diario-cuarentena-coronavirus-espana-6-mayo-2020

Pablo Ariza:

Cita previa con el peluquero. Lo de previa es redundante, me di cuenta esta mañana en Twitter. Qué alivio quitarme ese lastre que ocupaba mi cabeza. Un casco, vaya. El tercer grado le he hecho a Pedro, mi ‘Urban Barber’. Él sabe como nadie que yo nunca le engañaría yendo a otra peluquería. ¿Conocen mayor traición que la de cambiar de barbero? Pocos se atreven. Uno se siente a gusto en sitios de confianza. Siempre me dice que soy de sus clientes más fieles –vengo de Bilbao solo a que me pele él y hacía lo mismo cuando vivía en Málaga– y de los menos rentables, porque voy cuatro veces al año. Pero siempre me pone al día rápido, sé qué le tengo que preguntar para que se suelte. Secreto de confesión, no esperen que lo escriba por aquí. Hoy lo he notado bastante preocupado con la que se nos viene encima económicamente. Peor que en 2008 le he dicho. «Cómo lo sabes, Pablito», me suele responder. Me he sorprendido al ver todas las medidas de seguridad en el establecimiento. Reconoce que está asustado con el virus, normalmente suele ser muy dejado para esas cosas. Proceso: desinfección de suelas de zapato, guantes con desinfectante y mascarilla obligatoria. Lo único que no cambia es el corte de pelo, su ilusión es raparme, pero siempre le digo que mejor en verano. Así llevamos 4 o 5 años. ‘Historias de barberos’, que diría mi abuelo. Cuántas anécdotas saldrían si todos se animaran a escribir sus biografías.

Karen Pinto:

Hoy ha sido el cumpleaños 32 de mi hermano. Le he llamado, le he cantado y nos hemos acordado de su celebración del año pasado. Fue fantástica. Primero, fuimos con un grupo grande de amigos a un restaurante que se llama Patacones en Bogotá; es un sitio precioso y típico. Luego de una larga velada, con mariachis, sombreros, comida y pastel, fuimos a una discoteca impresionante, una de las más grandes de Latinoamérica. Tiene doce ambientes distintos, y en cada uno hay un diseño interior y música diferentes. Es decir, se puede pasar de un ambiente a otro cada que a uno le apetezca cambiar de música y de estilo. Es un sitio demasiado loco y divertido. Bueno, la cosa es que disfrutamos muchísimo, y bailamos, literalmente, hasta el amanecer mientras había barra libre, allí se estila mucho –no lo he visto aquí, hasta ahora–, básicamente se puede beber todo tipo de licores, cuantas copas quieras, y todo va incluido en el precio de la entrada a la discoteca.

Cirilo Dávila:

Ahora que hemos iniciado la ‘desescalada’ por fases, los medios empiezan a preguntarse cómo saldremos del encierro desde el punto de vista de la salud mental. En clave económica está claro: seremos más pobres.

Este confinamiento es una experiencia inédita que nos ha reservado el papel de conejillos de indias. Sin embargo, no ha habido ensayo clínico y experimentamos en tiempo real. Si ayer comentaba que los bancos se frotan las manos con la nueva coyuntura para sanear balances a costa del Estado, hoy he reparado en psicólogos y psiquiatras. Estoy convencido que estarán sacando punta al lápiz para aprovechar tanto material de estudio. La ocasión la pintan calva.

Para ver si andaba desencaminado, he llamado a mi psiquiatra de cabecera. Como sé lo que estáis pensando, voy aclarar esa presentación. Hasta ahora, nunca he necesitado de sus servicios, sino que nos profesamos una cordial relación. Se llama Fernando Marquínez y es doctor en Psiquiatría.

Este especialista está convencido de que en muchos casos saldremos del confinamiento con un cuadro clínico de estrés post-traumático, aunque la respuesta será diferente en cada persona. Solo pone un ‘pero’: «De hacerse crónica dará lugar a un menoscabo de la salud y aparición de diferentes enfermedades psico-somáticas, con el correlato socio-laboral que esto supone», me comenta.

Diría que las consultas de estos especialistas de salud mental conocerán su propia primavera tras la ‘desescalada’, multiplicándose las citas. Otra cosa es que haya dinero suficiente para pagar la consulta y busquemos como alma en pena libros de autoayuda. Puestos a recomendar, quizás volvamos a la fábula espiritual que creó Sharma con ‘El monje que vendió su ferrari’. Serán tiempos de apreturas y diván. Al tiempo.

Berta Pontes:

Valladolid. El tema de conversación en mi grupo de amigos ha sido si Valladolid pasaría o no a la fase 1. Ahora ya sabemos que no, pero durante todo el día hemos hecho especulaciones de las provincias que podrían pasar y las que no. También hemos descubierto que la Junta ha pedido la división por zonas de salud básicas y que, para poder pasar de fase, no debe haber contagios (o positivos, no lo tengo muy claro) en siete días en esa zona. Eso nos ha parecido una locura. A este paso no salimos de la fase 0 hasta el año que viene. Mañana intentaré resolver mis dudas sobre este tema.
Otro momento a destacar de hoy ha sido la ronda de intervenciones en el Congreso de los diferentes líderes políticos. Han dejado claro que pocos de ellos merecen estar en el puesto que ocupan. Son momentos difíciles para todos y, en vez de unirse y colaborar, hay un bando que prefiere utilizar el odio, los bulos y los informes falsos para intentar desmontar a un Gobierno que, nos guste o no, está haciendo lo que puede ante una situación sin precedentes. Falta empatía y del sentido común mejor ni hablamos. No sé si algún día llegará a las esferas políticas de nuestro país.

Gorka Seco:

Hoy he vuelto a salir a la calle. El rato de paseo se me ha hecho largo, más incluso que la salida del lunes, aunque no sé si en tiempo real habrá sido así. A ratos he estado un poco obligado a andar un poco más. Pero he visto algo realmente llamativo. Lugares de Etxebarri en lo que el gentío era evidente. Sitios en los que habitualmente no suele transcurrir excesiva la civilización, y hoy parecían una de las calle más céntricas del pueblo.

Es evidente que este fenómeno es una de las consecuencias de las restricciones horarias. Pero a uno le llama la atención ver ese tipo de curiosidades que, de no ser por la expansión del coronavirus, posiblemente no hubiera presenciado.

Ana Gil:

He madrugado por primera vez en el confinamiento. A las ocho de la mañana ya estaba en pie. Que yo me levante a esa hora sin ningún compromiso ni rutina es un logro. Os lo aseguro. Me he puesto mis zapatillas y he ido a pasear. He recorrido calles por las que hacía años que no pasaba. Iba prácticamente sola por Sarriko. Allí viví mis dos primeros años de universidad. Qué nostalgia. También he descubierto que han cerrado la peluquería a la que voy en Bilbao. Necesitaba un corte de pelo antes del confinamiento. Imagínense ahora con semejante calor. Se aceptan recomendaciones. No sé si por el cambio de horario, pero el día ha sido de lo más productivo. He estado en contacto con varias familias que han perdido a sus seres queridos estos días. Ha sido duro, pero muy gratificante por poder participar. Otro día os cuento el proyecto que ha puesto en marcha El Correo. Os aseguro que si leyeseis los testimonios se os quitaban las ganas de saltaros las normas.

Pablo Sáenz:

Es inevitable hacer planes de futuro, a pesar de la incertidumbre. Ariza, Ramírez, G. Zaratiegui y yo ya hemos decidido que queremos disfrutar del verano bilbaíno y, a poder ser, juntos. Pronto nos facilitarán un listado con los medios en los que podremos realizar las prácticas durante los próximos meses y tendremos que seleccionar nuestras preferencias. Hoy he imaginado un par de escenas en las que estamos bebiendo unas cañas en alguna terraza de Bilbao y haciendo excursiones por los pueblos bizkainos los fines de semana. Ariza y su mochila al mando, claro. Lo dicho, es inevitable hacer planes de futuro, a pesar de la incertidumbre. Quién sabe dónde acabaremos este verano. Yo, si no es en Bilbao, me veo en Donosti.

Franklyn Amaya:

Siento que ha llegado el momento de regular nuevamente mis horarios de sueño. Lo digo porque durante varios días he realizado vídeollamadas en horas de la noche, con amistades, familia, incluso ver junto a mi novia series o películas en Netflix, para terminar durmiéndome a las 4 de la mañana. Es una situación complicada, pero la diferencia de horarios solo permite que sea de esa forma. Sin embargo, esto tiene que llegar a su fin, no puedo seguir sacrificando horas valiosas de sueño, horas que nunca se recuperan aunque pueda seguir durmiendo durante el día. Me da mucho pesar, porque me la paso bien, pero si sigo de esta manera en algún momento mi salud se puede resentir.

Laura Tambo:

‘Valeria’ se estrena el próximo viernes en Netflix. Cuando cogí el libro en mis manos por primera vez, no podía imaginar lo que significaría para mí. Creo que, sin buscarlo, me ha enseñado muchas cosas de la vida. Pero es que lo mío fue un amor a primera vista. Lo supe desde el principio. Me haría volar y descubrir otro mundo maravilloso. Fue la primera vez que recuerdo disfrutar tanto leyendo. Con el tiempo, ‘Valeria’ empezó a llegar a otros rincones, como a las estanterías de mis amigas con la obligación de leerla. También les encantó, así que ‘minipunto’ para mí. Siete años más tarde, sin ni siquiera buscarlo, traspasa la pantalla para volvernos a enamorar. Sé que es una adaptación abierta y eso requiere de algún cambio que me pueda sorprender. Pero le doy la bienvenida a todo lo que nos tiene preparado. Estoy segura de que no nos va a decepcionar. Así que apuntad. El viernes tenéis una cita con este nuevo proyecto tan maravilloso.

Luis Ramírez:

Qué difícil es escuchar a una madre a la que le han arrancado el corazón. Su llanto suena a desesperanza. Sus palabras se caen al suelo a falta de fuerza que las sostenga. Normal, si ni siquiera ha podido recoger las cenizas de su hijo, que la estarán esperando a kilómetros de distancia. Si el dolor no fuera suficiente, sucede durante uno de los períodos más difíciles que ha enfrentado la humanidad. Yo al otro lado de la línea intentaba reconfortarla, pero cómo voy a saber lo que se siente si el ser que cargaste en las entrañas se va para siempre. Al menos su alma nublada se despejó parcialmente cuando recordó la última Navidad que pasaron juntos. Mientras tanto, yo contenía las lágrimas durante la conversación, luego las dejaría caer.

Iván Benito:

Cuánta gente estará haciendo chapucillas en casa que la ferretería de mi calle tiene cola toda la mañana. La gente va con listas como si fuese la compra. Si a esto le sumamos también la fila de la peluquería, panadería, frutería, estanco, Simply… la acera parece el andén de la parada de Indautxu del metro de Bilbao. Después de dos meses, ya empiezo a echar de menos hasta eso. No ha sido un día de grandes noticias. No está claro que Castilla y León vaya a poder pasar a la siguiente fase. Sigo pagando un piso que no estoy disfrutando. Y el coche sigue sin arrancar, ni poniéndole las pinzas. Tiene que haber una buena metáfora entre esto y el coronavirus, pero no la encuentro.

Irene Echazarreta:

Logroño. Hoy me he despertado muy cansada. Casi como si un camión me hubiese llevado por delante. Y odio los días así. Son súper improductivos. Son días de quiero pero no puedo, porque mis fuerzas no me lo permiten. Y es una pena. Me gusta irme a la cama con la sensación de haber aprovechado las horas, pero hoy no ha podido ser así. Ya veremos mañana.

Mikel Huerta:

Santurtzi. Cinco días nos quedan para avanzar de fase. En el Gobierno Vasco adelantan que Euskadi cumplirá los requisitos para hacerlo. Esperemos que así sea. Pero las dudas sobre el futuro cada vez resuenan más. La siguiente fase se aproximará mucho más a la realidad. Y digo yo, si avanzamos de fases sin rebrotes ni aumento de contagios, ¿por qué en verano, si los datos lo permiten, no podremos tener una vida ‘normal’? Poder ir a la playa sin restricciones, prácticas presenciales, reuniones al aire libre sin número máximo de personas… Aunque siendo realista, eso queda bastante lejos. Además los amigos pesimistas deprimen. Ya hay alguno diciendo que aprovechemos la calle porque otro confinamiento se avecina. Que de un 20% de posibilidad de contagio, en estos días que hemos podido salir, ha subido al 40%. No queda otra que escudarse en el optimismo. Un día más, un día menos.

Fernando González:

Hoy les comentaré un poco del tercer capítulo de la serie. E esta ocasión se trata de la selección alemana de fútbol. Una selección importante y con cuatro ediciones conquistadas de la máxima competición del fútbol. Como dicen en el documental, «Alemania es una de las selecciones a las que nunca te quieres enfrentar», y es cierto. Su particular forma de juego y la forma de ver la vida por parte de los alemanes los motiva siempre a querer más sin importar el rival. Por este combinado nacional han desfilado grandes figuras mundiales como Gerd Müller, Franz Beckenbauer, Jürgen Klinsmann, Lothar Matthäus, Oliver Kahn, Bernd Schneider, Michael Ballack, Miroslav Klose o Toni Kroos. Con esta calidad de futbolistas, es entendible que tengan cuatro copas en sus vitrinas. Mañana es el turno de la pentacampeona mundo, la selección brasileña de fútbol.

Al término de esta serie, haré un 11 histórico únicamente con campeones del mundo. A ver qué resulta. A los lectores que le gusten los deportes, esta serie documental es para ustedes.

La vida diaria transcurre con normalidad, el calor comienza a agobiar y los mosquitos aparecen por la noche para pasar un buen rato molestando a los humanos. ¿Hay sonido más indeseable, que el zumbido de un mosco cuando estás a punto de dormir?

Oihane Irazu:

«Solo quería llamarte para decirte que qué bien escribes Oihane, me ha emocionado mucho el texto», me decía la hija de un fallecido por el Covid19 con la que ayer tuve una larga conversación en la que me contó todo lo ocurrido con su padre. Los que me conocen saben que no soy muy de estas cosas, pero la verdad que me ha hecho bastante ilusión. Ver cómo esta señora estaba emocionada por un texto escrito por mí a partir de lo que me contó, jo qué guay.

Y eso que sé perfectamente que no escribo bien, como siempre digo «lo mío es la radio». Pero estas cosas hacen ilusión. Hoy por la tarde he ido de paseo por la ría hasta la peña con una persona que quiero desde 2002, cuando me mudé de Mundaka a Bilbao y pisé la Ikastola. Ane Eunate, gran amiga desde pequeñas, de esas con las que nunca pierdes el contacto por mucho que nuestras rutinas no se crucen. Esas amistades que, por mucho que estés medio año sin hablar, sabes que siempre va a estar ahí. Y que cuando volvamos a vernos va a seguir todo igual. Y qué bonito eso.

Alba Rodríguez:

Deusto. Hoy he visto amanecer. Bueno, en realidad es un decir porque para cuando he querido salir de casa para quedar con mis amigos el sol ya estaba radiante en el cielo. Pero eso no ha hecho que nos detuviéramos. Un café, un cruasán y buena compañía han hecho del paseo a las 7 de la mañana el mejor momento del día. Claro está hasta que a las 10 de la noche hemos decidido volver a quedar para dar otro. Ha hecho un tiempo espectacular, de noche de verano en la que refresca lo justo para tener que ponerse una chaqueta pero en la que no llega a hacer frío. Un día de paseos en tiempos de cuarentena y ya empiezo a ver la luz al final del túnel.

Paula Soroeta:

Hoy mis padres han hecho 25 años de casados. Sin duda ha sido un aniversario que nunca hubieran imaginado tener. Para celebrarlo hemos pedido comida a un chino. Nos encanta la comida oriental, así que no podía haber mejor forma de hacerlo. Por lo demás, nada interesante que contar así que hoy también os voy a recomendar una cosa. Se trata de una cuenta de Instagram: lacomunidaddelcine, que como su propio nombre indica sube posts, en los que se generan debates, sobre distintas películas. Además cada semana tienen una temática distinta. Muy interesante.

Javier Cuesta:

El paseo de las 8 es mi medicina diaria. Desde que se puede salir me ha cambiado radicalmente el estado de ánimo. Me he acostumbrado tan rápido que a veces se me olvida lo que era el confinamiento. Si esto lo digo cuando solo se puede salir una hora, no quiero imaginar cuando se pueda salir todo el día. El único fallo del día ha sido no echar un parchís con Karen, una costumbre que hoy nos hemos saltado, una lástima. Mañana tendremos que echar alguna partida más para compensar. Por suerte, esta tragedia se ha compensado con las napolitanas que ha hecho mi ama. No hace falta que diga lo buenas que estaban. Sin duda, si algo me ha dado la cuarentena, ha sido un gran conocimiento sobre repostería.

Pedro Ontoso:

Hoy ha sido un día especial porque he regresado al Máster. No había cogido el coche para desplazarme tan lejos de mi domicilio desde hacía mucho tiempo. Cuando cruzaba el puente Rontegui, parecía que atravesaba el Muro de Adriano, el último vestigio entre el mundo civilizado y los bárbaros. El vigilante de la puerta seguía en su puesto, al pie del cañón, pero dentro del edificio de Bolueta apenas había movimiento. Me he vuelto a encontrar con Yenofa, César y Jesús y juntos hemos celebrado una reunión. En círculo y separados, parecía que estábamos en una reunión de alcohólicos anónimos. He echado de menos a los alumnos, con sus idas y venidas en las aulas y en los pasillos. El roce hace el cariño, dicen, y es verdad. Me temo que habrá que esperar.

La última pintada seguía, casi borrosa, en una pizarra, solicitando votos, a favor y en contra de quedarse o irse. ¡Qué paradojas! De eso hace ya mucho tiempo. Casi dos meses. El último día que pisé yo el Máster fue el martes 10 de marzo. Me acuerdo muy bien, porque al día siguiente viajé a Ávila a impartir una conferencia sobre mi libro, invitado por la Asociación de Periodistas. Y tengo frescas muchas sensaciones. Algunas amargas, porque desde desde la ciudad de Santa Teresa tenía pensado acercarme a Madrid para estar unos días con mis nietos, y tuve que regresar a Getxo porque el confinamiento estaba al caer. Otras alegres, por el público que asistió a la charla, entre el que había muchos guardias civiles y policías, y familiares, que habían vivido y sufrido en Euskadi durante los años de plomo de ETA. Me contaban su experiencia mientras les firmaba los libros, que se agotaron. Luego una cena y un paseo por las murallas bajo una luna redonda y brillante que parecía un sol de la Toscana. Mi conferencia fue el último acto abierto que permitió el Ayuntamiento. Al día siguiente ‘La voz de Ávila’ abría su portada con el primer caso de coronavirus detectado en la ciudad. Me costó mucho encontrar un periódico, no porque se hubiera agotado, sino porque no había quioscos donde se vendiera. Por fin, localicé una librería donde pude comprarlo.Hacemos periódicos y luego no tenemos sitios donde venderlos. Esa también fue otra sensación amarga.

César Coca:

Me he pasado más de media tarde revisando y metiendo en página los textos de las víctimas del coronavirus, para el suplemento especial. Ahí están sus vidas y sus fotografías. Dejan de ser un número, una estadística, para convertirse en personas reales, que vivieron y dejaron su huella en este mundo. En su gran mayoría son mayores, pero también los hay jovenes. Gente que vivía pensando que le quedaba un largo camino, que, como escribió Cavafis, arribarían en bellas mañana de verano a puertos nunca antes vistos. No ha sido así. He recordado otro poema, uno de los más hermosos y angustiosos escritos en castellano en el siglo XX. Creo que merece la pena reproducirlo en este diario. Es de Jaime Gil de Biedma y se titula ‘No volverá a ser joven’.

Que la vida iba en serio/ uno lo empieza a comprender más tarde/ –como todos los jóvenes, yo vine/ a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería/ y marcharme entre aplausos/ –envejecer, morir, eran tan sólo/ las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo/ y la verdad desagradable asoma:/ envejecer, morir, / es el único argumento de la obra.

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.

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