de cuarentena. Incluso hemos grabado una canción parodia (en un estudio casero formado por la grabadora de voz del móvil de Elena y una manta que nos cubría para evitar el eco). Somos para darnos de comer aparte, la verdad.

Luego un par de horas de edición (gracias a Miguel del Máster por enseñarnos a utilizar el Premiere, sin ti esto no hubiera sido posible). Mañana grabaremos un par de escenas más y a subirlo a redes. Hacemos mucho el ridículo sí, pero nos lo pasamos muy bien, que ahora mismo es a lo máximo a lo que puedo aspirar.

Paula Soroeta:

Ayer fui a tomar algo con mis amigos a un bar al que no habíamos ido nunca. Estabamos charlando de nuestras cosas y de repente nos encontramos con Álvaro Morte más conocido por interpretar a ‘El profesor’ en ‘La Casa de Papel’, todavía no me lo creo. Al principio nos dio un poco de vergüenza acercarnos pero lo hicimos. No siempre te encuentras con un atracador tan inteligente. La verdad es que es un tipo muy majo y muy cercano con sus fans.

Evidentemente esto que cuento ha sido un sueño, cuando me he despertado y he sido consiente de ello… estos días estoy soñando cosas muy raras. A ver con quién o con qué me encuentro hoy.

Javier Cuesta:

Comienza una nueva semana. Me encuentro tranquilo frente a las 3 siguientes que nos quedan. Espero que el 26 sea el último día, aunque una vocecita me insista en lo contrario.

Tampoco hay que olvidar que estamos de vacaciones, tal cual. No serán las mejores vacaciones que podía esperar, pero tampoco están mal. Hoy tengo la mente en otro lado, como perdida en mi cabeza. Me distraigo con lo mismo de siempre, la originalidad se perdió hace tiempo. He comenzado a revisionar clásicos del terror, bueno, mis clásicos.

Pedro Ontoso:

Estoy recibiendo muchos mensajes y bastantes llamadas por el reportaje que publiqué el domingo en EL CORREO (Condenados por fuerza mayor) y en varias cabeceras del Grupo, sobre la diferencia de atención a los ancianos en los países nórdicos como Holanda y en los del sur, como España e Italia. Ha sido gratificante. Por alguna razón especial me he sentido parte de ese periódico de guerra que se está haciendo ahora en Bolueta e imprimiendo en Zamudio. Y me he sentido recompensado en mi profesión.

Es casi lo mismo que sentí cuando firmé mi primer reportaje ¡hace 46 años! Y fue también por estas fechas de Semana Santa. Lo publiqué en la revista corporativa de la empresa Unión de Explosivos, en la que trabajaba mi padre. En realidad todos la llamábamos ‘La Dinamita’, porque fabricaba explosivos y cartuchería. Hasta el equipo local se llama El Nitroglicerina (más tarde el Galdácano). La fundó Alfred Nobel y tiene mucha historia.

Lo cierto es que me llamó una tal Villa para que hiciera dos folios sobre la Pasión Viviente de Arkotxa porque aquella escenificación se realizaba en el barrio obrero de Santa Bárbara, propiedad de la fábrica, y la mayor parte de los que participábamos éramos hijos de los trabajadores. Recuerdo que de Apóstol San Juan hacía Mikel Lejarza, que años después sería conocido como ‘El lobo’, su nombre de guerra como agente de los servicios secretos cuando se infiltró en ETA. En otra edición de Jesucristo hizo Gabriel Inclán, que fue consejero de Sanidad del Gobierno vasco. Villa sabía que había empezado a estudiar Periodismo y me encargó el reportaje. Lo hice. No me cambió ni una coma y me lo pagó a precio de oro. Pensé que había elegido bien mi profesión. Pero lo que más me agradó fue la cara de orgullo de mi padre, porque en la fábrica y en la calle le paraban para decirle que habían leído el artículo que había escrito su hijo. Y eso no se paga con dinero.

César Coca:

Periodismo es esto: estar haciendo una entrevista al autor de una biografía de Waldo de los Ríos y que te llamen para que hagas otra… al obispo de Bilbao. Con la inestimable ayuda de Pedro, hacemos la gestión y para media tarde la entrevista está hecha. Nadie podrá decir que esta es una profesión aburrida y que no entraña variedad. Entre unas y otras, la jornada laboral ha sido larguísima y eso, cuando además todo ha tenido lugar en un espacio de unos pocos metros cuadrados, no garantiza un buen descanso, sino todo lo contrario. Pero es lo que hay.

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.

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