Diario de cuarentena: Martes 21 de abril de 2020

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Pablo Ariza:

Cuando la conocí no imaginé que se convertiría en una persona tan querida. Siempre que nos vemos le recuerdo la servilleta que firmamos como acta de fundación del ‘Diario Siete Calles’ para la UPV-EHU. A mi amiga María Pontes le tenía que dedicar el último diario antes de volver a decirle ‘hasta pronto’ a Bilbao. Es su cumpleaños y ya nos hemos prometido que volveremos a ir a pueblos cuando esto pase. Sí, siempre pueblos. Ella tiene que enseñarme cuán ancha es Castilla, cómo no. Mañana ya escribiré desde Antequera, el corazón de Andalucía. Desde mi casa, vaya. A esto ha llegado la situación de incertidumbre. El no saber cuándo volveré me provoca frustración por la de cosas que dejo por hacer aquí. Tantos planes que se van postergando, tantas cartas que llevan más de un mes sin darse en mano, tantas sorpresas que circulan por mi cabeza cuando llega el horario búho. Tanto, tanto, tanto, que al final he decidido volverme a casa. Así que ahora esculpiré estas líneas desde una habitación con vistas totalmente diferentes a las de ahora. Ni mejores, ni peores, diferentes. Y por si quedaba duda, felicidades María.

Karen Pinto:

Mi lectura ha sido interrumpida por los gritos de la vecina del piso de arriba. Desde hace varios días escucho, a menudo, gritos como los que siguen: «¡Que eres un gilipollas! ¡Que te calles la boca, cojones! ¡Imbécil, no sirves para nada!» Intuyo que la vecina le suelta todo esto a alguien muy débil, porque las respuestas a estas voces regresan con un tono bajo; de hecho, casi no puedo distinguirlas. Más de una vez he estado a punto de subir y golpear la puerta para pedirle a esta señora que deje de gritarle así, pero todavía no estoy segura de a quién se dirige. Estoy cansada de escuchar tanta grosería y si he de ir a parar estas ofensas (o al menos a intentarlo), no es tanto porque me moleste el ruido, sino porque no soporto que alguien insulte a un niño o a una persona mayor indefensa. Si no lo he hecho, únicamente es porque ando en pijama y porque quizá me mande a paseo argumentando que no es de mi incumbencia. Pero le diría la verdad: que sus ofensas se oyen de forma aturdidora y que, si no para, tendré que avisar al administrador del edificio. Y por ahí igual le deslizo sigilosamente algo sobre la violencia familiar. Vamos a ver, voy a pensarlo, ya escribiré en este diario si voy y me recibe con cordialidad o –lo más seguro–, si me da con la puerta en las narices, con una mirada de odio y una propina de insultos.

Cirilo Dávila:

Hablemos, una vez más, del Gobierno. Una aclaración previa: estoy más enganchado a las comparecencias ministeriales que a las series de Netflix. Por una razón bien sencilla. La plataforma ofrece productos enlatados y las ruedas de prensa del Gobierno central son la antología de la incertidumbre audiovisual, pese al guión escrito ¿Qué nos dirán hoy? Es la pregunta que compartimos en casa durante el desayuno. No siempre cautivan, pero casi nunca defraudan.

Hoy martes nos han sorprendido con la libertad condicional para los menores, prevista a partir del domingo. Primero anuncian que dejarán a los menores ir a ‘pasear’ a los centros comerciales, bancos y farmacias, acompañados de un adulto. Y a última hora de la tarde-noche, cuando la cresta del tsunami de críticas ha alcanzado niveles considerables, se desautorizan ellos mismos.

Mientras el ministro Salvador decía «este gobierno escucha», Iglesias contraprogramaba en twitter, felicitándose por rectificar una medida de la que había participado en el órgano colegiado que es el Consejo de Ministros del que forma parte.

Reconozco que me acosté apesadumbrado. Tuve la misma sensación que experimenté en una ocasión cuando, haciendo la ‘mili’, fuimos a apagar un incendio en el monte y nuestros mandos nos desorientaron entre la maleza. Literal. No supieron interpretar lo que indicaba la brújula. Chamuscado y de regreso al cuartel, ya entonces pensé: «Si hay una guerra, ya sé quién la pierde».

Me resulta curioso, más bien desalentador, comprobar que a medida que avanzan las medidas sanitarias retrocede la autoridad del Gobierno, cada vez más cuestionado no por méritos del virus, sino por errores propios. Una pena de país. Sobran parados y faltan líderes.

Berta Pontes:

Valladolid. María ha cumplido 23 años hoy. ¡Qué mayor se hace la pequeña de la casa! Porque siempre será la enana. Un vídeo sorpresa que llevaba días preparando con una treintena de amigos felicitándola le ha hecho comenzar el día con fuerzas. La comida ha sido artesana y oriental: hemos hecho sushi casero. No somos chefs pero se puede decir que el resultado ha sido muy bueno.

Hoy hemos tenido nuestra primera clase del Máster a través de Internet. Seguimos avanzando el curso como podemos y esperemos tener pronto alguna solución, aunque sea orientativa. Todos entendemos que son tiempos complicados y que no es fácil gestionar nada, pero la incertidumbre está ahí.

La lluvia sigue cayendo en Valladolid como si el cielo se hubiese abierto. No me gusta nada que llueva pero ahora viene genial para que el campo coja el agua que necesita y al menos la cosecha vaya bien.

Gorka Seco:

Se podría decir que ya tengo la rutina de cada día más que establecida. Aunque depende del día pueda variar en relación a si es fin de semana o a los acontecimientos . Hoy ha sido un día de esos. He tenido que adelantar la rutina de ejercicio que suelo hacer por las tardes. A las 17 horas hemos tenido nuestra primera clase ‘normal’ desde que comenzó la cuarentena. ’Online’ evidentemente, con Igor. Gabinetes de comunicación. Ha estado bien. He podido ver a compañeros con los que no había tenido mucho contacto durante la cuarentena. Además, todo lo que sea adelantar materia sin tener que dejar de cumplir objetivos académicos creo que es positivo. Y esta asignatura es de las pocas que lo permite.

Ana Gil:

Han suspendido oficialmente San Fermín. Todos lo sabíamos, pero ver la noticia escuece. Hay muchas situaciones complicadas como explicaba ayer en estas líneas. Lo sé, no me malinterpreten. Pero como buena navarra es imposible no sentir pena. Desde que tengo uso de razón el 6 de julio es un día especial. El vídeo que el Ayuntamiento ha compartido con el hastag #LosViviremos ha conseguido erizarme la piel. Un montón de ‘momenticos’ han pasado a toda pastilla por mi mente. La nostalgia me ha hecho volver a las fotos. Este año el pañuelico y la faja se quedarán en el cajón. Con suerte, lo sacaremos a relucir en fiestas de Sangüesa. También dudo que sea posible. Habrá que esperar un año para disfrutar del chupinazo, las txarangas, los bailes, los fuegos, los vermús, las jotas y todo lo que rodea a una de las semanas más mágicas del año. Ya falta menos.

Pablo Sáenz:

Hoy el periodismo está de luto. Ha caído uno de los grandes: José María Calleja. Periodista comprometido con la libertad y la democracia que no dudó en denunciar los crímenes de ETA en los tiempos del terror. Tampoco le tembló la voz en defensa de las víctimas. Siempre será recordado como «aquel buen ciudadano que desafió el miedo desde la televisión pública vasca». Estas han sido las palabras que le ha dedicado José Antonio Zarzalejos –antiguo director de EL CORREO y, como el amigo fallecido, exiliado a Madrid por amenazas de la banda– en un breve pero emotivo obituario publicado en ‘El Confidencial’. «El valiente periodista que ETA no pudo matar», otra medalla honorífica que cuelga de su legado.

Jose Mari ha fallecido luchando contra el COVID-19. Vivió «siempre luchando», como él solía decir. Los que tuvimos el placer de conocerle y aprender de él sabíamos que era una persona peculiar a la que le fascinaban las pequeñas cosas. Disfrutaba del café y la lectura de una buena historia como nadie. Era, como él solía autodefinirse, «un buen cafetero». Desmenuzaba los reportajes palabra por palabra y las llenaba de sentido para sus alumnos: «Cada palabra debe ser seleccionada con rigor y tiene que aportar algo». Lleno de pasión por su profesión impartía clases en la UC3M, donde contagiaba e inculcaba su amor por el periodismo a los que el día de mañana tomaremos las riendas de este loco mundo.

Tuve el placer no solo de compartir aula con él, sino también barrio en Madrid. Como vecinos que éramos, solíamos cruzarnos por las calles de Moncloa. Algunas mañanas me lo encontraba en una cafetería del barrio enfrascado en un café y un periódico. Por si fuera poco, gracias al consejo y los ánimos de este ‘buen cafetero’ donostiarra nacido en León, sigo formándome como periodista en lo que un día me describió como «una de las mejores escuelas de periodismo que tenemos».

Hoy nos ha dejado, pero nos queda su legado, sus lecciones, su recuerdo y su máxima: «Tenemos que tener la dignidad y la valentía dos peldaños por encima del miedo». Descanse en paz, profesor.

Franklyn Amaya:

Qué interesante ha sido poder recibir una clase a través de la pantalla un ordenador, nunca había tenido la oportunidad de hacerlo y, la verdad, no estuvo nada mal. Ante esta situación de confinamiento, qué necesarias suelen ser estas alternativas telemáticas para avanzar con los contenidos retrasados, mientras puedes estar recostado en el sillón en la comodidad de tu casa, tomándote una rica taza de chocolate. Sin duda tiene muchas ventajas, aunque a mi gusto nunca podrá sustituir tener en frente la presencia del maestro, por mucho que los contenidos de la asignatura se presten para poder recibirlos de esa manera. Los niveles de concentración son distintos, pues las palabras cara a cara se asimilan mejor.

Laura Tambo:

Las mascarillas se han convertido en el nuevo objeto de deseo. ¡Y a qué precio! Casi nos hemos tenido que hipotecar cuando mi padre, después de una vuelta a la manzana para encontrarlas en una de las farmacias, ha dado con ellas y las ha comprado. Mientras, en algunos medios de comunicación, se sigue mostrando el descontento de la ciudadanía por la falta de regulación de su precio. Sin embargo, los responsables prefieren hacer oídos sordos.

Entre los otros miles de frentes abiertos que también tratan los medios acerca de la pandemia, se habla de las teorías conspiradoras del origen del coronavirus. Hay quienes comparten que el principio está en los murciélagos. Otros, que se creó de manera consciente en unos laboratorios chinos con el fin de que convertirse en un negocio para ciertas empresas. Hay un tercer grupo que apunta a los extraterrestres como los portantes del virus en la tierra. ¿Y tú con cuál de todas las especulaciones te quedas?

Luis Ramírez:

«Costa Rica, el país mejor calificado de América Latina en libertad de expresión y derechos humanos, constituye una excepción en una región corroída por la corrupción, la inseguridad y la violencia cotidiana contra la prensa. Los periodistas del país pueden ejercer su oficio tranquilamente y cuentan con un sólido marco jurídico en materia de libertad de expresión», destaca el más reciente informe de Reporteros Sin Fronteras. Esa pequeña nación centroamericana es además la séptima a nivel mundial. Estas noticias siempre llenan de orgullo, pero lo esencial es seguir defendiendo este privilegio del cual no gozan otros ciudadanos en el planeta. Aquí dejo constancia de mi compromiso con esa tarea, ejerciendo el periodismo con responsabilidad, rigurosidad y sensibilidad social.

Iván Benito:

Revisando unos textos del archivo histórico de mi pueblo, he encontrado una curiosidad. En 1918, el año de la gripe española, se saldó con cerca de 8 millones de enfermos y 230.000 fallecidos. En la provincia de Burgos sólo hubo un municipio sin ningún contagio: Moncalvillo. ¿Motivo? Nadie salió ni entró en el pueblo durante meses. Vivían 678 personas. En localidades cercanas, siguieron un procedimiento curioso que sirvió para curar a algunos enfermos. Se les metía desnudos en un horno de pan, dejando la cabeza fuera para darles agua mientras sudabna. A saber quién tuvo la idea, pero conozco a varios que 100 años más tarde se les habrá pasado por la cabeza algo parecido. Y es que yo tampoco creo que vayamos a cambiar después del coronavirus. Si acaso hay un giro, será de 360º.

Irene Echazarreta:

Logroño. «No nacimos para estar parados. Es nuestra naturaleza. Trabajamos al aire libre. Nos cruzamos, pero sin contacto. No te lo transmitimos ni nos lo transmites. Te necesitamos. Por eso pedimos que nuestros dueños nos puedan trabajar». Así ha expresado la Federación Hípica Gallega la dura realidad a la que nos estamos enfrentando aquellos que estamos dentro del mundo ecuestre. Los caballos, al igual que los perros, no pueden permanecer encerrados todo el día en casa. En este caso, no hablamos de un piso en el que se pueden mover dentro de un pequeño espacio, sino de una cuadra o de un ‘box’ de muy pocos metros cuadrados. Se trata de un escenario angustioso. Son animales y no pueden hacer un confinamiento como lo hacen los seres humanos. Necesitan tener un movimiento que garantice su propia salud. El problema es que no hay ninguna ley ni nadie que se pronuncie de una manera clara sobre esta cuestión. Aquí todo está en el aire y depende de la libre interpretación de las personas.

De momento, parece que no se ha aplicado la lógica, o más bien, la empatía, pues este escenario está derivando en lesiones y en grandes y urgentes problemas de salud que, en difíciles casos, no se podrán remediar. Ya no es cuestión de que pierdan la forma física –que, dentro de lo que cabe, es lo de menos, aunque sepamos que nos va a costar más de un año volver a la normalidad–, sino que es cuestión de bienestar animal. Pero nada. Ahora todo son ‘propuestas’ para habilitar el ‘buen manejo de los caballos’, que dependen del Consejo Superior de Deportes, que es quien tiene la competencia en este asunto. Sin embargo, ahí queda en el aire. Ninguna respuesta. Al menos, de momento.

Mikel Huerta:

Santurtzi. 38 días confinados, que se dice pronto. Aunque podríamos estar peor. Por lo menos no tenemos que vivir lo que nuestros abuelos. Y es que hoy he visto un documental muy interesante y recomendable llamado ‘La Guerra Civil, en color’, en DMAX. En Madrid no pudieron salir a la calle durante tres años, por miedo a no volver. Una bomba, una bala perdida,… en cualquier momento podían perder la vida. La cantidad de fallecidos provocados por el coronavirus son incomparables a los de la guerra. Y eso fue hace tan solo 81 años. La generación de nuestros abuelos. Esperemos que estos meses en cuarentena mundial sea la peor anécdota que tengamos para contarle a nuestros nietos.

Fernando González:

Un día menos de este encierro. Arrancamos una nueva lectura, en esta ocasión se trata de ‘El zorro’ de Frederick Forsyth, una novela que habla de espionaje, guerras informáticas y los gobiernos. Un nuevo género en mi experiencia.

Es oficial, cada día salen menos personas a aplaudir a las ocho, totalmente comprensible y normal tras más de seis semanas confinados. Por otra parte, el debate de los paseos de los más chicos de casa es muy interesante y quiero ver que tanto se respetan los pequeños paseos por parte de los adultos y no se termina por abusar. Al tiempo.

Ayer se dio el anuncio oficial de que las fiesta de San Fermín no se llevarían a cabo en sus fechas originales. Me ha tocado estar los últimos dos años y es una experiencia impresionante. Es algo que todo mundo tendría que tener la oportunidad de vivir. Mucho color, ambiente, música, personas y culturas en un mismo lugar.

No me quiero imaginar lo que sucederá el 6 de julio en Pamplona cuando, en lugar de estar en el chupinazo la gente esté en sus casas. Ojalá se puedan celebrar en otra fecha del año, aunque, siendo sinceros, no será lo mismo.

Oihane Irazu:

Hay que sacar el lado positivo a todo esto, y de momento tengo dos cosas en mente: los toros y el fumar. Se cancela San Fermín, y hace un mes y algo que no hay corridas de toros –a ver si de no torearlos se van a extinguir como dicen algunos–. San Fermín, esas fiestas a las que nunca iré por utilizar a animales para lucrarse. Si la gente tuviera mas empatía hacia los animales todo iría mejor. Me alegro de la cancelación, me alegro mucho. Y de que todavía no haya corridas de toros también. No voy a explicar mi opinión sobre este asunto porque podría escribir siete páginas, pero en definitiva dire: quien es cruel con los animales no puede ser buena persona. Y fumar. Hoy solamente he fumado tres cigarros. Y eso para mí es como un récord histórico. Qué contenta estoy. En fin, ya falta menos para que todo esto acabe. #LoEstamosConsiguiendo.

Alba Rodríguez:

Deusto. No será hoy uno de esos días de cuarentena que recordaré dentro de unos años. No me pararé a pensar en la jornada de hoy cuando todo esto acabe. Lo único reseñable del día ha sido la primera clase ‘online’ del Máster seguida de una partida de parchís ‘online’ con Karen y Javi. A eso se han reducido mis días, a que lo más emocionante haya sido ir a clase y jugar a un juego que hace unos meses hubiera detestado y tachado de pasatiempo para señoras mayores.

Por otro lado, Elena y yo ya hemos empezado a planear el que será nuestro primer viaje después de la cuarentena (en cuanto se pueda volar al extranjero). Queremos ir a Bérgamo y a Crema, dos ciudades (Crema más un pueblecito) en el norte de Italia, cerca de Milán. En estas dos localidades se rodó ‘Call me by your name’, una película que nos encanta a ambas, así que hemos decidido que queremos ir allí. Vuelo a Milán, alquiler de un coche y a recorrer los paisajes italianos juntas mientras pensamos en Elio y Oliver, los protagonistas del filme. A ver cuánto tenemos que esperar para que podamos llevarlo a cabo.

Paula Soroeta:

Otro día más sin novedades. Como dice el dicho ‘no news good news’. La verdad es que no tengo nada interesante que contar; es lo que tienen estos días, que no dan para mucho. Hoy hemos dado nuestra primera clase virtual desde que comenzó el confinamiento y aunque al principio ha sido un poco caos al final ha salido muy bien. Llevo días pensando en si ir a ver a mi amoña o no, no consigo decidirme. Pero bueno, como os he dicho, no tengo nada interesante que contar y además tampoco estoy muy inspirada, veamos si el día de mañana nos da para más.

Javier Cuesta:

Hoy ha sido un día extraño. El cumpleaños de mi aita, estrenando los 60, y la clase ‘online’ han hecho de hoy, un día extraño. Esta nueva realidad me tiene cansado y deseoso de que termine. La incertidumbre sobre lo que vendrá tampoco ayuda, tantas dudas sobre cuándo o cómo terminará esto me deprimen un poquito más. Pero yo me quedo con lo bueno del día, y lo mejor de todo ha sido ganar al parchís a Karen y Alba. La suerte estaba hoy de mi lado, cosa extraña. Esa ha sido mi mayor proeza del día y, a estas alturas, mucho me parece.

Pedro Ontoso:

El día había comenzado tranquilo. A mediodía llegó el mazazo. ¡Ha muerto José María Calleja! ¡Por el coronavirus! Era la voz agitada de mi mujer, plantada frente a la televisión. No me lo podía creer. Solo tenía 64 años. Tuve mucha relación con él, como colegas y por mi responsabilidad en la sección de Opinión de EL CORREO, en el que colaboraba desde hace mucho tiempo. Hace unos meses me invitó a presentar mi libro sobre ETA y la Iglesia vasca a sus alumnos de Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. Quedamos, como los paletos, en la misma Puerta del Sol, y luego cogimos un tren de cercanías para ir hasta el campus de Getafe. Inevitablemente, tuvimos que recordar los años duros en el País Vasco, cuando ETA asesinaba periodistas. Él se tuvo que marchar cuando la organización terrorista estrechó el cerco. Dirigía el ‘teleberri’ de ETB y pronto destacó por su lenguaje directo contra la banda. Hablaba de terrorismo, no del eufemismo de ‘lucha armada’. Puso el lazo azul en la pantalla cuando secuestraron a Aldaia. Siempre tenía una cámara a mano para enviarla a las concentraciones de Gesto Por la Paz. Era un periodista valiente, que sabía que se jugaba la vida y el puesto de trabajo en aquella televisión, entonces hostil y sectaria, que dirigía un líder local del PNV muy cercano al brazo político de ETA. Lo empujó para que se marchara. «Tu beligerancia contra la violencia me plantea problemas en mi entorno», le dijo, «y hace que me sienta incómodo». Era 1995 y una parte muy importante de la sociedad vasca miraba hacia otra parte. Me lo recordaba Calleja en nuestro último contacto, hace poco más de un mes, cuando me llamó para presentar su último libro, ‘Lo bueno de España’, en el Aula de Cultura del periódico.El periodista de Ponferrada nunca se puso mascarilla y quitó a muchos la careta. Reflexiono sobre todo ello hoy, el primer día que he usado mascarilla. Ha sido asfixiante. Como aquella sociedad que dio la espalda a José María Calleja, un periodista como la copa de un pino.

César Coca:

El aniversario del nacimiento de Lenin es el 22 de abril, pero unas horas antes he tenido un día muy ‘leninista’. A través de twitter, una persona a la que no conozco (imposible, cuando su nombre en la red puede ser el de un perro o un nuevo virus) me acusa de hacer apología de un dictador y me asegura que ha sentido ganas de vomitar. Cuando le respondo que si decir que gobernó el país con puño de hierro y que justificó la violencia política le parece una apología, no me contesta. Luego otro usuario de la red que tampoco se identificaba ironiza con el comentario «Informando sobre Lenin». Después de preguntarle si ha hallado algún error en el texto, me contesta que él no ha dicho eso. Le respondo que mi tuit venía a cuento de que la calidad de un reportaje se mide por la veracidad de su contenido y el nivel de la escritura y quería saber si tenía alguna queja de ello. En ese momento, me bloquea. Lo pongo en un tuit y un profesor de la UPV/EHU me informa, después de decirme que no me pierdo nada (ya había puesto en mi tuit que no iba a dormir esta noche), de que ha escrito un comentario sobre mí lleno de tacos.

A estas alturas de mi vida, estas cosas no me alteran lo más mínimo. Me afectan las críticas cuando vienen de personas que aprecio o a quienes, aunque no tenga una relación de amistad, reconozco autoridad moral y profesional. Pero he aprendido a permanecer indiferente ante lo que comentan quienes no se identifican. Y si les contesto, al menos en primera instancia, es por educación.

Es lo que tiene este mundo de las redes sociales. Hace mucho tiempo, cuando aún no existían pero internet ya estaba en auge, Román Gubern me dijo que ahí se pueden encontrar las joyas de la abuela, pero lo más habitual es que solo tropieces con las basuras de toda la vecindad.

P.S. Ha muerto José María Calleja. No le traté mucho pero supe de sus peripecias en la lucha contra el terrorismo, de los problemas que tuvo con sus propios compañeros (al menos, con algunos) en ETB, de las amenazas sufridas… Un ejemplo de integridad.

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.

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