Pablo Ariza:
Querido lector, pienso que espera hoy algo de mí. Un pequeño adelanto de lo que ha supuesto cruzar España de norte a sur. De Bilbao a Málaga. Y de ahí a Antequera. Le puedo decir que ya estoy en casa y que sigo en shock. He estado en dos aeropuertos fantasma. Las pantallas del aeropuerto de ‘La Paloma’ solo marcaban el vuelo de las 18,55 horas destino Málaga. Puerta de embarque número 12. Ahí acabarían mis recuerdos si este hubiera sido un retorno normal a casa. Pero esta vez fui mentalizado en fijarme en cualquier detalle. Si algo llamaba mi atención, lo apuntaba. O sacaba una foto de extranjis. Una de ellas es la del señor que me dejó sus maletas antes de subir al avión, porque se había dejado las luces encendidas del coche. O la trabajadora de Vueling enfadada porque había gente que viajaba sin un motivo. En estado de alarma. Tengo más, pero le prometí a Luis que los guardaría para publicar algo en ‘Relatos en tiempos de pandemia’. Y ya saben, yo a Luis lo respeto mucho. Termino este primer diario desde casa disculpándome con uno de mis mejores amigos. Este año no podré celebrar el cumple del ‘Javito’ como se merece. Al menos, ahora estamos más cerca, amigo.
Karen Pinto:
He hablado con mi mamá, hace días que no lo hacíamos. Recordamos la última vez que nos vimos, fue en mi despedida antes de venir a España. Una salida, por cierto, muy colombiana: vallenatos, picada, aguardiente, baile, juego de rana… Nos reíamos porque fue ese día cuando le dije que hubiese querido que me herede su segundo apellido: Gaitán, un apellido hermoso, que evoca a Jorge Eliécer Gaitán, cuyo asesinato supuso el origen de décadas de violencia en Colombia. En general, ha sido un día complicado, olvidable; ya vendrán días mejores.
Cirilo Dávila:
Hace dos años hicimos la prueba ciclista Luchon-Baiona (326 kms, dos etapas). Un compañero de expedición me aconsejó que cuando coronara el Tourmalet hiciera un alto en el camino para entrar en el bar-restaurante que lleva el nombre de este puerto mítico, en los Pirineos.
Iniciada la prueba descubrí que la parada en ese punto no solo es recomendable, sino también obligada. Notas la falta de oxígeno por estar por encima de 2.000 metros, oyes la cadencia acelerada de las pulsaciones, ves miradas perdidas y el cuerpo pide tregua. Llegas exhausto a la cima.
El bar es un museo, decorado con tributos a las gestas del Tour vividas en ese entorno hostil, pero embriagador. Te reciben con la complicidad de quien comparte afición y te despiden invitándote a que, si quieres, cojas periódicos para protegerte en la bajada. Bajar a pecho descubierto es una temeridad. El viento frío te puede abrir en canal.
Para cualquier cicloturista participar en esta prueba equivale a doctorarse en el pelotón. El trato de la organización es familiar; los avituallamientos, una tentación a la gula, y el perfil del recorrido es como un electrocardiograma, poco valle y mucho pico.
En la ‘grupetta’ de amigos, hoy hemos recordado lo que supuso conseguirlo hace dos años y la ilusión con la que afrontábamos la edición de este año, prevista para finales de junio. No podrá ser. Vivimos un tiempo de renuncias. Nos estamos quedando sin referencias del mundo hasta ahora conocido, por peregrinas que pudieran parecer. Por ello, como los navarricos, en mi sociedad txirrindulari hoy miércoles hemos coreado el ‘ay, pobre de mí’.
Berta Pontes:
Valladolid. El tiempo hoy ha pasado rápido. Unas cuantas tareas me han mantenido activa y entretenida durante toda la mañana. La siesta sigo sin perdonarla a no ser que me enganche a alguna red social más tiempo del que me gustaría. Hoy ha tocado siesta porque ni siquiera he mirado el móvil tras comer. Cuando he despertado tenía muchísimo calor y eso que en la calle hacía fresco. Sigue sin dejar de llover y hace días que no veo el cielo azul de Castilla que tanto me gusta y tranquiliza.
En lo relativo a cómo vamos a retomar el Máster, las dudas rondan en la cabeza de todos nosotros y una videollamada nos ha hecho tranquilizarnos y que surjan más dudas casi a partes iguales.
Tengo nuevas ideas para escribir y eso me hace irme a dormir en calma pero inquieta, como con ganas de ponerme a hacerlo ahora mismo pero sin fuerzas para ello. Mañana espero tenerlas.
Gorka Seco:
Hoy he llegado un pelín tarde al ya habitual aplauso de las ocho de la tarde. Eran las 8:01. Tengo la sensación que aquí, en Etxebarri, según pasa el tiempo la gente se está yendo antes. O por lo menos comparando con otras referencias esa es mi sensación. Parecía que los vecinos estaban esperando a que me asomara a mi ventana para irse. Algún rezagado seguía asomado.
Por cosas que me cuentan amistades cercanas, en otros sitios ponen música con altavoces o sale un vecino artista a tocar un instrumento. Pero sí he de admitir que en Etxebarri pasa una furgoneta, que no he visto pero sí oido, animando al personal a que sigamos en casa. Y, salvo excepciones, estamos siendo obedientes.
Justo antes de enviar el diario me acuerdo de mi compañero Pablo, el cual habrá escrito su pieza diaria desde su Antequera natal. Con su familia. Con los suyos.
Ana Gil:
Los altibajos han sido los protagonistas de la jornada. Ni la salida al supermercado con su dosis de rayos de sol ha conseguido remontar el ánimo. Así que he vuelto a mi refugio y fuente de inspiración en las tinieblas. La poesía. Y entre los versos de Loreto he conseguido ver un poco de luz al final del túnel. Entre las páginas he encontrado la calma. «La vida seguirá incluso cuando la muerte con sus dedos llenos de frío acaricie a quien yo ame. La vida seguirá como siguió el invierno acabando en primavera. La vida se hará brisa siempre que haya alguien que le cante. Porque si la muerte se viste de negro es porque la vida siempre será luz que alumbra, siempre será sol que arde». No sé cómo, pero este poema ha puesto palabras a lo que sentía. Algo que ni tan siquiera yo misma entiendo. Qué complicados están siendo estos días llenos de incertidumbres y miedos. Y eso sabiendo que soy una privilegiada. Todo pasará y como dice Loreto, la vida seguirá.
Pablo Sáenz:
Hace unos días Luis y Pablo publicaban un capítulo especial en su podcast en el que hablaban de sueños extraños. Esta noche he tenido uno bastante singular. Diría que el más desconcertante de la cuarentena. Os lo cuento:
Estoy dentro de un cuadro. Concretamente en el escenario de ‘El caminante sobre el mar de nubes’ de Friedrich. Hace frío por la altitud y el viento arroja el txiri-miri de las nubes. Me acerco al caminante y mi primer impulso es querer mirarle la cara. Conocer su rostro. Al intentarlo, resbalo por la cordillera saliente y, mientras caigo al mar de nubes, el misterioso hombre empieza a reír. El impacto me despierta pero no estoy en mi habitación de Bilbao. Estoy en Burdeos, en la casa de Marius –el estudiante francés con el que hice intercambio en el instituto–. Vuelvo a tener 14 años, he recuperado mi francés fluido y salimos a pasear por la ciudad. Conversamos largo y tendido y, de repente, soy incapaz de pronunciar una palabra más en francés. Vuelvo a perder el idioma. Fin del sueño. Lo dicho: extraño y desconcertante.
Franklyn Amaya:
Un día más de confinamiento. Las dudas han invadido mi mente, sobre todo en horas de la tarde, pensando en lo que se viene en los próximos meses con respecto a las clases del Máster, pues esta situación ha llegado a cambiar muchos planes y expectativas que tenía. La verdad, estoy corto de ideas, mi mente ha llegado a un momento de abnegación ante la crisis que estamos enfrentando. Espero que mañana se un mejor día, ya veremos qué pasa.
Laura Tambo:
En esta semana del día del libro os dejo un fragmento que descubrí hace poco: «Cuando creas que estás sola. Cuando no haya nadie a tu alrededor o cuando veas que el gris se apodera de tu paisaje. Cuando te falte el aire o cuando te sientas abandonada. Cuando no tengas valor para lanzarte y disfrutar. Cuando descubras que hay amigos que decepcionan y familias que hieren. Cuando aún no sepas que es mejor no esperar nada de nadie. Cuando grites, pero nadie te escuche, y sientas que no tienes voz. Cuando camines por la calle sola y tengas miedo. Cuando no quieras levantarte de la cama y cuando prefieras quedarte debajo de la lluvia. Cuando no te importe mojarte ni pasar frío. Cuando parezca que el mundo se va a caer. Cuando creas que no hay salida. Cuando quieras retroceder. Recuerda que lo importante está siempre debajo de la piel. Mira debajo de ella, y allí estaré yo. Por ti. Por vosotras».
Luis Ramirez:
En la casa de mis papás hay un pollito ciego. En una pelea con uno de los hermanos lo dejaron sin ojos. Tuvieron que encerrarlo aparte porque el pobre no sabía ni siquiera hacia dónde ir y no podía comer. En el reporte de hoy me comentaba mami que tenía alimento en la taza, pero este se fue a las esquinas. El pobre pollo picoteaba en el centro sin encontrar los granos de maíz quebrados y no le quedaba más que tragar aire. Esto la conmovió y enseguida fue a llenarle el recipiente con comida. «Él no sabe que yo existo, pero yo sí sé que él existe», me dijo mi madre. Nos reímos porque le dije que iba a incluir esa frase en el diario y aquí está. De seguro se está riendo en estos momentos mientras lo lee. No voy a arruinar el momento haciendo ninguna analogía con una situación actual, qué se yo, una pandemia o algo por el estilo. Que cada quien haga la propia.
Iván Benito:
Día de pensar mucho y concluir poco. La certeza, eso es lo que se busca, como si de la tranquilidad en una piscina de Teruel se tratase. El máster en paciencia sí que va a ser completo y presencial. Falta me hacía.
Irene Echazarreta:
Logroño. Han pasado casi dos meses y las cosas continúan igual. Muchos frentes abiertos y pocas respuestas claras. Todo en el aire. Sin embargo, lo que más me preocupa, y lo seguirá haciendo, será la yegua. More. Hoy, intentando luchar por todas las vías, casi en una llamada de S.O.S., he mencionado al Consejo Superior de Deportes por Twitter para pedirle que, de una vez por todas, se emita un informe o una respuesta para habilitar el buen manejo de los caballos porque, como le he dicho, no pueden hacer el confinamiento como lo hacemos los seres humanos. Son seres vivos y necesitan salir de su cuadra. Necesitamos soluciones.
Mikel Huerta:
Santurtzi. Día 39 y parece que ya, más que el virus, el futuro es lo que da más miedo. Y es que por mi parte, tengo una sensación de como que el virus ha perdido magnitud y que la mayor preocupación está motivada por la incertidumbre del ‘qué pasará’, tanto en la vida profesional o de estudiante, como en las relaciones sociales, ya que a saber cuándo podremos volver a darnos un abrazo en público o tan solo disfrutar de una buena terraza en la compañía que deseemos. Por lo menos, la sensación de que ya queda menos de lo que llevamos motiva, más que el futuro que se plantea o que quieren plantearnos. Pero las ganas de reencuentro pueden más que cualquier cosa. Un día más, un día menos.
Fernando González:
Escribo estas líneas de madrugada. La noche se ha hecho larga, el frío vuelve a Pamplona y el silencio sepulcral de la noche me acompaña en la escritura. Justo se cumplen 28 años de una de las peores tragedias en la historia de Guadalajara, mi ciudad. Un 22 de abril una parte importante del centro de la ciudad volaba por los aires, tras una explosión de gasolina en el sistema de alcantarillado de la ciudad. Cientos de personas perdieron la vida y la cifra oficial no se acerca al número real de afectados. La tontería y la avaricia de unos cuantos gandallas provocó la muerte de personas. Un día triste en la historia de mi ciudad.
Mi padre, a escasas cuadras de distancia al momento del incidente, sintió la fuerte vibración que generó la explosión. Las imágenes posteriores fueron desgarradoras.
Las dudas respecto a mi futuro próximo me rondan en la cabeza. Esta situación anormal y complicada a causa del coronavirus puede dificultar el camino, empezando por las dificultades que tendremos por terminar el Máster en forma.
Por la noche, comencé oootra serie. Ahora se trata de ‘Godless’. Historia ejecutada en el viejo oeste a finales del siglo XIX. Pinta bien. La escenografía y fotografía son descomunales.
Oihane Irazu:
Otro día menos. Hoy hace 13 años que se emitió el primer capítulo de ‘La Que Se Avecina’. Una serie que durante este confinamiento me está acompañando siempre de fondo. Cómo pasa el tiempo, 13 años ya. Me acuerdo que empecé a verla cuando la emitían semanalmente en Telecinco, aunque con críticas por ser una copia barata de ‘Aquí No Hay Quien Viva’, la mejor serie española en mi opinión. 22 de abril. Un día menos hasta el 9 de mayo. Y a ver qué pasa.
Alba Rodríguez:
Deusto. Se me empiezan a agotar las actividades para pasar el tiempo. O puede que sea tan inconstante que me aburro de cada cosa que comienzo enseguida. Hoy he empezado con un nuevo reto: aprender coreano. Mi estancia erasmus la pasé en Seúl, donde viví durante seis meses, pero siempre se me quedó la espinita clavada de no poder aprender el idioma local. Supongo que en el momento había tantos estímulos y tantas cosas que hacer y experimentar que lo dejé de lado y cuando me quise dar cuenta estaba de nuevo en casa y solo sabía decir ‘hola’ y ‘gracias’. No sé cuánto tardaré en cansarme o si saldré de la cuarentena sabiendo algo más de lo que aprendí en aquel semestre, pero de momento estoy ilusionada. Así que me despido hasta la entrada del diario de mañana con una de las primeras palabras que he aprendido hoy: 안녕히 계세요 (adiós).
Paula Soroeta:
Hoy he vuelto a tener un sueño muy raro, la verdad es que tengo imágenes confundidas, pero cuando me he despertado tenía una sensación muy extraña. Sé que aparecían amigas mías en él, pero no recuerdo mucho. Parece que se ha convertido en una costumbre esto de los sueños raros. Recuerdo que hace tiempo solía tener un sueño que se repetía muchas veces: estaba caminando por la calle y de repente me daba cuenta de que estaba descalza. Era algo angustioso y que me frustaba mucho. No entendía nada. Siempre me he preguntado qué significado puede tener cada sueño. Quizá mañana investigue algo.
Estos días he retomado una de las mejores series (por no decir la mejor) de mi adolescencia: ‘Zoey 101’. Mis amigas y yo siempre fantaseabamos con ir a PCA , el colegio donde se desarrollaba esta serie. Y estoy segura de que todo aquel que tenga más o menos mi edad habrá tenido alguna vez esa ilusión.
Javier Cuesta:
Otro día menos. En nada estaremos paseando por la calle. Hay que mentalizarse, aunque a veces cueste más de lo necesario. Algunos días en los que toca descargar y echarlo todo, para luego volver a recomponerse.
Mi afición por la lectura ha vuelto a resurgir. El tiempo se me pasa más rápido mientras leo, así que lo disfrutaré mientras me dure. De todos modos, las películas siguen siendo mi método de distracción favorito. Se aceptan recomendaciones.
Pedro Ontoso:
En mis dos últimas salidas para comprar mascarillas he visto más gente que nunca y he podido comprobar que el personal se está relajando en este confinamiento monacal. Es verdad que existe un agotamiento y cada vez hay más excusas para salir de casa, pero yo creo que también influye lo que dicen nuestros políticos. Si Urkullu pide abrir la mano, los policías municipales y los ertzainas no van a ser unos bordes. El test con los niños, el próximo domingo, va a ser toda una prueba de fuego. Pero mucho me temo que la vuelta a la normalidad vigilada se va a alargar durante mucho tiempo. Acabo de ver un documental sobre chimpancés y les he visto como se cogen de la mano, se besan y se hacen caricias. Tengo mono de cariño.
Hoy estoy en modo pesimista. También me duele mucho ver a algunos medios de comunicación muy alineados y a muchos periodistas atrincherados. Los periodistas hemos estado durante mucho tiempo con los ojos cerrados y ahora creemos que lo sabemos todo y nos dedicamos a pontificar sin ningún rubor desde casa. En las dos partes se miente, se minimiza o se exagera. Me recuerda a los corresponsales de guerra que no se mueven de sus hoteles y solo se dedican a reproducir los comunicados oficiales. El gran mestro Ryszard Kapuscinsky decía que para ser buen periodista, ante todo hay que ser un buen ser humano, una buena persona. Si esta crisis tiene arreglo, será también por el papel de los medios, y los periodistas tenemos que ser conscientes del poder que (todavía) tenemos. Tengo muchas dudas sobre los efectos subterráneos de esta crisis global ¿De verdad que se va a producir un cambio antropológico?
César Coca:
Día de largas conversaciones por teléfono y videollamada. Alguna de ellas con los firmantes de este diario. Están inquietos por lo que va a suceder en los próximos meses y lo entiendo. Cómo no lo voy a entender. Otra cosa es que nuestra capacidad para responder a las dudas sea limitada porque todo está en el aire. Y sobre todo, no depende de nosotros. Si dependiera de nosotros el momento de la reapertura, ya lo tendríamos resuelto. Pero como no es así, habrá que diseñar varios escenarios y organizar las cosas para cada uno de ellos.
Al margen de esto, un día de trabajo normal (si es que la normalidad se establece en una jornada de once horas reales de tarea), conversaciones con fuentes para un reportaje que debo escribir el jueves y poco tiempo para el ocio. Y lo que es peor, creo que mañana mi única expansión será como hoy: salir cinco minutos escasos a comprar el periódico. Porca miseria.