Diario de cuarentena: Miércoles 20 de mayo de 2020

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Pablo Ariza:

Caprichoso es el destino que ha hecho coincidir el final del diario con la publicación de mi despedida en ‘Relatos en tiempos de pandemia’. Se titula: ‘Una ventana por la que respirar’, eso significó para mí el proyecto. Este cuadernillo de cuarentena se ha escrito en las dos puntas de España, Bilbao y Málaga. Cada día tengo más claro que los polos opuestos se atraen. Casi todas las noches he tenido un editor, Jorge Pedrosa. Desde aquí mi agradecimiento, sobre todo, por los días en los que no me apetecía escribirlo y tú estabas ahí para dar cuenta de la edición nocturna. Ana G. Zaratiegui ha estado noche tras noche leyendo mis diarios y viceversa, la del horario búho, la del «venga, programamos». Tengo que nombrar a Pablo Sáenz y su frase de cuarentena: «Hostia, el diario». Si quería que Luis me leyera antes de mandarlo, tenía que adelantar la edición y eso casi nunca ocurría. Ahí queda, espero que hayan disfrutado al menos la mitad que yo haciendo esto. Espero no tener que volver a hacer diarios de cuarentena, será una buena noticia. Los veo en los pueblos.

Karen Pinto:

Sé que la mayoría de días he escrito sobre lo mal que lo está pasando la gente y sobre lo triste que yo he estado por eso, y de mis deseos de que todo termine. He vivido mi cuarentena dividida en dos continentes. Físicamente he estado aquí, pero mentalmente he estado unida a Latinoamérica; hasta mis horarios han cambiado, durmiendo en promedio a las cuatro de la mañana todos estos días. Las cosas en España están mejorando, pero allí todavía no ha pasado lo peor. La pandemia no ha acabado y sus efectos apenas están empezando. Pasarán años para que esto termine. Pero no quiero terminar mi diario hablando de tragedias, sino que quiero escribir sobre las personas y las actividades que me han hecho mejor mi confinamiento.

He aprovechado mi tiempo para aprender y conocerme mejor; para hablar con personas con quienes no lo hacía hace mucho; para leer libros que dejan huella en mí y ver series y documentales fabulosos. He fortalecido mi amistad con varias compañeras y compañeros del Máster (gracias al grupo ‘The Corner Quarantine’). He ejercido el periodismo, irónicamente, desde mi piso y me ha gustado y reconfortado. Todos los días, las 24 horas, ha estado conmigo mi mejor amigo, mi pareja y cómplice: Dani, gracias por formar parte de mi cuarentena como si estuviésemos juntos en el sofá, con nuestras charlas interminables y una copa de vino. Quién iba a decirnos a nosotros dos que íbamos a vivir una pandemia en ciudades cruzadas: tú en Bogotá donde yo nací y yo aquí en tu ciudad natal, más cerca de tu familia. También me han acompañado mi familia y amigos de otros países. No he estado sola ni un solo día gracias a las personas que amo, han estado junto a mí como si lo hubiesen hecho de forma física.

Siento que hoy finaliza algo importante: un espacio que ha servido para conocernos mejor, incluso más que cuando nos veíamos en persona. Siempre voy a agradecer el momento justo en el que decidí venir a estudiar este Máster. Pese a estos momento tan difícil para el mundo entero, no me arrepiento de estar aquí en Bilbao, esta hermosa ciudad de color azul plateado.

Cirilo Dávila:

En esta despedida que supone poner hoy broche al diario, he vuelto sobre mis propios pasos y me he entretenido en repasar estos dos meses de abierta confianza, releyendo lo escrito. He procurado recoger en el camino esas historias cosidas al confinamiento nuestro de cada día con el envoltorio de experiencias que me dejaron poso. Somos lo que vivimos, coleccionamos instantes de momentos irrepetibles.

Y como empezamos, seguimos. Navegamos en un mar de dudas sobre decisiones que influyeron en nuestro rumbo, con una sombra de incertidumbre alargada. Avanzamos en la desescalada, aunque con cierta desconfianza hacia un aparente encuentro en la tercera fase. Todo un poco extraño y pasajero. Un asunto serio, aunque parezca que asistimos al escondite del guisante a manos de un trilero.

Solo sabemos que no lo conocemos todo y tanta anomalía nunca tuvo buenos resultados. El mando único no siempre ha sido el único mando y la política ha pugnado con la ciencia para guiarnos. A la prudencia sanitaria se ha superpuesto la pugna política, que en lugar de coger altura sigue en vuelo raso. Lo vivido en el Congreso este miércoles es el último ejemplo, donde se fraguó un acuerdo que se vendió como una carroza de ensueño y a medianoche, tal que Cenicienta, se tornó calabaza. Cuentos para no dormir a modo de señuelo.

La directora de la residencia Gurena, Marisol Couceiro, decía hoy que «a muchas personas mayores no los ha matado el coronavirus. Han muerto de pena». Hace dos meses éramos más y ya quedamos casi 30.000 menos. Hay un manual para explicarlo, pero no para entenderlo. Solo balances y gráficos que nos dicen cuántos somos, pero no cómo estamos. Llegamos así a esta parte final un tanto rendidos, con fatiga física sin apenas haber salido de casa y un corazón arrítmico porque parece que hemos perdido el pulso de la vida. Y como sucede con los amigos, este no es un adiós. Si acaso, un hasta luego.

Berta Pontes:

Valladolid. Parece que esto llega a su fin. El diario de cuarentena del Máster de Periodismo Multimedia de El Correo y la UPV/EHU termina hoy. Por mi parte, me despido de estas líneas dando las gracias a todos los que las han hecho posibles. A mis compañeros, profesores y a Egoitz, que ha sido el encargado de subir cada día el diario a la web. Gracias a todos los familiares de cada uno de los firmantes que han leído día tras día el diario. Lo digo con conocimiento de causa. Gracias también a esas personas externas que se han enganchado a nuestras líneas, que alguna habrá habido, digo yo.

Esta nueva generación de periodistas viene dispuesta a comerse el mundo y a no dejar que nada se le ponga por delante. Y esto también lo digo con conocimiento de causa.

Acaba un diario pero comienza una etapa en la que iremos pasando de fase y sintiendo como extrañas estas nuevas, pero conocidas y más tarde olvidadas, realidades. Redescubriré a qué huele mi pueblo el lunes, cuando la fase 1 me permita ir. Veré a Ónix correr por el campo y podré respirar aire puro. Madrugaré para ver amanecer y subiré a la ermita para disfrutar del atardecer.

No tengo ni idea de cómo evolucionará mi vida a partir de mañana, pero lo que sí tengo claro es que las ganas de seguir luchando por lo que quiero no van a desaparecer, eso seguro.

Esto no ha hecho más que empezar.

Gracias y hasta pronto.

Gorka Seco:

Es la última pieza de este ‘Diario de Cuarentena’. Un proyecto que comenzó hace más de dos meses y que, exceptuando algunos días, se ha cumplido a diario, sin falta. Toca despedirse de los lectores de estas piezas que han centralizado las preocupaciones, pensamientos, reflexiones y muchísimas historias de los estudiantes y algunos profesores del Máster de Periodismo EL CORREO.

La despedida quiero que sea como ahora mismo la siento. Agradecer el apoyo que se ha brindado a este diario y pedir disculpas por los posibles errores o equivocaciones que haya podido cometer.

Ana Gil:

El diario de cuarentena llega a su fin. Después de nada más y nada menos que 66 noches escribiendo estas líneas, hoy es la última. Este pequeño fragmento es una de las pocas cosas que he conseguido mantener como rutina. Y cómo lo he disfrutado. Algunos textos más inspirada, otros rozando la mediocridad, pero esa es la esencia de este proyecto. Dejar por escrito reflexiones, momentos y anécdotas que quedarán para el futuro. Con sus momentos más álgidos y con otros de verdadero cansancio. Quiero dejar por escrito mi especial agradecimiento a Luis, Sáenz y Ariza por hacer más amenas las noches con conversaciones interminables y compartir el miedo al folio en blanco. También a todas las personas que me habéis escrito para felicitarnos por la idea o por alguno de los textos. De verdad, no esperaba que a alguien le pudiesen interesar mis ideas desorganizadas. Acaba este diario y eso son buenas noticias. El confinamiento queda atrás y nos enfrentamos a una situación nunca vivida. Espero no volver a escribir otro diario de confinamiento en mi vida. Hasta siempre, cuarentena.

Pablo Sáenz:

Este diario de cuarentena llega su fin. Escribo estas últimas líneas en un pequeño txoko perdido entre las montañas en algún punto intermedio entre Zalbide y Goiherri. Está atardeciendo, el crepúsculo es inminente y la neblina cubre con su manto los valles vizcaínos. Es un bonito día para cerrar estas líneas que nos han acompañado durante más de dos meses.

Hoy he vuelto a ver a Xabi y sus amigos. Un grupo de getxotarras, un pequeño txoko en la montaña, un par de cervezas y un simpático perro han bastado para iniciar el preludio del verano que está por llegar. El que no disfruta de la vida es porque no quiere. Los pequeños momentos, chico, los pequeños momentos.

Hasta aquí. Me despido. Ha sido un placer poder compartir todos estos momentos y pensamientos con vosotros. Me viene a la mente una canción de Sinatra para despedir el diario: ‘It was a very good year’. No sé si 2020 será nuestro mejor año pero no me cabe duda que será uno de esos que siempre recordaremos. Un antes y un después. ‘Coronavirus’ será una palabra que marcará una época, la mentalidad de una generación y el recuerdo de todos los que vivimos el confinamiento entre aplausos. Mi último aplauso va para mis compañeros y profesores que también han escrito sus líneas en este diario. Nuestra labor no termina, seguimos en primera línea de batallón con la palabra y la vocación por delante. La vida continúa y con ella las historias que quedan por contar.

Franklyn Amaya:

Qué interesante ha sido poder expresar a través de unas cuantas líneas lo vivido día a día durante el confinamiento, en esta situación que en muchos momentos puso al límite la tranquilidad hasta de los más fuertes. Es por eso que el diario me ha servido como ruta de escape, donde podía soltar todo el agobio que estaba sintiendo a medida avanzaban el tiempo, así como para manifestar las cosas buenas que me pasaban, porque también hubo muchas. Lo cierto es que ha llegado el final de esta linda iniciativa que hemos realizamos los compañeros del Máster. Siempre guardaré todas estas anécdotas en el baúl de mis mejores recuerdos.

Laura Tambo:

El diario de cuarentena llega a su fin. Hoy nos despedimos después de dos meses compartiendo nuestros días buenos y no tan buenos, nuestros deseos y preocupaciones, nuestros proyectos, nuestras ilusiones, etc. En definitiva, dejamos atrás un rincón donde hemos podido conocernos mejor y desnudarnos un poco más. Pero todo tiene su punto y final, y esto concluye aquí. Un placer haber formado parte de esta iniciativa que nos plantearon nuestros profesores y que la guardaremos para siempre como un recuerdo de esta etapa un tanto peculiar. Y sobre todo gracias a los lectores que habéis estado ahí, al otro lado, por habernos sentido un poco más cerca. Espero que nuestras publicaciones diarias os hayan dado buenos momentos y ratos de entretenimiento en medio de una pandemia mundial. ¡HASTA SIEMPRE!

Luis Ramírez:

Al parecer el confinamiento se resume en 9.845 palabras. Muchas repetidas, como incertidumbre, qué ironía. Otras más tímidas, como esperanza, qué desconcertante. Nombres de personas que marcaron mi cuarentena, que le dieron un sentido. Recuerdos del ayer, como aquella película de Isao Takahata. Quedarán estas oraciones transmutadas en un compilatorio de emociones lanzado al azar de los días de encierro. Aunque sea una anécdota les quedará a nuestros nietos cuando repasen la cuenca de sentimientos que desembocaron en estas hojas de papel, tan ficticias como ellos. Un accidente geográfico que se desbordó en su camino, inundó el raciocinio y al final logró llegar a un mar abierto, desconocido y sediento de nuevos relatos. En lo que concierne a los renglones de este diario, ya se gastaron y no hay deseos de comprar uno nuevo. Los textos dedicados a las pandemias deberían estar destinados a ser óperas primas y nada más.

Iván Benito:

Si ya os dije que no se cómo felicitar los cumpleaños, algo parecido me pasa con las despedidas. No lo ha hecho mal hoy Aduriz por cierto, pero no me quiero comparar con él; no se lo merece. Han sido dos meses largos de monotonía. De repensar, replantear, reorganizar y todo lo que empieza por re. Enseñé a mi madre a usar el ordenador, pero casi no lo pudo utilizar porque funciona mal. Me compré una bici de spinning que quizás ahora no vuelva a usar. Todavía no sé si voy a salir mejor o peor de esta. Parece que Burgos entrará en una nueva fase. Por fin podré volver a mi pueblo, Moncalvillo. Si ya he conseguido que os suene, me quedo más que satisfecho. Dudo si desde allí me sería más fácil escribir este diario. Tendría más cosas que contar, pero me serían más difíciles de explicar. Pero Moncalvillo siempre es más. Viajen, disfruten pero no se olviden de dónde vienen. Gracias si han llegado hasta aquí. Gracias por leerme. Cuídense. Nos vemos en los bares.

Irene Echazarreta:

Logroño. Hoy ponemos fin al diario del Máster. Han sido más de dos meses en los que, sobre estas mismas líneas, he compartido con vosotros mis reflexiones y preocupaciones. Os he hecho partícipes de las pequeñas y grandes cosas que me suceden en la vida. Habéis conocido partes de mí que, quizás, de otra manera no las hubieseis sabido. Habéis visto mi lado más personal y humano, pero también el más enfadado e indignado. Porque la vida misma es así, unos días son felices, mientras que otros son tristes. Echaré de menos redactar en este pequeño espacio, aunque he de reconocer que había días que se me hacía complicado. Volveré, no sé si en un segundo confinamiento, pero lo haré.

Mikel Huerta:

Quién nos iba a decir hace sesenta y tantos días que íbamos a vivir la situación que nos ha tocado. Un antes y un después. Un punto de inflexión en eso de creernos los reyes de la baraja. Pero así ha sido. Parece que la normalidad va llegando, pero no la que conocíamos, esta será nueva. Una nueva realidad para las generaciones que vienen. Eso sí, como le suele pasar al ser humano, hasta que nos dejemos llevar creyendo que está todo bien y algo terrible como esta pandemia nos vuelva a sorprender.

Día triste el de hoy, el último de nuestro diario, que se echará de menos, aunque como vengo haciendo durante toda esta época, continuaré escribiendo el mío personal. Pero sobre todo la mayor tristeza del día proviene de que esta pandemia nos ha privado de los últimos goles de la mayor leyenda rojiblanca que yo he visto en directo como es Aritz ‘El zorro’ Aduriz. Una pena que no pueda retirarse como se merece, en el campo o levantando la copa, pero ya se le despedirá cuando se pueda en condiciones. Durante el día de hoy se han visto muchas muestras de cariño por las redes sociales. Incluso, la Real Sociedad incluía en un tweet una despedida a la leyenda. Eterno Aduriz.

Efectos de la pandemia con la que nos ha tocado convivir. Aunque yo por mi parte no puedo quejarme. Han sido muy duras las noticias de fallecimientos y la alta cantidad de contagios que ha habido, pero en el lado más personal y sin tentar a la mala suerte, estoy contento porque no he tenido que lamentar durante todo este tiempo ninguna trágica noticia cercana. Qué diferente ha sido para algunos y para otros este tiempo. Mañana mismo comienza esa nueva normalidad de la que os hablo, retomamos el curso. De manera diferente sí, pero de la única posible. Ya tengo ganas de adentrarme en ella.

Fernando González:

Sin duda ha sido el mejor día desde hace mucho tiempo. Las constantes reuniones con distintas amigas o familiares de Amaia han hecho que el día se vaya volando. Para celebrar su cumple hemos ido a comer con sus tías, y menudo manjar le han preparado, del cual he tenido la oportunidad de aprovechar. ¿Hay mejor comida que una txuleta? Creo que no.
Por la tarde nos reunimos con sus compañeros del trabajo para tomar una cerveza bajo el radiante sol que azotaba a Pamplona durante todo el día. Esa actividad por minúscula que pareciera, era importante tras más de dos meses de no socializar fuera de casa.

Llega la nueva normalidad y con eso, toca despedir a estos buenos relatos. Fue una grata experiencia, pero por fin este mundo vuelve a lo que estamos acostumbrados. Hasta luego.

Oihane Irazu:

Último diario. Sesenta y seis días después. Ese 14 de marzo que nadie imaginaba que todo esto iba a suceder, y hasta hoy. 20 de mayo y por fin en Mundaka. El día ha sido maravilloso. Paseo por la mañana, comer y después de una siesta (Mikel ha sido más productivo y ha estado haciendo cosas del Máster), unas cañas y otro paseo. Qué bonito es Mundaka y qué poco he valorado toda mi vida tener una segunda residencia aquí. Hasta que ha pasado todo esto.

Sesenta y seis días después se acaba el diario pero empieza el periódico. Y no podría ser de otra forma que tocándome la sección de Deportes, con la retirada de Aduriz como principal noticia.
Beti izango zara nagusiena Aritz, eskerrik asko!!!!!

Alba Rodríguez:

Deusto. Esta es la entrada número 61 de este diario, pero además es la última. Hoy se cierra el primer diario que he escrito en mi vida de principio a fin, sin saltarme ningún día ni dejarlo a medias. Es gratificante. Supongo que algún día dentro de un tiempo volveré a estas líneas para leer cómo fue aquel confinamiento histórico que ya, espero, habrá quedado muy atrás. No ha sido fácil y, por supuesto, muchos de los días ni siquiera tenía nada que escribir (la vida encerrada en un piso no es demasiado emocionante que digamos), pero me llevo una buena experiencia. Tener que reflexionar cada día sobre mi situación creo que, en parte, me ha ayudado a sobrellevar esto. Como últimas palabras en el diario me gustaría acabar como empecé en una de mis primeras entradas, mencionando a dos personas sin las que esta cuarentena hubiera sido un completo desastre: Elena y Ana, gracias por todo lo que habéis significado para mí estos meses, sin vosotras esto no habría sido lo mismo.

Paula Soroeta:

Despedimos el Diario de confinamiento. La verdad es que me da bastante pena que esto termine, pero me alegra que sea por algo positivo: que ya no estemos en cuarentena. Todo esto comenzó con la idea de realizar un diario contando cómo eran nuestros días encerrados y de ver nuestra manera de afrontarlos. Parece mentira que ya hayan pasado más de dos meses desde que comenzamos esta rutina. A veces costaba pensar qué trasladar al diario. Al fin y al cabo no hay mucho que contar cuando te pasas el día en casa y tus días son monótonos. Echo la vista atrás y todo me parece lejano. Ya dije una vez que el tiempo, para mí, es relativo y que depende del momento en el que estés. Lo que antes se me hacía largo, ahora mismo lo veo efímero. Quizás me pase esto porque ya he podido quedar con mis amigos o porque ya puedo salir con mis aitas a comer o porque ya puedo ir siempre que quiera a ver a mi amoña. Quizás sea por esta vuelta a la vida de antes, la de siempre, la que me hacía falta. O quizás porque cuesta muy poco (o más bien nada) volver a acostumbrarnos a lo que necesitamos. A lo sencillo de la vida como una caña con amigos, una comida en tu restaurante favorito o una tarde de risas. Quizás sea (y es) porque esto es lo verdaderamente importante y lo que marca la diferencia.

A todos los que nos han seguido en este proceso, ha sido un auténtico placer. Feliz vuelta a la (nueva) normalidad, que la disfruten.

Javier Cuesta:

Se terminó. Hasta aquí ha llegado nuestro diario. Hace dos meses lo comenzábamos pensando que sería una tarea de dos semanas, ahora me río. Me gusta pensar que dentro de un tiempo, mucho tiempo, podré volver a leer cómo afronté esta situación. Incluso ahora me parece extraño volver a revisar los primeros diarios, tan asustado por quince días de confinamiento. Está claro que algo hemos aprendido, aunque haya sido la mayor tontería del mundo, creo que todos hemos nos hemos dado cuenta de algo, ya sea porque nos faltara, nos sobrara o algo que quisiéramos cambiar. Siento como que esto es el final de algo más importante que un simple diario, y mira que ha habido días que he tardado horas en escribir una línea, pero lo voy a echar de menos. Ha sido un placer compañeros, nos vemos fuera.

Pedro Ontoso:

Hoy ha sido un día muy intenso, repleto de emociones. Por la mañana he estado en el tanatorio de Bolueta porque se ha muerto el tío Félix, un hermano de la madre de mi mujer. No ha sido por el coronavirus, había sufrido varios infartos y todo se complicó con un tumor. Ha sido una despedida en la intimidad, con muy pocas personas, en cumplimiento del estado de alarma. Lo recordaremos asomado al puente de Treto, en Cantabria, en espera de las codiciadas lubinas, porque era un consumado pescador. Intentó meterme el gusanillo de la pesca, pero yo era más de caza. A mí lo que me gustaba era pisar rastrojos en busca de codornices y patear ribazos para perseguir perdices en esas tierras comuneras de los campos de Castilla. ¡Qué tiempos!

Por la tarde le hemos dado vuelta al día. Mi nieta, Laia, ha cumplido hoy un añito. Hemos hecho un ‘face time’ familiar para felicitarla y soplar la vela todos juntos. Está preciosa. No la he podido abrazar ni coger en brazos desde febrero. Ni a Mario, su hermano. Es lo que peor llevo desde el inicio del confinamiento. Nunca he visto a los nietos como una carga. Me ayudan a renovar mi estado de ánimo y luchar por aumentar mi esperanza de vida. Y a remontar cuando flojeas y te invade un sentimiento de tristeza. La relación que se establece entre nietos y abuelos es única. Es un regalo del cielo.

Este último texto del Diario de cuarentena se lo dedico a ellos. Ha sido un honor compartir este diario con mis alumnos, con los 18, y con mi compañero César Coca. Me ha ayudado a conocerlos un poco mejor. A todos. Ahora conozco mucho más de sus gustos, sus manías, sus miedos, sus habilidades, sus debilidades, sus preocupaciones, sus valores, su talante. Aunque no lo firmaran, me siento capaz de identificar a quién de ellos corresponde un texto por la forma que tienen de expresarse por escrito. Hoy en leído en ‘La Croix’ que los archivos de Francia y la Biblioteca Nacional han comenzado a recopilar diarios y creaciones realizadas por los ciudadanos para que queden para la historia, después de una iniciativa iniciada en los Vosgos. ¡Ah, los Vosgos! Qué recuerdos de mi paso por esta preciosa zona de Alsacia y mi estancia en Eguisheim, una inolvidable aldea como salida de un cuento de hadas, rodeada de interminables viñedos. Estoy deseando que abran las fronteras para acercarme a Las Landas y embadurnarme como una croqueta en las arenas suaves y finas de Hossegor antes de lanzarme a los brazos del océano, para disfrutar de una reconfortante paliza entre sus olas salvajes. Y luego, otro premio: una Pelforth brune, la cerveza del pelícano, con una peculiar espuma color crema que me acaricie el bigote. ¡Qué placer! Brindo por todos vosotros.

César Coca:

Nunca fui muy de diarios (de escribirlos, no de leerlos) y ya veis: a la vejez, viruelas. Siempre me ha gustado escribir y he llenado miles de hojas con anotaciones de todo tipo, pero en la adolescencia, esa edad en la que tanta gente tiene su diario, a mí el tema me interesó más bien poco. La idea inicial de este era que lo hicieran los 18 integrantes del grupo del Máster pero a poco de empezar ellos nos pidieron que Pedro y yo nos sumáramos. Y al final fue un reto. En mi caso, porque mi timidez me frena a la hora de adentrarme en terrenos más personales.

Dos meses después, creo que nos conocemos mejor. Puede que incluso más que si hubiésemos seguido en las aulas. Quién nos lo iba a decir. Hemos compartido mediante palabras muchas cosas. Ahora recuperamos una cierta normalidad. Confío en que más pronto que tarde la recuperemos del todo. Y ahí estaremos.

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.

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