Diario de cuarentena: Martes 19 de mayo de 2020

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Pablo Ariza:

A mi madre y a mi padre les dedico este diario. El pájaro vuelve a volar del nido, otra vez con el miedo a seguir siendo precario y sabiendo que la independencia económica cada día se aleja un poquito más. Tiempos difíciles, dicen. Vuelvo a Bilbao, llevo años convencido de que aquel es mi sitio y sé que quedan historias por contar. Sí, también pueblos por descubrir. Sin mis padres no soy nada, ellos son (mi) vida. Pensarán más o menos igual que servidor. Se dedican a cumplir nuestros sueños y soy consciente de que mi vuelta a Bilbao no hubiera sido posible sin su ayuda económica. Ojalá el dinero no fuera importante, pero en el mundo real lo es. No me considero un vago, siempre que me han ofrecido algo ahí he estado yo echando horas como el que más, por suerte siempre relacionado con el periodismo. Tenía pensado dedicarles uno de los últimos diarios a las personas que también han hecho posible que yo esté tecleando este ordenador. Qué menos. «Si tienes que irte porque crees que allí vas a trabajar mejor, vete», mi madre. Siempre ellos.

Karen Pinto:

Desde que ha empezado el día lo he sentido diferente. He tenido una extraña sensación en el estómago, algo así como de nervios, o como si algo importante fuera a pasar. El simple hecho de finalizar mañana este diario de cuarentena me hace pensar que una etapa de mi vida está próxima a culminar… Y parece que fue ayer cuando llegué a iniciar esta aventura del Máster. La justificación a mi sensación ha llegado a las dos de la mañana con una notificación por Twitter: la ‘Catalan Journal of Communication’ me ha etiquetado en un tuit que dice lo siguiente: «New issue out! With articles by some of the finest scholars in Europe and the world. On ‘Black Mirror’, vernacular photography, twitter dialogues, the PAH movement, user-generated content on media sites, Egyptian influencers, and lots more!». Se ha publicado por fin mi artículo sobre la interactividad y los contenidos generados por los usuarios en los medios de tres países.

Leer ese tuit me ha llenado de mucho orgullo. Que esa prestigiosa revista científica me incluya en esas palabras es algo muy grande para mí, porque representa mi duro trabajo, no solo en la realización del artículo, sino de varios años de aprendizaje y dedicación, y hasta de sufrimiento en ciertas ocasiones. Escribo esto con mucha humildad y agradecimiento por los resultados que poco a poco voy obteniendo. Sé que en algún momento de mi vida, después de varios años, leeré este diario, y cuando eso pase quiero acordarme de lo orgullosa que estaba de mí misma y de mi duro trabajo. De cómo llegué a ese momento del futuro; sentada, quizá, leyendo estas mismas palabras que hoy estoy escribiendo en mi piso de Bilbao. Y entonces, recordaré con nostalgia y una sonrisa, esta etapa de mi vida en la que me han pasado cosas extraordinarias y he sido feliz, pero que ha sido empañada por una pandemia.

Cirilo Dávila:

Sin entrar en asuntos políticos, que para eso hay sesudos analistas, al pensar en la convocatoria de elecciones al Parlamento vasco prevista para el 12 de julio he repasado mentalmente todo lo que se necesita para organizarlas, a nivel local, y he terminado cansado. Me ha tocado hacerlo en varias ocasiones y resulta agotador, más por la presión que por el esfuerzo físico, aunque también hace falta tirar de riñón para mover más de una caja.

Cojamos el ejemplo de Galdakao. Que nada falte y todo esté a punto en siete colegios electorales con un total 38 mesas, a razón de cinco o seis personas por cada una de ellas, resulta un encaje de bolillos. Pocos son los que reparan en ese engranaje oculto salvo que un error mayúsculo eche al traste tanto preparativo y, como en la Nochevieja con Marisa Paredes, confundamos las campanadas con los cuartos.

Anécdotas tengo para pasar un buen rato, pero como hay que ser generoso con el tiempo de los demás solo contaré algunas. En una ocasión, una ‘mano negra’ intercambió el censo electoral de dos cajas y casi abrimos por culpa de ese lance los informativos de televisión. Sospecho quién maquinó a nuestras espaldas, pero agua pasada no mueve molino. Dejémoslo estar. En otras ocasiones, algún miembro de la mesa llegaba al colegio electoral como un punto y seguido a la parranda nocturna, como náufrago a la deriva, y una vez un lince se ausentó tras cobrar los 65 euros reglamentarios de la dieta. Este último terminó en el Juzgado, sin dinero y con un expediente abierto.

Por eso, y si difícil resulta en condiciones normales, no envidio a quienes les toque organizar esta nueva convocatoria cargada de medidas profilácticas. Les espera una jornada de las que hacen época y no solo por el resultado, sino por toda la miga que lleva el asunto.

Berta Pontes:

Valladolid. Volando. Así se me ha pasado el día hoy. Desde por la mañana, y tras el paseo de la mañana y el intento fallido de actualizar el DNIe de mi madre en varias comisarías, hemos estado confeccionando diademas, coleteros y demás ideas que se nos pasaban por la cabeza. Hasta dos riñoneras ha hecho mi hermana. Todo con la ayuda de mi madre, que siempre está dispuesta a todo. Ella se reinventa y de una mala situación siempre sale reforzada, como ahora. Eso he aprendido de ella y es de lo que más orgullosa estoy.

No me ha apetecido ir al parque de perros hoy y eso que hacía calor. Hemos llegado a los 26 grados y eso, en mayo y con el secarral en el que vivo (que me encanta, que conste) hace complicado respirar en la calle y más con mascarilla. Además, Ónix se ha pasado el día tumbado. El calor le aplatana.

Gorka Seco:

Parece que Euskadi se está acercando a la fase 2. Da un poco de miedo la velocidad que está empezando a coger la desescalada. Como es evidente, el confinamiento comenzó con muchísima precaución por parte de las autoridades. Hemos estado mucho tiempo metidos en casa. Hacinados. Escondidos del virus.

Asusta pensar que dentro de un mes podamos volver a estar como al principio. O incluso peor. Ojalá los datos sigan confirmando la desescalada. La duda está en si debemos seguir escondiéndonos del virus durante un año, dos o hasta que salga la vacuna, o si debemos convivir con el.

Ana Gil:

La vuelta a casa. Durante estos dos meses me han preguntado, no pocas veces, si iba a volver a Sangüesa, mi pueblo. La verdad que estoy acostumbrada a vivir fuera. He pasado periodos largos lejos de casa y siempre he sido una persona bastante independiente. Además, este año he hecho del diminuto piso de estudiantes mi hogar. Y esto se debe a la excepcional convivencia que tengo con mis compañeros, también amigos. Hoy hablando con mi madre he querido estar allí. Volver a mi sitio. Mi pueblo, mi familia, mis amigas. Ese es el lugar del que vengo y una siempre regresa a sus raíces. Aunque solo sea para coger un poco de aire y seguir. Ahora, creo que lo necesito. Esta cuarentena y embrollo de fases parece no terminar nunca y a este paso, volveré a casa por Navidad, como en el anuncio del Almendro. Esta tarde la morriña se ha apoderado de mí y he pensado en mi regreso. No sé cuándo será posible, pero mi cabeza ya planifica el momento.

Pablo Sáenz:

Hoy he conocido el Parque Etxebarria. Más vale tarde que nunca. He visto atardecer desde su colina más alta. Estaba siendo un momento bastante pacífico y gratificante hasta que han llegado varias patrullas de la Ertzaintza y han roto el silencio con su megafonía: «Arratsalde on, les recordamos que están prohibidas las reuniones de más de diez personas dada la situación actual y el estado de alarma». En ese momento todos los grupos ilegales se han disipado y, como hormigas, cada persona ha seguido su camino apresurada hasta alejarse del parque. La Ertzaintza, que ha llegado a última hora de la tarde, ha tenido que dar un toque de atención a todas esas personas que habían decidido dejar a un lado la ley y la distancia de seguridad. Más vale tarde que nunca.

Franklyn Amaya:

Ha sido un día sin mucho que poder contar, salvo por algunos trabajos del Máster que he culminado, y el típico paseo en las tardes por el Parque Europa. Sin embargo, no puedo negar que muchos pensamientos han inundado mi mente, reflexionando sobre dónde realizaré las prácticas profesionales, ahora que ya tenemos las opciones. Creo que será una larga tarea poder tomar esta decisión tan importante.

Laura Tambo:

Hoy ha sido un martes de lo más productivo. Me he levanto a primerísima hora de la mañana para acercarme hasta el Máster a ojear unos suplementos de los compañeros de años anteriores que nos hacían falta. Allí estaba Yenofa. Custodiando nuestra pequeña guarida, donde hemos pasado tantas y tantas horas. Qué ilusión haberla visto después de tanto tiempo. Algún día, más pronto que tarde, volveremos a llenar esos pasillos con nuestras voces y el Máster dejará de ser aulas vacías para convertirse en el circo de todos los días. Mientras tanto, seguimos trabajando en casa. Y precisamente a eso he dedicado el resto de la mañana. Bueno… a última hora he bajado a por el pan y he visto cómo se libraba una de las mesas del bar de mi plaza. No he podido evitarlo y me he sentado bajo los rayos del sol a tomar algo. Mi pequeño descanso. Luego vuelta a retomar lo que quedaba pendiente.

Luis Ramírez:

El porvenir es la incertidumbre más grande con la que aprendemos a vivir. No como la zozobra que vivimos a media pandemia, esa que nos derrumbó la falsa certeza de que tenemos todo bajo control. Ya esta última no existe, aparentemente necesita solo un término como ‘nueva normalidad’ para aliviar los dolores. No dejo de pensar que se trata de una curita puesta en la fisura de una presa a punto de estallar. Volvamos al porvenir, tan desconcertante como percatarse de lo efímeros que somos, lo fugaces, lo finitos, y aún así una de las palabras más llenas de esperanza hasta para los más pesimistas. Pensamos que el universo está de nuestro lado. Si estamos sufriendo, aliviará el dolor. Si estamos felices, nos llenará de más alegría. En el porvenir puede pasar cualquier cosa, pero, por más contradictorio que parezca, en nuestras mentes se forja el mejor de los escenarios. Que lo que esté por venir me dé paz, te dé paz, nos dé paz.

Iván Benito:

El 19 de mayo de 2008 es posiblemente la primera fecha que grabé a fuego en mi mente. Los hechos ocurrieron en la vecina Palencia, la gran desconocida y que recomiendo visitar. Aquel día el Cristo del Otero, la catedral y demás no me interesaron demasiado. Palencia y Burgos se jugaban bajar a Tercera División. Mi equipo llegaba jugando con un central de delantero, un lesionado por los golpes de su propia afición y un presidente a la fuga.

Los morados se adelantaron mediada la segunda mitad, pero el Burgos empató en el 82’ no sé muy bien cómo. Logroñés y Osasuna B ganaban sus partidos, y el empate no servía a ninguno. Ganar o bajar.

En la última jugada, el portero del Palencia sube a rematar el córner. El árbitro pita falta y el Burgos saca rápido. Le llega el balón al que era nuestro mejor delantero. 70 metros para correr sin obstáculos y con la portería vacía. Últimos 30 segundos. Lanza desde el medio campo. Balón a la red, pero a la que separa el césped de la grada. Final. Dos mil burgaleses llorando en el fondo sur de la Nueva Balastera y 6.000 palentinos hacían lo propio. Dos ciudades amigas condenadas mutuamente a los infiernos del fútbol. El Palencia desapareció, Burgos lleva 12 años de penurias con su equipo y un chaval de 10 años empezó a labrar su carácter.

Irene Echazarreta:

Logroño. Estoy agotada. Físicamente y psicológicamente. Y creo que eso es lo peor que puede suceder. Porque ni un pequeño descanso sirve para aliviar tanta tensión y preocupación. Tiempo. Lo que necesito es más tiempo. Más horas para poder responder con todas mis obligaciones. Ha llegado un punto que incluso hasta me agobia subir a ocuparme de More, cuando realmente es lo que más me relaja y reconforta. Pero este sentimiento se irá. Por supuesto que terminará. Seguro que mañana puedo levantarme pronto y terminar de prepararme todo lo que necesito. Ahora solo queda descansar y desconectar. O, al menos, intentarlo.

Mikel Huerta:

Seguimos con el proceso adaptación a la ‘nueva normalidad’. Y por fin después de tanto tiempo ya hemos podido venir a Mundaka. Cualquiera diría que han pasado 67 días desde se nos privase de nuestra libertad, pero siendo honesto, me atrevería a decir que a partir de las dos primeras semanas, los días han pasado con un ritmo vertiginoso. Aquí se respira otro ambiente muy diferente al de Santurtzi. Con eso de que Mundaka tan solo tiene 1.800 habitantes, no hay apenas restricciones y casi todos los establecimientos, a diferencia de Santurtzi, están abiertos. Eso sí, las mascarillas, los guantes, la distancia de seguridad, … siguen y seguirán siendo los protagonistas de la nueva realidad a largo plazo.

Fernando González:

Ha sido un día diferente. Hemos celebrado el cumpleaños de Amaia, que cumple 27 primaveras. Una celebración distinta y con un toque de humor, bromas y música. Siempre se disfrutan estos momentos.

La cuarentena como la conocemos va llegando a su fin. Cada día se pueden hacer más cosas y se pasa un poco más de tiempo en la calle. Al parecer vamos por buen camino en la recuperación de la pandemia.

Por la tarde he recibido mi revista ‘Líbero’, edición primavera, tenía toda la cuarentena esperando que me llegara. Para los que dicen que no hay buen periodismo deportivo, esto es un claro ejemplo de que lo hay. Justo en esta publicación hay un artículo que toca el tema del fútbol y la sociedad que me pareció de lo más interesante. Edición especial dedicada al ‘Trinche’ Carlovich y a Michael Robinson que fallecieron en días recientes.

Si tienen la oportunidad y les agrada leer de fútbol, esta es una de las mejores opciones para conocer historias insólitas.

Oihane Irazu:

Hoy comida por el cumple de mi aitite, 79 años, y está mejor que yo de salud. Prometió hace años que en sus 80, si coincidía con una final rojiblanca, nos invitaba a toda la familia. Hablándolo hoy, igual ha sido el destino, el chino que se comió el murciélago… o algo. Pero puede que aunque no lleguemos a la final de UEFA el año que viene, la final contra los del otro lado de la A-8 se juegue en mayo de 2021. Sus 80 con la familia y viendo ganar un título. ¿Qué mejor?

Por fin estamos en Mundaka. Ahora sí que sí se acaba el confinamiento. Con la playa a 50 metros de casa, la vida se ve de otra manera. Y el sábado vueltita por el mar con la embarcación. Y una barbacoa en la huerta. Son como unas vacaciones en Canarias pero gratis. Me quedaría aquí siempre.

Alba Rodríguez:

Deusto. Hoy al fin he conseguido poder ver a una de las personas que más he echado de menos durante la cuarentena, a mi padre. Os estaréis preguntando cómo, cómo si él vive en Cantabria y yo en Bilbao ha conseguido venir a verme. Mi padre viaja mucho por motivos de trabajo pero se ha tenido que quedar por Cantabria estos meses por razones obvias. Sin embargo, ya empieza a poder salir de su territorio con un permiso específico para ello. Pues mi querido padre ha usado ese permiso para venir a verme. Tenía que venir a Bilbao para trabajar y ha aprovechado para pasarse por mi casa. Solo ha estado conmigo una hora, ya que tenía que trabajar, pero ese paseo por la ría café en mano me ha encantado. Nunca había estado tanto tiempo sin verlo, ni siquiera cuando me fui de intercambio, así que lo necesitaba. Esperemos que no tengan que pasar otros tres meses para poder volver a verlo.

Paula Soroeta:

Hoy ha sido un día muy especial, el cumpleaños de mi amoña y lo hemos celebrado de la mejor forma posible. Comiendo en el Arrikitaun, uno de nuestros restaurantes favoritos de Donosti. Es un andaluz al que vamos siempre que podemos, se puede decir que es nuestra segunda casa y es que ya nos sabemos toda la carta de memoria y lo que vamos a pedir sin tener que pensarlo dos veces. El tiempo ha contribuido a perfeccionar este día redondo. Celebrar años en estos tiempos que corren es un auténtico lujo.

Javier Cuesta:

Poco queda por decir ya. Se nota que todo esto se acaba. Aunque aún queden tiempos difíciles por delante, lo peor ya ha pasado. Se nota mucho, en el ambiente, la gente está más contenta y ansiosa porque el mundo vuelva a ser el que era. Desde la distancia, lo recuerdo todo como un largo, larguísimo, fin de semana. Pero de los lluviosos y nevando, que terminas pasando en el sofá con una manta. Aunque en este caso hemos estado un poquito más que dos días y ha hecho un calor que ni en los mejores veranos… En fin, nimiedades.

Pedro Ontoso:

Hoy ha sido un día intenso. A las 8.30 de la mañana ya tenía a dos operarios en mi casa para cambiarme la caldera, que fue instalada con un defecto de fábrica. A las 11 tenía cita en Enekuri para el mantenimiento del coche. Ha sido la primera vez que me han tomado la temperatura con un aparato dirigido a la frente. También me han desinfectado el coche con ozono, incluido el exterior con un líquido especial. Supongo que es un ritual al que tenemos que ir acostumbrándonos. Luego me he metido de lleno en mi libro, que acabo de escribir esta semana. Ha habido días que le he dedicado hasta ocho horas, pero el grueso del manuscrito ya está hecho, a falta de algunas comprobaciones de datos y algunas correcciones. Se trata de una reconstrucción del Proceso de Burgos (1970), en el que seis miembros de ETA fueron condenados a muerte. He hablado con mucha gente y me he leído muchos libros y documentos. Lo enfoco desde el papel de la Iglesia, que fue fundamental. Fue el primer rejón al franquismo y la resurrección de ETA, que abrazó sin remilgos la violencia. Lo he titulado ‘ETA, ego te absolvo’ (ETA yo te absuelvo), sacado de una conversación entre un etarra y un cura, que le dice al pistolero que no se preocupe, que lo suyo está bien hecho, cuando el joven le plantea sus remilgos morales.Ahora la cuestión es encontrar una editorial que lo quiera y pueda publicar. Tenía una acuerdo semicerrado con una, justo la semana anterior a la declaración del estado de alarma, pero la pandemia ha puesto patas arriba a las editoriales. Estoy convencido de que lo veré en las librerías. Si algo he aprendido en este confinamiento es que hay que combatir el fatalismo y la pereza. El escritor Giovanni Boccaccio decía que vale más actuar exponiéndome a arrepentirme de ello, que arrepentirse de no haber hecho nada. Os invitaré a la presentación.

César Coca:

Estaba convencido de que el confinamiento se le había hecho muy largo a la gente. A mí, desde luego, me pesa psicológicamente y solo noto cierto alivio los días que puedo dar un paseo a primera hora de la mañana. Pues bien, para mi sorpresa, me entero de que hay muchas personas a las que se le ha hecho corto. ¿Cortos dos meses sin apenas salir a la calle y leyendo y escuchando cada día noticias sobre centenares, miles de muertos? Pues sí, porque, quizá debido a que muchos (me refiero sobre todo a la gente de edad avanzada) tenían experiencia de tragedias mayores, pensaron que iba a haber más muertos y que esto no se arreglaría ni en un año.

Recuerdo que cuando estudiaba Filosofía en Bachillerato uno de los autores que más me interesaron fue Henri Bergson, y su teoría sobre la complejidad del tiempo y la duración de los hechos. Creo que nuestro profesor simplificó mucho sus ideas para que las entendiéramos unos adolescentes más bien poco propensos a seguir sus clases, pero Bergson explicaría muy bien por qué a unos se nos ha hecho largo el confinamiento y a otros corto, o muy corto.

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.

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