Diario de cuarentena: Martes 7 de abril de 2020

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Pablo Ariza:

La fuerza para escribir este diario de confinamiento no siempre te la da la pasión por contar cosas o las ganas de no fallar algún día. Estoy seguro de que esto tendrá un valor incalculable en la historia que estoy escribiendo. Sí, la de mi vida. Y el encierro debido al COVID-19, será una de ellas. Me decía un amigo el otro día: «Esto va a cambiar nuestra forma de ver el mundo y relacionarnos». No paran de repetir eso en muchos sitios. Que no seremos los mismos. Pero, ¿alguien ha pensando un plan para cuando esto acabe que no sea de lo más mundano? Al menos yo no, el mío es coger un autobús y que me lleve a la Rioja Alavesa o a Elanchove. O volver a Antequera unos días, claro. Ver a mis abuelos también, por supuesto. ¿Ven?, no son planes difíciles. No hace falta que cambiemos tanto. Disculpen, creo que el diario del Máster va a parar unos días. Para quién desee seguir al tanto de mis líneas de cuarentena, seguiré publicando en mis redes sociales y actualizaré diariamente ‘El balcón de Pablo’: https://bit.ly/balcon-pablo

Karen Pinto:

El hombre es un ser social por naturaleza. Sí. Pero, ¿qué significa realmente eso? En un concepto idealizado diría que es la construcción de un espacio justo de convivencia para todos. Pero la realidad es otra, y muy distinta. La realidad es que hemos construido un mundo egoísta y ahora mismo, como en repetidas ocasiones a lo largo de la historia, estamos viviendo los resultados. Por una parte, nos damos cuenta de que somos frágiles, y mucho, como las hormiguitas indefensas que alguna vez todos hemos pisado; que somos una parte más del planeta tierra y que, además, somos vulnerables y no superiores a los demás seres vivos como se ha creído desde que Kant lo sentenció.

Por otra parte, vemos que hay una feroz injusticia, porque todos contamos con diferentes medios para enfrentar la pandemia, ya sea por países, ciudades, familias o personas. Y esa triste realidad se ha convertido en algo cotidiano. En estos momentos me siento privilegiada, al igual que la mayoría de personas que conozco, pero tristemente pertenecemos a una minoría en el mundo.

En estos días mencioné que estoy saturada de noticias malas, pero las seguiré leyendo durante toda la cuarentena. No voy a alejarme mentalmente de la realidad, porque no quiero olvidar en dónde estoy y eso lo hago viendo en dónde están los demás. Y creo que, como mínimo, les debo eso a todas las personas que salen en las noticias luchando por sobrevivir y, no solo contra el virus, sino incluso contra el hambre.

Cirilo Dávila:

Estaba tentado de hacerlo desde hace unos días, pero la prudencia me aconsejaba posponerlo. No veía el momento de llamar a un viejo conocido, uno de los hombres más solicitados en España desde hace casi un mes. Quería sumarme a las innumerables felicitaciones que seguro le han gratificado. Él, un hombre sensible, pero de corteza dura.

Coincidimos hace unos años, en el ejercicio del periodismo deportivo, redactando crónicas de atletismo. Y más al detalle, en una tarde de primavera. Fue el día en el que un mito, Edwin Moses, perdió su imbatibilidad y se hizo humano, en los 400 metros vallas. Ocurrió en el estadio Vallehermoso, a manos del joven Danny Harris (1987). Moses llevaba nueve años, nueve meses y nueve días sin conocer la derrota. Aquel día, tropezó en una valla y Harris no solo ganó, sino que fue ascendido a los cielos. «Yo estuve allí», fue la divisa que nos acompañó al grupo de periodistas que, atónitos, presenciamos la gesta. En la víspera, Harris me había concedido una entrevista exclusiva. La fiesta posterior en el hotel Mindanao fue, digámoslo así, olímpica.

Hoy, por fin, me he decidido a llamarle. Recuerda el episodio de Vallehermoso como si fuera ayer. Siempre ha sido un privilegiado de memoria fotográfica. Cuando necesitábamos un dato, ahí estaba él. Sigue amando la soledad, aunque no es un hombre solitario. Amigo de sus amigos. Ahora, cada día a las ocho, también sale al balcón para aplaudir y emocionarse cuando alguien pone de fondo ‘Resistiré’, el himno de nuestro confinamiento. La letra la compuso Carlos Toro y es mi viejo conocido.

Berta Pontes:

Valladolid. Hoy he vuelto a dedicar el día a escribir e investigar. Tener algo que hacer me gusta y me mantiene activa a la vez que motivada. Ayer, Pedro recordaba cómo vivió su primer reportaje publicado y me he sentido un poco identificada. Es gratificante que conocidos y amigos te feliciten, pero también lo es cuando personas reconocidas y con un papel importante en la sociedad lo hacen. Desde que acabé la carrera me considero periodista, pero me definía mi profesión real: camarera. Ahora puedo decir que estoy empezando a ser periodista. Sé que el camino es largo y duro pero, como todo, con esfuerzo una va avanzando y abriéndose camino.

Gorka Seco:

195 millones. Ese es el número de empleos que, según la Organización Mundial del Trabajo, se van a perder a causa del coronavirus. Y nosotros estudiando para poder encontrar uno. Rectifico. ‘Uno’ que esté relacionado con el Máster, intuyo.

En estos momentos se me ocurre pensar de qué manera se originó este caos. ¿Cuál y cómo ha podido ser el preciso instante que infectó por primera vez a una persona de coronavirus? Dicen que ya no es tiempo para lamentaciones. No lo son. Pero, realmente, sí me gustaría saber cómo empezó todo esto.

Ana Gil:

El insomnio se ha apoderado de mí. Evoco una novela que leí en la adolescencia en el instituto. Creo recordar que era segundo de la ESO. No recuerdo bien la historia, pero se llamaba ‘Noche de alacranes’. El libro contaba las reflexiones de una joven que no podía dormir. De ahí el título. No sé por qué incluyo esta referencia absurda, pero mi subconsciente la ha trasladado a mi mente. Mis rutinas de sueño se han trastocado totalmente. Siempre he sido nocturna pero ahora no solo he perdido la noción del tiempo. También la del sueño. Hay días que no consigo acostarme antes de las 4, supongo que la inactividad tampoco ayuda mucho. Un día más escribo estas líneas desde mi cama de madrugada. Ya toda una tradición de la cuarentena. Mi propósito era ver la superluna rosa. A las 4:35 brillará en su máximo esplendor. Desde mi ventana veo a mi vecino de enfrente fotografiar el cielo, supongo que él la ve. Aquí ni rastro. Parece que tendré que conformarme con ver las fotos cuando despierte de mi particular noche de alacranes.

Pablo Sáenz:

En mayo saldrá a la luz el número anual de ‘Dignitas’, la revista online sobre derechos humanos y relaciones internacionales de la Universidad Rey Juan Carlos I de Madrid. Os cuento esto porque este año aparecerá mi firma en una recesión literaria en la que he estado trabajando durante la cuarentena. He expuesto y desmenuzado las ideas de ‘Matar por Irlanda: el IRA y la lucha armada’, de Rogelio Alonso. Un libro que me ha mantenido sumergido varios meses en los ‘Troubles’ de Irlanda del Norte y en la mentalidad del terrorista.

Hoy, por fin, he dado por terminada la recensión. Ya solo queda esperar a su publicación. Espero que para entonces ya estemos, como dije días atrás, oliendo las flores. Por cierto, he hecho una lista con todas las cosas que quiero hacer según termine la cuarentena. Ya os hablaré de esto en otra ocasión. Parece que hay un descanso en el diario del Máster, aún así seguiré con estas líneas diarias en mi blog personal: https://holdenhunting.wordpress.com/

Franklyn Amaya:

Un día más de confinamiento, un día casi calcado a los demás desde que se ha decretado el estado de alarma. Pero este día tuvo algo particular, algo que nunca antes había hecho en mi vida. Sacrificar una noche de sueño por estar viendo una serie, en este caso la cuarta temporada de ‘La Casa de Papel’. Fue una jornada maratónica, pues comencé desde las 9 de la noche hasta las 5 de la mañana. Es la primera vez que me engancho de esta manera, solo me he despegado de mi ordenador para ir en dos ocasiones al baño y, para buscar algo de comer en la cocina.

Justo cuando el sueño me estaba venciendo, he recordado que no había escrito el diario de confinamiento, por lo cual me levanté de la cama y me puse a escribir, pues no me siento capaz de despertarme a las 9 de la mañana para hacerlo. Mejor me extendí un rato más y tener la tranquilidad de dejar cumplidos mis deberes.

Laura Tambo:

La rutina me salva. Al principio creía que era mejor improvisar las próximas veinticuatro horas, cada día de la semana, de lunes a domingo. Dejando que todo fluyera sobre la marcha. Pero me equivoqué. Una vez más. Como tantas y tantas a lo largo de mi veintitrés años. ¿Veintitrés eran?. Yo no sé si seré la única, pero esto de clavar la edad cada vez me cuesta más.

Pero a lo que iba. Me he establecido una especie de calendario, para poder organizarme todas las tareas que quiero ir realizando cada día. Hoy me ha tocado trabajar en las del Máster durante gran parte de la mañana. La otra la he dedicado a nuevas aventuras de la escritora valenciana de la que os hablé hace apenas unos días. Que gran talento y capacidad el de esta mujer. La tarde se me ha complicado y he tenido que adaptar los quehaceres. Siempre con imprevistos. Así no se puede ser formal.

Luis Ramírez:

Apenas me desperté comencé a rebobinar el sueño que había tenido esa noche. ¡Qué frustrante es cuando nos acordamos que tuvimos un buen relato onírico, pero luego se nos olvida! Lo fui recordando por extractos. Andaba con Pablo en alguno de esos pueblos cuyos nombres tardo semanas en aprenderme. Caminábamos por un malecón ficticio donde morían las olas de un mar inexistente. En algún momento nos sentamos y comencé a leer un libro. En eso Pablo me lo quitó de las manos, comenzó a moverlo en el aire y me dijo: «No olvides leer siempre la contraportada». El resto del sueño se esfumó de mi cabeza, no hay más información, pero me dio gracia esa frase. Uno siempre se pone filosófico y comienza a buscar los significados ocultos. Tal vez sí haya alguno. O tal vez simplemente era mi subconsciente descifrando la naturaleza obsesiva del malagueño. No sé. Sea lo que sea, seguiré leyendo la contraportada de los libros. A lo mejor algún día encuentro la respuesta.

Iván Benito:

Los días de sol, la sensación de encierro se multiplica por mil. Todavía cuesta contener las ganas de salir. Y eso que estamos ya en la tercera o cuarta semana de confinamiento.

Empiezo a leer noticias y la jornada no mejora. El Ayuntamiento de Burgos suspende la Noche Blanca, la Virgen Blanca, el Curpillos y las fiestas de San Pedro y San Pablo. No por esperado deja de doler. Como el final de esa relación en la que llevas meses desencantado pero que te engañas en querer reconciliar. No son un referente lúdico, ni mucho menos. Pocos días he disfrutado de ellas y es que coinciden con las de mi pueblo y aquí, sin titubeos. Pero pinta mal. Como estos días de sol sin poder escaparme a mi lugar favorito.

Irene Echazarreta:

Logroño. Hoy he notado que los ánimos flojeaban un poco en casa. Puede que porque nos hayamos ‘hartado’ de ver las mismas caras y hablar con las mismas personas, o quizás, porque preocupan las consecuencias de que el confinamiento se prolongue durante meses. La realidad es otra: los tres estamos aburridos de estar en casa y de apenas poder tomar el aire. Nos salva una de las dos terrazas que tenemos, aquella que conecta el salón con la habitación de mi hermana y que nos permite hacer la ‘fotosíntesis’ cuando asoman unos pequeños rayos de sol. Creo que es el mejor momento del día. No pedimos más, tenemos esa gran suerte. Salimos, nos despejamos un poco y, además, sentimos el calor sobre nuestros cuerpos. Asumimos que todavía nos queda tiempo ‘encerrados’ y, por eso, hay días como el de hoy que preferimos desconectarnos un poco entre nosotros.

Mikel Huerta:

Santurtzi. 24 días de confinamiento. Parece que la rutina hogareña ya va calando en el cuerpo. No queda otra porque los augurios no son buenos. Series, deporte, lectura,… dan sus frutos en eso de amenizar las horas. Los días pasan más rápido. Las ganas de reencuentro con Oihane, amigos, compañeros, etc, me acompañan en cada segundo. Quizás es que ya he asumido que es la única solución. Aprovechar este como un tiempo de preparación para lo que viene.

Además los últimos datos de Santurtzi invitan al optimismo con tan solo tres nuevos casos. Ahora a disfrutar de las ‘vacaciones’ de Semana Santa.

Fernando González:

He vuelto a la cocina con buenas recetas. Me han pedido en el piso un pastel de zanahoria. Es algo que nunca había hecho y no tenía la menor idea de como se prepara. Logré hacer una buena tarta, ahora falta que todas las del piso la prueben y me den el visto bueno. Aunque, seguramente le hará falta el toque de una crema que lleva por encima, pero no he encontrado los ingredientes en el supermercado.

En las noticias dicen que el suministro de productos es normal y que está garantizado, pero cada vez que voy al supermercado me encuentro con que faltan productos de uno u otro tipo. Ayer, no encontré nada de verduras y apenas unas cuantas frutas estaban disponibles. Nada para preocuparse, pero sí escasean algunos artículos.

Si quieren ver una serie, les recomiendo ‘Los Peaky Blinders’, una magnífica serie que trata de una familia de gángsters y el crecimiento de la banda en la ciudad de Birmingham y en Reino Unido.

Oihane Irazu:

Día 24 de encierro. Pasan los días y todo sigue igual. En casa, en la familia… sin novedad.

Ahora estaríamos Mikel y yo cenando en cualquier lugar de Barcelona, pero aquí estamos. Cuanto más lo pienso más me enfado.

Mañana será otro día. Y así, sucesivamente.

Alba Rodríguez:

Deusto. Hemos conseguido sacar el vídeo que sacamos ayer. La parodia de la intro de ‘Phineas y Ferb’ pero en tiempos de cuarentena. Todo el mundo ha respondido muy bien, comentando que les ha gustado mucho y que estaba muy trabajado y conseguido. Lo mejor ha llegado cuando lo hemos subido a la infernal red social que es TikTok. De repente, como a la media hora de hacerlo público, mi compañera de piso Ana ha venido corriendo a mi cuarto gritando. Cuando he salido a ver qué pasaba resulta que llevábamos unas 2.000 visualizaciones y 500 ‘me gusta’. En cuestión de media hora los números habían aumentado sustancialmente: 13.900 visualizaciones y 2.700 ‘me gusta’. Nuestro vídeo se ha hecho ‘viral’ en menos de una hora. Estamos que no nos lo creemos. ¿Lo malo? Que un par de horas después TikTok nos lo ha eliminado por incumplir las normas de la comunidad. Hemos reclamado la eliminación pero aún no nos han respondido, así que habrá que esperar… para una vez que nos hacemos ‘famosas’…

Paula Soroeta:

Hoy César nos ha propuesto hacer un descanso en el diario de la cuarentena. No voy a negar que para mi ha supuesto un pequeño alivio y no porque no me esté gustando escribirlo, porque la verdad es que sí, y mucho. Tener este diario para leerlo cuando ya haya pasado tiempo me hace mucha ilusión; además de que es una forma de seguir escribiendo, aunque sea pocas líneas. Sin embargo después de llevar ya no sé cuántos días en casa me encuentro vacía de ideas. No sé de qué escribir. En esta situación es complicado, a veces, hacer uso de nuestra imaginación. Por eso creo que este descanso nos vendrá muy bien a todos. Volveremos, esperemos, con las ideas más claras.

Javier Cuesta:

Hoy he hecho risotto por primera vez. Una receta sencilla de una amiga me animó a probar y esta cuarentena me ha dado la oportunidad de hacerlo. Me ha quedado riquísimo y no lo digo yo, que también, ha sido unánime. Ahora me he envalentonado y ya ando buscando alguna otra receta con la que ocupar mi tiempo. Acepto sugerencias.

Por cierto, recomiendo a todos ver el fantasioso vídeo que Alba y sus compañeras de piso han hecho. Os reiréis un rato y seguro que os sentís muy identificados. Menos mal que quedan días de confinamiento porque el mundo se merece una segunda parte !por favor!

Pedro Ontoso:

Escribir este diario de cuarentena es como mantener un diálogo con mucha gente. Es abrir una ventana cada día y asomarse a la vida de otras personas. Es como si nuestras palabras las escucharan otros, que también dejan de ser invisibles en sus casas. Uno de mis alumnos, Pablo Sáenz, nos proponía un recorrido virtual en 3D por San Sebastián para combatir el confinamiento. Me ha hecho recordar la historia que yo relato en mi libro ‘Con la Biblia y la Parabellum’ sobre el padre del rector y jesuita de la Universidad de Deusto, secuestrado por un comando de ETA en marzo de 1983. Jesús Guibert permaneció encerrado en una inmunda cueva, un escondrijo infrahumano, durante tres semanas. El empresario, para resistir la presión del cautiverio, realizaba todos los días un recorrido virtual por todos los rincones especiales de Donosti. Y como era muy creyente, se detenía en cada una de las iglesias de la ciudad para rezar y pedir fuerzas para resistir aquella tortura. Muchos aseguran que de esta crisis tan tremenda vamos a salir convertidos en mejores personas. Quiero creerlo, pero tengo serias dudas. Guibert superó aquel secuestro sin rencor. Incluso, semanas después, le dio ocho millones de pesetas a uno de los jefes de los comandos, cuando el pistolero le pidió ayuda para huir al extranjero y escapar de aquella rueda infernal sin que los suyos le mataran por traidor. El terrorista se marchó a México, donde murió tras sufrir dos infartos. Son lecciones de vida.

César Coca:

No me considero para nada un guardián de las esencias de la lengua. Ni por conocimientos ni por talante. Pero me fastidia, y mucho, que quienes tienen la obligación de usarla bien la destrocen con expresiones delirantes o palabras imposibles. Así que estos días voy de enfado en enfado con la palabra que se está poniendo de moda y que triunfa incluso entre gente que suele hablar con corrección y hasta elegancia. Hablo de ‘desescalar’ y ‘desescalamiento’. Se aplican al confinamiento. Y se supone que serán medidas para hacerlo menos rígido. Cuestión: no existen desescalar ni desescalamiento. Pero aunque existieran la figura no sería la adecuada para lo que se quiere decir. Y lo sorprendente es que el diccionario recoge palabras que significan exactamente lo que se pretende: suavizar, aligerar, flexibilizar, atenuar y atemperar, por ejemplo. Seguro que hay más. Cualquiera antes que esa barbaridad de ‘desescalar’

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.

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