Diario de cuarentena: Miércoles 15 de abril de 2020

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Pablo Ariza:

Casi nunca acabo escribiendo de algo que me ha pasado en las primeras horas del día. Es sentarme frente a esta plantilla y algo sucede. Esta noche, mi amigo Andrei. Me ha mandado un mail con un enigmático «cierra los ojos y escucha. Si te gusta hablamos». Se trataba de un formato nuevo de ‘Voces en cuarentena’ que una médico había mandado para la web. Justo unas horas antes le comentaba a Luis cómo me sube el ánimo ‘Relatos en tiempos de Pandemia’. Lo de cambiar la portada cada día estresa y congratula a partes iguales. Incluso tenemos dos series semanales en marcha: ‘Amapola’ y ‘La Colmena’. Es posible que pronto haya un relato de mi vuelta a Antequera. Al sur. Aunque no se anunciará hasta dentro de, mínimo, una semana. Volví a sentir la obsesión por perseguir una historia periodística viendo la película ‘Zodiac’. Para que no se diga, mi idea era hablar del panorama tan oscuro que se nos va a presentar a los periodistas que salimos al mercado laboral en breve. Los reajustes de plantilla ya han empezado. ¿Quién va a contratar? Sin respuesta. Tocará seguir formándose. Los que me conocen saben que nunca descartaré lo de ser profesor.

Karen Pinto:

Ya había mostrado anteriormente mi desprecio por Trump en este diario. Y no me retracto. Me acuerdo que el día que lo eligieron como presidente yo estaba en Bogotá, eran las dos de la mañana y veía el mapa interactivo de las elecciones con impaciencia, contando minuto a minuto los votos a favor de Hillary –que tampoco es de mi agrado–, y los votos en su contra. No dormí. Antes de acostarme, algunas horas después, lloraba porque ya sabía el resultado. Semanas antes de eso, asustada e incluso incrédula de su victoria, escribía estados en Facebook y comentaba las noticias como un troll, a diestra y siniestra, en contra de la campaña de Trump. Por su odio a los inmigrantes en un país construido y sostenido en gran parte por ellos, además de sus nefastas propuestas como la del muro. Y por tantas otras cosas que no caben en estos párrafos.

En general, los latinoamericanos mantenemos una relación de amor y odio con Estados Unidos; amor, porque allí trabajan millones de latinos, cuyas remesas son indispensables para sus países de origen. Odio, en recuerdo de los abusos de autoridad de la historia pasada y reciente. Los colombianos, por ejemplo, tenemos claro que en su intervención durante la Guerra de los Mil Días, lejos de ayudar a forjar la paz, aprovechó la inestabilidad del país y puso en práctica su ambición por apropiarse de facto del futuro canal de Panamá.

Bueno, y por no decir nada del robo de territorio a México; solo hay que preguntarles a los propios mexicanos qué piensan de aquello y, sobre todo, qué piensan de Trump. ¡Ay, México querido! Qué buenos recuerdos vienen a mi mente de ese país paradigmático lleno de contrastes, y con una gastronomía mezclada entre lo azteca y lo español. Uno de mis países favoritos, sin duda. Allí viví una temporada con mi papá y tuve deliciosos viajes con mi novio, Daniel –el bilbaíno–. Y todo esto por la noticia de que Trump ha dejado de apoyar económicamente a la OMS por su supuesto apoyo a China, ahora, cuando más que nunca se necesita de la solidaridad y de la unión de esfuerzos. Qué barbaridad.

Cirilo Dávila:

Aunque parezca ahora mentira, dentro de unos años quizás nos pregunten: «¿Tú eres de la promoción del coronavirus?». Diremos que sí, pero con la mosca detrás de la oreja. No sabremos si lo preguntarán por curiosidad, como reconocimiento por sobrevivir a la pandemia o, me temo, para disculparnos por una titulación que el curioso pensará que se obtuvo con sabor a regaliz, ya me entienden.

Puestos a imaginar, espero que no sea como aquel anuncio que vi hace años publicado en ‘El País’, en el cuadernillo salmón, y donde se ofrecía un puesto de trabajo para licenciados en Medicina con la coletilla «abstenerse licenciados en la Universidad de La Laguna».

Todo esto viene a cuento del anuncio hecho hoy por la ministra de Educación, Isabel Celáa, en el que daba cuenta que todos los alumnos pasarán de curso, salvo casos muy excepcionales. Desde infantil hasta Bachillerato. Una medida con muchas aristas y que se me antoja otra decisión tomada sin evaluar consecuencias. Si ya parte del alumnado está desmotivado, esta medida no activa precisamente el estímulo. Y eso por no entrar en mayores profundidades, que el día viene cargado.

La bilbaína Celáa recogió a nivel político el testigo en Educación del difunto Fernando Buesa, asesinado por ETA, el hombre mejor preparado en estas lides en las filas de los socialistas vascos. Tuve la fortuna de conocerle y tratarle, especialmente en el período crítico de la confluencia de las ikastolas. Todo un caballero, en el sentido más amplio de la palabra.

Veremos cómo terminamos el curso en el que cada uno de nosotros lo lleva de la mejor forma que puede, incluido cuerpo docente. Sin embargo, ya nadie nos librará de la etiqueta, si no el sambenito, de que somos la ‘promoción del coronavirus’. En mi caso, es parte del destino. Facilidades en mi vida, las justas.

Berta Pontes:

Valladolid. Y la calma llegó. Nos ha llamado el veterinario y nos ha dicho que no ve nada raro en los análisis y que, si no le vuelve a pasar, que lo dejemos estar. Así que dicho y hecho. Se puede decir que Ónix está sano y salvo. Menos mal…

Llueve mucho estos días y eso me hace pensar y ponerme dramática. Hoy, los pensamientos se han centrado en qué pasará con el Máster cuando todo esto acabe. La verdad es que lo pienso muy a menudo pero no dejo que ocupe mucho espacio en mi cabeza. La incertidumbre de no saber cuándo ni cómo vamos a poder finalizarlo me persigue, aunque lo que realmente me inquieta es que no podamos terminarlo. No sé en qué quedará pero solo espero que la solución llegue pronto. Los planes se van yendo al garete o se van dejando en el aire, en el mejor de los casos. Sigo confiando en que muchos de ellos solo le hayan dado al botón de pausa.

Gorka Seco:

Lo más seguro es que no os sorprenda, pero la sobreinformación me está resultando de lo más desconcertante durante el confinamiento. Cada semana en los informativos y medios escritos se nos presentan un montón de profesionales que están dedicando su tiempo en investigar la actividad y formas de curar el virus. Y vaya por delante que me parece muy positivo.

Primero que los animales podían transmitir la enfermedad, luego que no. Después que el calor es perjudicial para el virus, luego que solamente se dificulta su transmisión. Y esto solo son dos meros ejemplos. Ha llegado un punto que no se cuál de las versiones es cierta. Es cierto que en el tema de los animales se ha aclarado que sí pueden padecer la enfermedad y ser transmisores, y respecto a el calor parece que únicamente hace más compleja su propagación, pero no lo elimina. Evidentemente la información es necesaria para conocer el virus, pero no sé hasta qué punto unos datos poco contrastados pueden afectarnos y hacernos errar en nuestras rutinas diarias.

Ana Gil:

Hasta diciembre no se abrirán los cines y teatros. Esta es una de las previsiones que he leído en un periódico italiano. La infografía estima los plazos y las medidas que podrían programarse para volver a la normalidad. Las fechas son sobrecogedoras. Eso sí, todavía no están aprobadas. Nuestros vecinos italianos retomarían el curso en septiembre alternando clases online y presenciales. Las discotecas no volverían a abrir hasta marzo del año que viene. Y solo unas horas. Establecen la primavera de 2021 como fin del túnel para volver a la vida de antes del coronavirus. Eso en Italia, donde los niños ya pueden salir a dar pequeños paseos y el número de muertos es menor que en España. No sé si estas medidas llegarán a ser definitivas, pero hay algo claro. El coronavirus va a cambiar nuestra forma de relacionarnos. Nos acostumbraremos a ver bares con mesas vacías, entrar en los comercios por turnos o mantener distancias al saludarnos. Me refiero a integrar estas rutinas en nuestra vida durante meses. Incluso más de un año.

Pablo Sáenz:

He descubierto FILMIN. Lo sé, llego tarde. Más vale tarde que nunca. El catálogo de la plataforma es un paraíso cinéfilo. Lejos quedan las producciones de Netflix. Seamos sinceros, Netflix tendrá grandes reportajes o series de suma calidad e interés pero nunca ha brillado por tener en su catálogo o bajo su firma grandes obras cinematográficas. Lo mismo pasa con HBO. Con FILMIN me faltan dedos y manos en todo Bilbao para destacar producciones brillantes del cine clásico o independiente. ‘Cine de autor’, como dicen los entendidos. Ah. También hay cortometrajes, aún más indies. Dadle al ‘play’ que #YoMeQuedoEnFILMIN.

Franklyn Amaya:

Entiendo que el confinamiento puede alterar el comportamiento de las personas, pues nadie ha recibido un curso que le prepare para afrontar esta difícil situación que le pone los pelos de punta a cualquiera. Sin embargo, esto no puede ser una excusa para molestar a los demás, que ya suficiente tienen con cargar su propio peso mental, como para estarle aguantando sus malos ratos a los demás.

Lo digo porque este día me ha llamado desde su trabajo Francy, una de mis compañeras de piso, para decirme que Sara y yo –que permanecemos todo el tiempo en Lauaxeta Plaza– debemos cerrar las puertas sin que se produzca ruido, porque esto les molesta a varios vecinos del edificio, según lo que le ha dicho el encargado de los asuntos de la comunidad, quien es el que ha recibido todas las supuestas quejas.

Al parecer, cada vez que tengamos que entrar a nuestras habitaciones o tengamos que ir al baño debemos de tener presente cerrar las puertas con el mayor cuidado posible, ya que esto les hiere la susceptibilidad a los vecinos ¡vaya locura esta!

Estamos seguros que detrás de estas quejas está la vecina del piso de arriba, pues mis amigas me han comentado que el conflicto viene desde mucho antes que yo me mudara a este lugar, porque al parecer a la señora cualquier sonido le incomoda y, empieza a golpear el suelo para que los que están abajo se callen.

Laura Tambo:

En el ecuador del mes de abril y a pocos días de terminar lo que habrían sido las vacaciones de Semana Santa. Para algunos, aún confinados, lo siguen siendo. Aunque probablemente, de la manera más atípica nunca vivida y predigo que no habrá ninguna que la supere. Dotes de pitonisa. Lo que la bola de cristal no me cuenta es qué pasará con el curso académico, una de las grandes incertidumbres que más ocupan mi cabeza durante los últimos días de encierro.

Será porque de alguna manera vivo esa inquietud de primera mano con todo mi entorno. Habrá quienes se preocupen por la fecha de aperturas de locales, y quienes lo hagan por el cobro de los ERTES. Y siendo sincera, la mía para muchos será un mal menor, y para otros ni si quiera supondrá medio segundo de atención al día. Pero cada mochuelo mira por su olivo.

Luis Ramírez:

Como todas las tardes, salen las vecinas del frente a conversar desde sus balcones. Me doy cuenta porque una de ellas tiene una risa estridente que provoca deseos de saber qué es tan gracioso. No creo que sea una amistad que se haya forjado en cuarentena, pero no hay duda de que la necesidad de socializar las ha empujado a hablar todos los días para liberarse del encierro. Yo nunca he logrado forjar ninguna relación más allá del saludo de buenos días con mis vecinos, entonces el concepto de tenerlos como amigos me es ajeno; sin embargo, pienso en lo importante que es poder contar de vez en cuando con alguien con el que compartís al menos una pared. Pero eso se hace cuando no hay pandemias. Lo pondré en la lista de cosas por hacer y que probablemente nunca haré.

Iván Benito:

Una de las cosas que más echaba de menos durante el curso en Bilbao era conducir. Algo tan simple y sin importancia, pero que a mí me relaja. Durante lo que dura el trayecto, corto o largo, dejo de querer hacer cosas, de hacer planes, de pensar. Ahora estoy en Burgos y cada vez que me asomo a la ventana es como si recibiera una pequeña punzada en el corazón. No ha habido todavía ocasión en que mi coche no sea el primer lugar al que se dirige mi mirada. Es como instintivo. Ahí está, sin moverse, impoluto debido a las lluvias de los últimos días. De pocas cosas estoy más orgulloso de haber podido comprármelo hace ya cuatro años. Es todo un orgullo. El confinamiento está sacando mi lado sensible. O algo parecido.

Irene Echazarreta:

Logroño. Lo siento. Hoy tengo el mismo ánimo que ayer. Todavía me llegan noticias de que hay centros hípicos que permiten el acceso a los propietarios, quienes pueden mover a los caballos durante un tiempo de 45 minutos. He vuelto a comprobar el Real Decreto y el informe de la Real Federación Hípica Española y me reafirmo en lo que dije ayer sobre estas mismas líneas: es legal que los particulares puedan subir siempre y cuando los dueños de la hípica no puedan hacerse cargo. Ayer nos admitieron que no dan abasto con todos los caballos que tienen que mover a diario, pero que no nos iban a permitir ir a la hípica porque es ilegal. Pues no. Vuelvo a decir que no. Pero eso no es lo mejor, hoy los argumentos han sido otros, desmienten lo que dijeron ayer y aseguran que si no nos dejan subir es por precaución. No voy a parar. Seguiré luchando por la salud y el bienestar de mi yegua y del resto de caballos.

Mikel Huerta:

Santurtzi. Hoy he vuelto a salir a la calle y el ambiente parece otro al de unas semanas. De las silenciosas y vacías calles de hace unos días aquí, por lo menos en mi barrio, a una zona con movimiento tanto humano como de automóvil como se podía ver esta mañana en Santurtzi. El ruido de motores y coches esperando en el semáforo de al lado de mi casa han vuelto, como días atrás contaba. Y la verdad que eso no se si me anima o me preocupa. Por un lado, alegra ver de nuevo movimiento y no las desoladas calles de escena de ciencia ficción. Pero por otro, la posibilidad de más y más prórrogas por el salto del confinamiento, asusta. Al igual que el futuro post-Covid. Y en el Gobierno no tranquilizan. La ministra hablando sobre «aprobado general», «clases hasta el 30 de junio»… y decide apenas nombrar a los universitarios. Y bueno ya de los que realizan un Máster ni hablemos. La duda y el desconocimiento completo del futuro más cercano no son buenas compañeras para una cuarentena. Un poco de luz en este oscuro camino, es lo que hace falta.

Fernando González:

Los días avanzan y se empieza a ver un poco de luz al final del túnel. Eso es lo único que me permito pensar estos días, parece que vamos a mejor, pero los expertos creen que tras las vacaciones puede venir una nueva ola de contagios. Después de leer varios análisis, llegué a la conclusión que quizá y tengamos que usar los métodos de protección por el resto del año o quizá por un poco más.

Continúa mi preocupación por la situación de la pandemia en México, donde se sigue esperando para tomar las medidas drásticas e, importante, el presidente sigue ocupado en recorrer el país y en culpar a otros de todo lo que está generando la crisis.

En cuanto el día al día ayer hice la compra para toda la semana, me preparo para un fin de semana lleno de divertidas recetas. Sábado, comida mexicana. Quesadillas, tacos de lengua y labio, enchiladas y guacamole. El domingo, buscaremos elaborar nuestra primer paella en el piso. Todo un reto la cocina este fin de semana, ya les contaré.

Oihane Irazu:

Cobardes. Eso es lo que pienso de los encargados de elegir la foto de portada del periódico ‘El Mundo’. Cobardes. Porque no son capaces de poner un cadáver de una persona con familia de clase media alta que pueda reclamar el delito que han cometido. Cobardes, porque han elegido un cadáver de una persona inmigrante, que no tiene familia para reclamar la barbaridad de publicar esa fotografía en portada. ¿Hasta dónde estamos llegando? Qué horror y qué impotencia. Por no hablar del espectáculo de Vox hoy en el Congreso.

Por lo demás, el peor día de confinamiento. A ver mañana.

Alba Rodríguez:

Deusto. Un día más que pasa sin pena ni gloria, simplemente pasa. Hoy ha sido el cumpleaños de mi primo Javi, 20 años. Me parece ayer cuando pasábamos juntos los veranos en el pequeño pueblo de Suances, jugando en la playa y cantando la intro de ‘Digimon’ a pleno pulmón. En el fondo seguimos siendo unos críos y cada vez que nos vemos acabamos entonando la familiar melodía que marcó gran parte de nuestra infancia, pero pensar que ya tiene 20 años… es algo surrealista. Espero poder verle pronto y darle un buen tirón de orejas; de momento me he tenido que conformar felicitándole por videollamada. Bendito Skype. No sé qué sería de nosotros sin él, porque por muchas llamadas de teléfono que podamos hacer, verle la cara a un ser querido cuando sabes que no puedes visitarlo en su cumpleaños es lo más reconfortante que se me ocurre ahora mismo. Felicidades, Javi, espero que el año que viene podamos celebrarlo como lo hemos hecho siempre, juntos.

Paula Soroeta:

Hoy no sé de qué escribir en este diario. No he hecho nada que no haya hecho otro día. Levantarme, hacer cosas del Máster, comer y ver la tele. Por la noche, mis padres y yo hemos empezado una serie antigua de Telecinco. ‘Punta Escarlata’. Qué mal rollo. Mañana empezaremos otra. Mañana será otro día. A ver si tengo más imaginación que hoy. ¡Ánimo a todos!

Javier Cuesta:

El verano se acerca. Aunque queden más de dos meses para su llegada, el sol y la calentita brisa que entra por la ventana me hacen sospechar que este año tardará menos. Si cierro los ojos, puedo imaginarme tumbado en la playa, comiéndome un rico helado de chocolate y pidiendo a alguien me vuelva a rociar de crema de sol 50+. Es lo malo de ser tan blanco, me quemo siempre. He llegado incluso a tener ampollas en la nariz por ello. Fue de pequeño, cuando aún tenía esperanzas de no parecerme a Casper toda la vida. Un día de playa con los amigos me atreví a echarme aquella novedad de aquel entonces que eran los aceites corporales. Recuerdo pensar: «Si con esto no me pongo moreno,yo ya no sé». Y efectivamente, no sabía, vamos es que no tenía ni idea. Durante aquel verano me gané el mote de ‘cangrejito’ y, siendo honestos, corto se quedaba para el desastre que me hice.

Pedro Ontoso:

Esta mañana hemos recibido una grata sorpresa. Nuestra hija Ane se ha acercado a visitarnos con una barra de pan fresca y un paquete de guantes. No ha querido entrar en casa porque dice que somos personas de riesgo, así es que ha guardado la distancia social reglamentaria y hemos hablado entre la puerta y la calle. Estaba contenta. Le había llamado la hija de una poeta anciana, que murió al comienzo de la pandemia. Le quería agradecer el reportaje que escribió mi hija, que también es periodista, sobre su madre en un suplemento de la Margen Izquierda. Era la viuda de otro poeta y ensayista muy reconocido, pero ella no había despuntado tanto, siempre a la sombra de su marido. Mercedes murió con el periódico muy cerca, que leía una y otra vez. «Aquel reportaje le hizo sentirse valorada y murió sintiéndose importante», le confesó la hija, contenta también por la satisfacción de su madre.Episodios como este certifican que esta profesión merece la pena.

Cada uno de nosotros da sentido a la vida de los demás. Es lo que dice Tokue, una anciana que protagoniza la película ‘Una pastelería en Tokio’, que he visto esta noche. Es una balada japonesa lenta que merece la pena. Desde pequeña vive en un sanatorio para leprosos y en el último tramo de su vida se hace amiga de un expresidario que hace pasteles y de una adolescente. Buenas personas, sin prejuicios por la enfermedad de Tokue, estigmatizada y condenada al distanciamiento social, que parece un invento moderno. Pero el rechazo supremacista hacia quienes consideramos unos apestados ha existido siempre. Para reflexionar.

César Coca:

Una persona que sigue este diario me ha preguntado por mi elección de países favoritos. Se extrañaba de que no hubiese dicho nada de América Latina ni de EE UU. O la India, que es un lugar al que siempre he querido ir. Por un lado, diferencio entre los países que admiro y aquellos a los que me gustaría viajar. Por otro, es cierto que cultural y afectivamente me siento muy próximo a América Latina, sobre todo a algunos países, aquellos en los que he estado (solo tres, Cuba, México y Venezuela) y otros con los que tengo un vínculo digamos más intelectual, como pueden ser Argentina, Colombia, Perú, Chile…

En cuanto a EE UU, siempre he sentido una gran admiración por su poderío intelectual, artístico y científico. Me gustan poco su estilo de vida, su política internacional… incluso me resulta poco atractivo turísticamente con algunas excepciones (San Francisco, Nueva Orleans, Chicago; Nueva York y Washington ya las conozco). Un gran país, sin duda, pero para mí no tan interesante como los cuatro que anoté aquí ayer. Y mira que me gustan la literatura y el cine estadounidense. Al menos, cierta literatura y cierto cine.

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.

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