Pablo Ariza:
Lo de las fuentes que he comentado en varias ocasiones en mi diario. Ha vuelto a ocurrir, un historiador vasco me ha sorprendido a media tarde con un correo. La importancia del contexto para poder adentrarnos en las historias que ocurren ahora, no me canso de repetirlo. El sábado dio para muchas cosas, la mejor siempre está relacionada con el café. Otro día espero poder hablar de la relación que tenemos algunas personas con esa bebida. Entré como un elefante en una cacharrería en la nueva web de mi amigo Pedrosa. Se lo quería cambiar todo, bueno casi. De algo tenía que servir los días de estrés junto a Ramírez para armar la web de ‘RTP’. Con Balog he estado charlando sobre un nuevo proyecto que tiene en mente y quiere que me involucre. Ay, los amigos. Málaga no ha pasado a la fase 1, pero eso ya lo sabían, ¿para qué iba a dar mi opinión? Disculpen, me está sonando la alarma, no quería que se me pasara el horario búho. Voy a tener que dejar aquí estas líneas.
Karen Pinto:
Me he detenido a pensar a cuántas personas he escuchado llorar durante la cuarentena. Son varias. Entre los testimonios de Latinoamérica y los de España para el homenaje de EL CORREO, sumo unas cuantas. Y debo admitir que la mayoría de veces yo también he llorado en silencio, al otro lado del teléfono, sin que esas personas se dieran cuenta. Pero, después de todo, me he quedado aliviada por los agradecimientos de estas personas; saber que les damos un poquito de alegría y de esperanza me reconforta muchísimo. Por ejemplo, el reportaje de una de las víctimas de Ecuador que entrevisté se ha compartido más de mil cien veces desde mi perfil de Facebook. Hoy, esa persona me ha vuelto a agradecer, y me he dado que cuenta ha sido entrevistada en vivo por CNN. Me he quedado muy feliz por ello. Otras palabras me quiero resaltar son las de la hija de una de las homenajeadas: hace unos días me dijo que lo que yo había escrito le gustó mucho, porque expresa «exactamente» lo que sienten ella y su familia y me envió, literalmente, «un saludo cariñoso». Qué bonito. Mi tristeza por la gente que la está pasando mal no se va, pero me queda una satisfacción en el corazón, por saber que les aportamos algo de alivio.
Cirilo Dávila:
Hoy, al regresar de la vuelta en bici, me he detenido en la carnicería donde habitualmente compramos. Aún no había tenido la oportunidad de dar el pésame a Maite y Garbiñe por la muerte de su aita, el señor Valentín. En esos momentos, no había ningún cliente, lo que me ha permitido abordarlas con más aplomo. Según he entrado, Maite ha dejado de trocear un pollo para recoger mis condolencias y apenas ha sostenido la mirada.
En estas circunstancias, los que ya hemos pasado por duelos parecidos, sabemos que no hay manual de aprendizaje que valga. Una explosión incontrolada de sentimientos y recuerdos te asalta, condiciona el habla y rompe el dique de contención que supone la conveniencia para dar rienda suelta a las lágrimas. He estado en la carnicería apenas un minuto, lo que ha durado un balbuceo entre conocidos. Tras las palabras obligadas uno no sabe muy bien qué decir, sintiéndose torpe al manejar tanto material sensible.
Retomando el camino a casa, he pensado qué será de las tiendas de barrio cuando esta generación, la que ahora levanta sus persianas, se jubile. Al señor Valentín le sucedieron las hijas y Javier mantiene su peluquería como eslabón de una saga con más de un siglo de servicio. Detrás de ellos no se atisba solución de continuidad. La cadena quizás se rompa y con ello buena parte de nuestra identidad. Se desanudarán esos lazos sociales que ahora tejemos en complicidad con nuestros tenderos para ser simples clientes. Dejaremos de tener una identidad y seremos solo un número en el gestor de turnos.
Con el señor Valentín se nos ha ido buena parte de la historia de un barrio, esa que cuenta que un día fuimos comunidad donde el roce hizo el cariño y, más que en nosotros, a veces pensábamos en los demás.
Berta Pontes:
Valladolid. ¿Quién me iba a decir a mí que iba a alegrarme tanto de poder dar un paseo a distancia? Pues nadie… Yo, que aunque no lo parezca, soy cariñosa, no puedo evitar pensar en la de abrazos que voy debiendo a la gente. Y los que me van debiendo, eso también. Los paseos ahora son con Lidia y Tigre, la única amiga a la que he visto y su perro, y las ganas de abrazarnos cada vez que nos vemos son inmensas. Menos mal que hemos decidido que ambas podemos tocar al perro de la otra. Les damos a ellos los abrazos que no nos podemos dar nosotras. Está medio mal, pero ambas llevamos en casa casi 60 días sin más contacto que con nuestros convivientes. Así que no hay peligro.
Gorka Seco:
Hoy no ha sido un día normal. Notaba en el ambiente que era sábado. No he tenido la sensación semanal de tener que despertarme, casi obligatoriamente, a una hora muy temprana.
Suelo intentar no dejar excesivo trabajo para los fines de semana, prefiero dedicarlo en cuestiones más personales y de ocio. Aunque, teniendo en cuenta en la situación en la que estamos y los trabajos que tenemos, estos fines de semana he tenido que avanzar en algunos documentos y proyectos.
Ana Gil:
Petricor. El olor que deja la lluvia al caer en los suelos secos. Vaya, el aroma a tierra mojada. Me encanta el frescor tras una fuerte tormenta. Ese olor tiene una especie de poder sobre mí. Me transporta a la infancia. Recuerdo cómo de pequeña abría las ventanas para percibirlo. Ahora también. Tenía ganas de que lloviese y parece que mis deseos se han cumplido. Ayer paseaba prácticamente sola por las calles de Bilbao mientras diluviaba. Creo que fue el mejor paseo hasta ahora. He de decir que salí con chubasquero y paraguas en mano. Si no, no diría lo mismo. Hoy no ha habido paseo, la videollamada con mis amigas se ha alargado. El tiempo ha volado entre series antiguas, misas y el castañero del pueblo. Cómo le damos al palique. La jornada ha sido bastante intensa y he recordado lo importante que es estar allí cuando alguien no lo está pasando bien. Más aún si está en cuarentena y lejos de casa.
Pablo Sáenz:
Entre truenos y proyectos las horas han dado conmigo. Menudo día de perros. En Bilbao no ha dejado de llover en todo el día. ¡Rayos, truenos y centellas! Mi familia, por suerte, está disfrutando de unos días muy primaverales y soleados en La Rioja. Mis padres, mi hermano y los perros llevan toda la semana haciendo vida en el jardín. Cada día me envían por Whatsapp una nueva foto alardeando de su nueva rutina: barbacoas, sobremesas que se alargan tanto como las horas de luz, los perros jugueteando entre las flores que tanto mima mi madre, charlas entre vecinos de jardín a jardín… En una de ellas observo libros sobre las hamacas. Mi madre ha asaltado mi biblioteca personal. Está leyendo ‘El camino’, de Miguel Delibes. ¡Qué envidia y qué buen libro! Una lectura de lo más veraniega.
Mis días son muy diferentes. Sumergido en las tareas de diferentes proyectos, cuando levanto la cabeza del ordenador ya es de noche. El homenaje por las víctimas del Coronavirus de EL CORREO marcha sobre ruedas. Cirilo e Irene lo están coordinando la mar de bien. Ya se han realizado 99 encargos. Supongo que pronto se publicará. Por otra parte, estoy trabajando en un proyecto personal. Llevo un par de semanas sin parar: diseñando, estructurando, reestructurando, Photoshop, Illustrator, WordPress… Hasta ahí puedo decir. No es que sea gran cosa pero me gustaría contar con más horas diarias para poder lanzarlo cuanto antes. Este tipo de proyectos me mantienen a flote y motivado en estos días tan… inusuales, digámoslo así.
Franklyn Amaya:
Ha llegado el día del cambio de imagen, el día del cambio de look, despues de estar más de tres meses sin hacerme un corte de pelo, en estos días donde los barberos están más solicitados que nunca, pues para conseguir la cita con el barbero marroquí que está a unas cuadras de mi casa, me tuve que esperar tres días, ya que tenía una larga lista de espera. Muchas amistades entre bromas me dicen que he vuelto a ser la misma persona de antes, porque me desconocían con esa tremenda canasta que estaba sobre mi cabeza, y no las culpo, pues nunca había tenido tan largo el pelo. En algún momento del confinamiento hasta llegué a querérmelo cortar con una tijera, vale más que no lo hice, hubiese sido un desastre.
Laura Tambo:
Hablar con mi amiga Rocío, la hermana mayor que nunca tuve, ha sido el mejor momento del sábado. No lo hemos hecho en la terraza de ningún bar, ni durante la cena en nuestro restaurante favorito, pero a estas alturas, eso ya me da igual. A veces, lo que de verdad importa está más cerca de lo que pensamos y ha tenido que venir ella para creérmelo una vez más. Me ha contado cómo han resistido este periodo de pandemia en el hospital, los protocolos que tenían y tienen que seguir y las adversidades que se les han puesto por el camino. Que no han sido pocas. Durante toda la conversación no la he oído quejarse ni una sola vez. Ama su trabajo y eso se nota, pero la entereza con la que lo afronta me hace admirarla aún más. Hoy mi diario va por ella y por todos los sanitarios que han estado, están y seguirán estando al pie del cañón.
Luis Ramírez:
Cómo extraño el olor a culantro fresquito. En la bolsa, 10 granadillas para las meriendas de la semana, un kilo de moras bien aciditas para la ensalada, un par de guayabas (una para mí, otra para Ronny), jocotes tronadores de esos que mordés y se les sale el jugo, y muchos cases que terminaré comiéndome con sal. Si hay guabas o manzanas de agua, llevo algunas. Se me hizo agua la boca con solo escribir esto. Bueno, sigo con las compras imaginarias. Un par de plátanos para los patacones, tal vez deje madurar uno para comerlo frito. Camote para el puré, vainicas para el arroz con pollo y pejibayes, yo no soy mucho de comprarlos, pero me antojé. También voy a llevarme una yuca para la sopa, ojalá no se me dañe. Me voy ahora a donde la quesera para que me aliste medio kilo de queso Turrialba. Me da a probar un pedacito, mmm, con una tortilla recién hecha… de chuparse los dedos. Voy a llevarme elotes tiernos para hacer chorreadas y alimentar mi alma guanacasteca. Cómo me hace falta ir a la feria del agricultor en Guadalupe, cómo extraño el olor a culantro fresquito.
Iván Benito:
Parece acabarse el mundo en Burgos según comienzo a escribir este relato. Se escuchan los truenos, la lluvia y creo que hasta granizo, pero me da pereza levantarme a comprobarlo. Según pensaba cómo continuar, me he dado cuenta que tenía la ventana de mi habitación abierta. Sí era granizo, sí.
Hoy toca reflexión. El coronavirus va a servir como excusa para innumerables casos futuros. Que tu crush no te hace caso, querrá respetar la distancia social. Que no te apetece salir, el confinamiento que te ha apalancado. Que tu carrera deportiva se estanca, la pandemia que te frenó en tu mejor momento. Que no encuentras trabajo… esa me temo que va a ser la realidad para muchos. Y evitemos obviedades. La gente que nunca ha estado en el momento justo en el lugar adecuado está harta de escucharlo.
Irene Echazarreta:
Logroño. Yo lo siento si alguien no está de acuerdo con lo que voy a decir. Me parece que hay medidas que se adoptan sin ningún tipo de lógica como, por ejemplo, la posibilidad de realizar reuniones sociales de máximo diez personas en cualquier momento del día, pero no la oportunidad por parte de profesionales y federados de acudir a los centros deportivos, como los ecuestres, en unas franjas horarias más amplias. No me parece justo. Cuidado. No me malinterpretéis. No es que esté en contra de estos encuentros, o bien, de otras medidas adoptadas para el plan de la desescalada, sino que lo que me mosquea es no tener las mismas oportunidades que los demás. Yo también quiero salir de casa libremente para cuidar de More todos los días, y no estar como estoy, que es que subo un día sí y un día no. Me molesta que tengamos que seguir limitándonos a tres franjas horarias establecidas que, en ningún momento, nos permiten proporcionar los cuidados necesarios que requieren estos animales. No puedo ir a mover a la yegua, pero sí a tomarme una cerveza a cualquier hora. Hablamos de seres vivos. No tiene ningún sentido.
Mikel Huerta:
Santurtzi. Hoy ha sido un día decepcionante. Pese a que hemos pasado de fase, parece ser que la situación de Euskadi, y más concreto de Bizkaia, no era del todo lo suficientemente buena como para avanzar. Y se han inventado una fase que se ha denominado en redes sociales como la fase 0,5. Aún así, tras la rectificación de Sánchez en la que permitía el desplazamiento a segundas viviendas en las comunidades en fase 1, he estado toda la tarde esperando la rectificación del Gobierno Vasco sobre la posibilidad de moverse entre los municipios. De verdad que confiaba en ello. Pero a medida que pasaban las horas la ilusión se ha ido desvaneciendo. El pasar de fase lo bueno que tenía eran los reencuentros y ahora se van a tener que retrasar otras dos semanas mínimo. Sin duda ha sido como un jarro de agua fría.
Fernando González:
No sé el motivo, pero cuando pienso en un jugador francés muchas veces, mi mente me coloca la imagen del gran Fabien Barthez. Un portero calvo, de estatura promedio, pero con gran resorte en las piernas que le permitía atajar balones imposibles. El Mundial de 1998 es el primero que recuerdo. También está presente en mi memoria la imagen de la mascota de la competencia, un estilo gallo. Una mezcla entre gallo y mi idea de pájaro carpintero francés .
La selección gala, es un combinado moderno, multicultural e interracial. Asímismo es una selección que irrumpió en el fútbol de forma reciente. En la historia de los primeros mundiales apenas se la recuerda. El de España 1982 fue un parteaguas para los galos. En 1998 lograron su primera conquista, al vencer a la favorita, Brasil. En la más reciente Copa Mundial de Rusia, se alzaron con el trofeo, venciendo a una selección que también derrotaron en el Mundial de Francia 98, a Croacia.
Por el escuadra gala han desfilado extraordinarios futbolistas, con una gran técnica, como Didier Deschamps, Just Fontaine, Laurent Blanc, Michel Platini, Zinedine Zidane, Thierry Henry, Claude Makélélé, Robert Pirès o Antoine Griezmann.
Mañana toca el turno de la Selección española de fútbol, un equipo que me enamoró desde la Eurocopa de 2008.
Me anda rondando una idea, es un poco locura. Pero quizá y me encamine a mi bella perla tapatía en los próximos días.
Oihane Irazu:
Hoy la noticia del día ha sido que no se puede salir del municipio en fase 1 en todo Euskadi. Mis aitites iban a Muxika a ver a mis primos, yo iba a ir a Santurtzi (o Mikel a Bilbao), para estar juntos después de tanto tiempo… y toda la ilusión para nada.
Me hago una pregunta: Gipuzkoa, Bizkaia y Álava son respectivamente las provincias más pequeñas de las 52 que componen el país. Y resulta que somos las únicas tres en las que no podemos movernos de nuestro municipio. Y Navarra, que tiene 10.000 kms. cuadrados (3.000 más que la CAV), sí puede. ¿Es algo coherente? No. No lo es. Y aunque el lunes pueda volver a las terrazas, me faltará Mikel para compartir risas y cervezas. Vaya jarro de agua fría. De verdad.
Alba Rodríguez:
Deusto. Poco que comentar hoy sobre lo que ha sucedido en este pequeño piso que se ha convertido en mi mundo los últimos dos meses. Un día tranquilo (o debería decir directamente aburrido) en el que ni siquiera he hablado demasiado con mis compañeras exceptuando a la hora de la cena + película, ritual ya de cada jornada de encierro. Lo único medianamente destacable, aparte de otra espectacular tormenta, es que he compuesto una canción. No creáis que es una maravilla o remotamente original porque seguramente habréis escuchado muchas sintonías similares, pero es la primera vez que completo de principio a fin una y estoy bastante orgullosa. Es algo ñoña y solo cuenta con cinco acordes, pero es ‘mi primer hijo’ y estoy feliz de siquiera haberla terminado. Falta ponerle título y estará lista. Lo que hace el aburrimiento…
Paula Soroeta:
Mi día de hoy ha consistido en seguir trabajando en los testimonios de las víctimas del Coronavirus y en leer qué medidas se llevarán a cabo en esta fase 1 en Euskadi. Aún no me creo que a partir del lunes ya pueda quedar con mis amigos en una terraza. Mi ama ya le ha dicho a mi amoña que a partir del lunes puedo ir sin problema a verle. ¡Qué contenta se ha puesto! Ya está pensando en el momento en el que vaya y veamos ‘Sálvame’ juntas, merendando Boca Bits. Un indispensable en nuestras tardes de prensa rosa.
Prudencia, es la palabra que más he escuchado hoy en el telediario (que por cierto es cómo se llama mi amoña). Las autoridades, los expertos, todos piden prudencia. Es cierto que este avance que muchas comunidades autónomas hemos dado es muy positivo. Sin embargo, no debemos relajarnos si no queremos volver atrás.
Javier Cuesta:
Otro día de lluvia. A mí me encanta pasar una tarde arropado en el sofá mientras cae un chaparrón fuera, pero ahora mismo, no. La bromita ya cansa. Eso de hacer todo el día bueno y llover al atardecer no puede ser casualidad. Algo hemos tenido que hacer para que Dios nos lo pague así. El chiste alcanza su máximo con el calor insufrible que está haciendo. Eso no puede ser casualidad, debe de ser algún plan ideado por el karma, porque si no, no lo entiendo. Menos mal que en Bilbao las terrazas están cubiertas, si no haber quien sale la semana que viene, que pronostican todo lluvia.
Pedro Ontoso:
Hoy he recibido una buena noticia. Me ha llamado mi sobrina Laura para anunciarme que está embarazada. Es madre de una guapísima nena de año y medio y ahora van a por la parejita. No ha sido fruto del ‘covidbaby boom’, ya lo habían decidido antes de la pandemia y está de tres meses. Hemos hecho muchas risas con todo eso. Que si los hijos del confinamiento, que si los ‘coronaboomers’… Nos hemos quedado con la generación del arcoíris, por la explosión de dibujos con esa figura en las ventanas y balcones.
Yo no creo que se produzca un revival demográfico por el drama que estamos sufriendo. Me temo que puede ocurrir lo contrario. El miedo a acudir a los hospitales y, sobre todo, la incertidumbre ante un futuro que se presenta incierto y precario desde la óptica de la economía van a frenar a muchas parejas. Y la verdad es que hay que ser valientes para traer un hijo al mundo en países como el nuestro donde se abren bares y restaurantes, pero se cierran escuelas y guarderías. El coronavirus ha hecho trizas la conciliación familiar, que ya era precaria antes. Yo no oigo hablar a los políticos de ese derecho, mientras la brecha de género en los hogares se agranda por momentos. Madres que atienden el ordenador y las llamadas de su trabajo, mientras sus hijos las reclaman porque necesitan su atención. Y así todo el día. Mi hija Elisabeth y su marido, Mikel, teletrabajan con un niño de cuatro años y una nena de once meses. No sé cómo mantienen el humor. Son fuertes, pero no como para sostener esta situación en el tiempo. Estas madres también son heroínas y no salimos a los balcones a aplaudirlas.
César Coca:
Pues parece que en vez de pasar a la fase 1 vamos a ir a la 0,75. Entiendo el malestar de tanta gente que había hecho sus planes. Esperemos que sea la única decepción, que dentro de tres o cuatro semanas no tengamos que volver a confinarnos con urgencia. Este sábado el tiempo ha jugado a favor, al menos por la tarde, para frenar a las multitudes.
Por lo demás, el día ha estado marcado por la actividad laboral. Hacía once fines de semana que no trabajaba y la última vez lo hice en las condiciones habituales, y no en esta situación de teletrabajo en la que ahora nos movemos. Que no importa mucho si tienes que escribir pero es un horror si tu tarea es gestionar. Pero no vale la pena lamentarse por aquello sobre lo que careces de capacidad de maniobra. Solo espero que cuando me toque trabajar la próxima vez hayamos recuperado una cierta normalidad. Ya me conformo con eso.