Diario de cuarentena: Viernes 24 de abril de 2020

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Pablo Ariza:

«En la barriada de Lagunetxea dejé una habitación medio vacía, pero con las suficientes cosas que hay que dejar cuando sabes que volverás. El virus paralizó la rutina de miles de millones de personas que de la noche a la mañana se vieron confinadas. Tras un mes y medio en Bilbao esperando, por aquello de la esperanza irracional, decidí volver a casa. En este recorrido, vi dos aeropuertos con aspecto fantasmagórico y a un señor que me dejó su maleta a escasos minutos de coger el avión, entre otras anécdotas.

Días de muchos nervios en casa desde el momento en el que di a ‘confirmar compra’ del vuelo VY 2611 para el miércoles, 22 de marzo, a las 18.55 horas. Mi preocupación era tal que me puse en contacto con la Ertzaintza y con la Policía Nacional para estar seguro de que mi situación no incumplía el Real Decreto que instauraba el estado de alarma. Tras un último vistazo a mi habitación, fui a la parada de taxis de mi barrio». Así comienza mi crónica de un viaje a casa en tiempos de pandemia en ‘RTP’: https://bit.ly/viaje-tiempos-pandemia

Karen Pinto:

Hoy es uno de esos días que olvidaré rápido, para la próxima semana ya ni siquiera me acordaré de esta jornada; nada especial. Mañana tengo que hacer compras y, para ser honesta, evito al máximo salir. No es que me moleste, sino que me da pereza porque no encuentro una motivación para hacerlo. Al contrario, incluso me parece inútil salir y ver el ambiente depresivo que destilan las calles y a las personas con miedos y mascarillas. Aunque si hay un aliciente para mi obligatorio desencierro, es caminar un poco, porque ya estoy empezando a preocuparme por mi peso. Cuando empezó la cuarentena, pensé: «No pienso hacer ejercicio, si no lo hacía antes, peor ahora». ¡Y zas! Aquí estoy, lamentando no tener una bici como Iván -el del chandal-, o unas pesas, o una colchoneta para hacer abdominales. Pero en este momento voy a comprar en Amazon algunos elementos para empezar con la tarea. Y con la firme esperanza de que lleguen antes de que se acabe la cuarentena o, por lo menos, antes de volver a Colombia. Hay dichos que son bastante simplones, incluso burdos, pero muchas veces explican con pocas palabras alguna situación: Nunca digas de ese agua no beberé.

¡Ah, por cierto! Irene ya me ha enviado su calendario de ejercicios porque vamos a empezar a ejercitarnos juntas mientras hacemos videollamada por Skype. Eso sí que tiene buena pinta.

Cirilo Dávila:

A finales del pasado mes de enero estuvimos con Victor Manuel. Al finalizar la entrevista coral que nos concedió al alumnado del Máster del Correo, me acerqué a él para la despedida y a media voz, sin reclinatorio, le hice una confesión: «Yo también me enamoré bailando con la canción ‘Solo pienso en ti’. Gracias por hacerlo posible».

Un regalo final para los oídos que recogió Víctor Manuel con esa mirada de hombre tierno, acordándose de Mari Luz y Antonio, protagonistas de la canción, de aquel amor que nunca resultó ser «un castigo del Señor». Mari Luz está bien de salud, me dijo entonces, pero Antonio sufre de Alzheimer. Tienen tres hijos y siguen en Úbeda, en la residencia donde les conoció. Y como compuso, «juntos de la mano, aún se les ve por el jardín».

Me he acordado de este encuentro, que me permitió pagar aquella deuda sentimental, porque hoy es el día en el que me he preguntado, como hizo Víctor Manuel, a dónde irán los besos que guardamos y que ahora, por culpa de la pandemia, no damos. Dónde se va ese abrazo si no llegas nunca a darlo.

Elsa Punset recomendaba ya hace años que los abrazos deben durar más de seis segundos para que tengan un impacto químico en el cerebro. «Un abrazo sincero ayuda a mejorar la salud física y mental», decía. Han pasado ya diez años desde que el movimiento ‘Free hugs’ regalase abrazos gratis para romper tanta desconfianza y prejuicio. Quién nos iba a decir que ahora casi los estaríamos suplicando.

Un beso, un abrazo. Afectos de los que ahora estamos privados. Y como dice la canción de Víctor Manuel, «dónde irán tantas cosas que juramos un verano, bailando con la orquesta prometimos no olvidarnos».

Berta Pontes:

Valladolid. La alegría e impaciencia han protagonizado el comienzo de mi día. Sigo investigando y escribiendo sobre la situación en Nicaragua y cómo su Gobierno no hace nada para frenar la expansión del coronavirus. Hoy, ‘El Correo’ publicaba otro reportaje mío sobre este tema, pero no ha salido en ‘El Norte de Castilla’, así que me he tenido que conformar con una foto de familiares que lo han comprado el Bilbao.

Una tormenta de las que me encanta ver en mi pueblo ha sacudido la tarde. Gotas gordas, de las que parece que tardan en caer, acompañadas de relámpagos y truenos. Ónix ha pasado una tarde horrible, con muchísimo miedo y metido en la ducha, su refugio en estas ocasiones. No tiene consuelo y nosotros solo nos limitamos a darle una pastilla que hace que sus nervios se calmen y pueda estar algo más tranquilo.

Gorka Seco:

Hoy he madrugado mucho más de lo normal. Me he despertado con esa sensación de cansancio que te exige de mala manera que vuelvas a dormirte, pero ya no he vuelto a encontrar el sueño. Por ningún lado. Estoy casi convencido que ha sido por los nervios que me generaba escuchar una nueva canción que estaba esperando. Ya anoche me costó dormirme un montón, seguramente por esa misma razón.

Tras haber escuchado el ansiado tema, he aguardado un rato largo en la cama. Una de esas pausas en las que uno se queda pensativo. Mirando el móvil, o a la nada. Así me lo imagino en mi cabeza, aunque quizá no haya sido así.

Durante el día no ha variado en exceso la rutina. Pero sí debo destacar la conversación nocturna con Pablo y Luis. Parece que la de ayer nos gustó, y hemos repetido. Eso sí, la de hoy ha sido un poco más improvisada.

Ana Gil:

¿No les pasa que salen a aplaudir por inercia? Yo siento que sí. Hoy lo comentábamos en el piso, ya no somos conscientes de por qué salimos. Se ha convertido en una rutina más. Todos los días son iguales. Las dos vecinas de enfrente, siempre vigilando el barrio, empiezan a las 19:58. Poco después, una de las cajeras del Eroski se arranca a bailar una sevillana en medio de la carretera. Desde mi cuarto piso vislumbro su cara de felicidad detrás de la mascarilla. Qué maravilla, es su momento. La canción de ‘Resistiré’ siempre acompaña de fondo. Un chico joven siempre se asomaba con cierta vergüenza a su terraza. Hace tres días que no aparece. Parece que se ha cansado. Estoy segura de que cualquier ausencia es percibida por los ojos curiosos del vecindario. Ya llevamos más de cuarenta días de aplausos. ¿Seguiremos hasta el último día de confinamiento? Hagan sus apuestas.

Pablo Sáenz:

Suena el teléfono en casa de mi vecina. Descuelga. Contesta. «¿Para qué te voy a contar mis dolores si ya los conoces?». Se despide y cuelga. Hoy, por raro que parezca, no hay nada más que contar.

Franklyn Amaya:

Un día más de confinamiento, lo he aprovechado para realizar una videollamada larga y tendida con mami y papi. Hemos platicado tantas cosas, entre estas me comentaban lo mucho que les hace falta escuchar las risas y los juegos de su nieta Linda Estefanía, a quien tienen varias semanas de no ver por el confinamiento, luego de acostumbrarse a estar con ella casi todos los días. Esto no ha sido nada fácil para ellos, pues desde que nació prácticamente se ha criado junto a ellos. Pobres, esta situación los ha golpeado muy duro.

Laura Tambo:

Después de cuarenta días sin pisar las acercas, hoy me he aventurado en una misión de lo más arriesgada. ¡Ir a hacer la compra al supermercado!. Y lo cuento con la misma energía, ilusión y miedo con el que lo he vivido. Si alguno despertase de un sueño largo y profundo, desconociera la situación a la que nos ha llevado el coronavirus y aterrizase en estas líneas del diario, diría que estoy loca. (Y tampoco se lo discutiría. Un poco estamos todos, y más a estas alturas del confinamiento). Pero tampoco se va a dar la circunstancia, a no ser que esto fuese una novela de ficción. En esas todo es posible. Pero lo que os venía contando. No sé si será la hipocondría que me rodea o la poca seriedad con la que se toma la gente las normas de seguridad, pero me he sentido como poco, en una película de terror. A ratos, me trasladaba a uno de los tantos juegos de la Nintendo DS, aquellos que dominaba a la perfección hace una década, donde la misión es esquivar al resto para pasar al siguiente nivel. Solo que aquí no hay vidas de repuesto.

Luis Ramirez:

La fecha de hoy me recordó a mis años universitarios. En la sede Rodrigo Facio de la Universidad de Costa Rica hay una plaza que se llama ‘24 de Abril’, en conmemoración de una de las más importantes luchas estudiantiles de mi país. No les voy a dar una clase de Historia en estos momentos. Lo lindo fue que logré pasearme por allí a la distancia transportado por los recuerdos. Cuando creía que dejarme crecer el cabello y no peinarlo era una buena idea. Cuando los amigos nos quedábamos a conversar tras una clase mientras los pericos de Ciencias Sociales hacían nido en el quinto piso. Cuando me sentaba debajo de algún árbol a leer una de las tantas antologías. Guardo con mucho cariño esa época de mi vida. Me reconforta traerla a mi memoria.

Iván Benito:

Víspera de fin de semana. ¿Nos sorprenderá con algo más el Gobierno o esta semana ya ha sido suficiente? Si de sus decisiones no dependieran tantas vidas, sería para reírse. Pocas capacidades de improvisación mejores se han visto antes. Al nivel de los participantes en batallas de gallos. Por Burgos ya hemos aprendido cuándo es momento de estar en la habitación y cuándo de juntarnos en el salón. Cada uno con nuestros momentos.

Los días cada vez se convierten más en un partido. Por muy bien que lo estés haciendo, sería inaudito no sufrir en algún instante, aunque acabes ganando. Me consta que hay gente que lo lleva peor. Seguiremos atacando, seguiremos aplaudiendo.

Irene Echazarreta:

Logroño. Mi padre siempre me ha parecido un hombre peculiar. Muy serio. Demasiado directo y sincero. También con ciertos toques irónicos de humor. Pero tierno a la vez. Siempre me sorprende con alguna contestación. Hace que me ría incluso cuando algo no tiene gracia. Él es así, curioso. Sabe acercarse a mí y buscar la manera que reaccione. Hoy ha tocado el tema culinario, sabe que es una de las cosas que más me gustan. De hecho, estoy aprovechando estos días para cocinar. Hoy ha tocado probar con una mermelada de kiwi, una preparación que nunca antes había visto –lo normal es encontrar una mermelada de melocotón, fresa, ciruela o manzana–. Se ha quedado mirando y, como es mi catador oficial, porque es el que más sabe de gastronomía, me ha sonreído y me ha dicho: «Ya sabes: en nuestra sección cocina tú lo preparas y yo lo pruebo y te doy el visto bueno». Así siempre. Buscando conseguir el aprobado del que más inmerso está en el mundo de la gastronomía.

Mikel Huerta:

Santurtzi. 24 de abril. Hoy cumplimos la cuarentena. Hay que ver cómo cambia la vida de un año para otro. Y eso que parece que vuelan. Hoy me ha recordado el móvil, maldito él, que hace 365 días, bueno 366 con esto del año ‘siniestro’, estaba viviendo uno de los mejores viajes de mi vida en una de las zonas más afectadas por el Covid19. Disfrutando con Oihane de esa Milán con las calles repletas, un Duomo abarrotado y un San Siro a reventar. Qué campo. Qué ambiente. A la altura de una semifinal de Copa italiana a la que pudimos asistir. Qué lejos queda ahora eso. Por lo menos ya hoy no ha habido ingresos en las UCIs vascas. Y Urkullu ha dicho que ya se está doblegando la famosa curva de contagios en Euskadi. Parece que ya empezamos a asomar la cabeza. Un día más, un día menos.

Fernando González:

Este viernes fue uno complicado. Las horas transcurrieron lentas. No los cansaré demasiado con mis lamentaciones de este día, mejor contar lo bueno.

Por la noche, reunión en el piso. Pizzas y empanadas para ver un poco de televisión. Terminamos la noche viendo los espectáculos de medio tiempo del Super Bowl. Si en algo son buenos los gringos es en el espectáculo y el entretenimiento. Qué forma de montar estos eventos en tan solo 30 minutos y que al parecer todo sale perfecto. Vimos desde Paul McCartney pasando por Katy Perry, Michael Jackson, Bruno Mars hasta Lady Gaga, Shakira y Jennifer López. Como dato curioso, ¿sabían que un anuncio de 30 segundos durante el partido cuesta alrededor de 5 millones de dólares? Una locura.

Oihane Irazu:

Ha sido un día horrible, para olvidar. Sin nada más que poder contar. Espero que todo vaya a mejor mañana.

Alba Rodríguez:

Deusto. Una de las cosas buenas que estoy sacando de toda esta situación es conocer mejor a mi compañera de piso Ana. Elena, mi otra compi, es una de mis mejores amigas y lo llevamos siendo desde hace casi cinco años, pero Ana entró en mi vida hace apenas ocho meses. Hoy, durante la cena, ha sido ella misma la que ha dicho que le agradece a la cuarentena poder pasar más tiempo con nosotras. Estudia Medicina y antes de todo esto solía vivir entre sus clases y estudiar, sin tener casi tiempo para sentarse con nosotras en el salón a ver una película o hablar. Nos ha contado cómo le solía decir a su madre que le daba pena no aprovechar y estar con nosotras por las exigencias de su carrera porque le caíamos muy bien.

Ahora la sesión de cine mientras cenamos es parte de nuestra rutina diaria. Hemos llegado al punto de que nos gastamos bromas y nos insultamos, que yo tengo claro es señal de que una amistad ha avanzado al siguiente nivel. Así que sí, la cuarentena también tiene su parte positiva, solo hay que saber encontrarla.

Paula Soroeta:

Hoy he hablado con mi amoña por teléfono, nunca he sido de hablar por teléfono, no me gusta nada la verdad, prefiero mil veces más los mensajes de Whatsapp. Pero hablar con ella siempre reconforta. Me ha dicho que ya está aburrida y cansada de todo esto y que me echa mucho de menos. Sin duda es una de las cosas que peor llevo del confinamiento, no ir a verle. Ya dije en uno de mis diarios que estaba pensando en ir. Vive a unos 25 minutos de mi casa andando, bastante cerca. Pero no sé por qué tengo miedo y dudas. No sé que hacer. Por una parte pienso, no pasa nada si voy y tomo las medias oportunas, pero por otra hay algo que me frena. Si esto dura mucho más estoy segura de que iré dentro de poco, aunque sea cinco minutos.

Javier Cuesta:

El día se me ha pasado volando. Por la mañana me ha tocado ir a la compra, cosa que agradezco a Dios cada vez que me toca. Tras volver del supermercado me he puesto con los trabajos que tenía pendientes, que no era pocos. Parando solo para comer me he tirado todo el día trabajando en ellos. Por suerte para mí, para el artículo sobre el Grupo Euskaltel que tenemos que hacer para la clase de Economía, he contado con la ayuda de mi madre y mi hermano, profesionales en ello. En definitiva, el día ha sido, sin duda, más que productivo.

Pedro Ontoso:

Hoy me he metido una sobredosis de series y he visto de un tirón ‘La línea invisible’, del director Mariano Barroso. Son seis capítulos sobre las dos primeras víctimas de ETA, el guardia civil Pardines y el comisario Manzanas, y sobre el primer asesino y mártir de la organización, Txabi Etxebarrieta. Es una recreación ficticia de aquellos trágicos episodios, pero muy pegada a los hechos reales. Yo creo que el resultado es bueno. Hay un gran esfuerzo de producción y los intérpretes trabajan muy bien.

En el primer episodio surgen algunos temores pues representa a los militantes de ETA como personas de carne y hueso, los humaniza, pero enseguida desaparecen los miedos. Hay que ver todos los capítulos, hasta el final, para tener una visión de conjunto. Ni se difama a un patriota vasco ni se justifica a un torturador. No existe un blanqueo de aquella primera ETA, protagonizada por unos jóvenes que estaban siendo manipulados por otros intereses. Se mantiene la tensión y la historia es creíble.

Es un periodo que yo estoy investigando desde hace tiempo. El segundo libro que estoy escribiendo ahora se centra, precisamente, en esos años sesenta, que es cuando ETA cruza la línea roja y empieza a matar. Aquellos primeros etarras venían de ambientes cristianos y les daba vergüenza matar. Fueron cayendo poco a poco hasta que fueron juzgados en el famoso Proceso de Burgos. La serie de Barroso termina con el asesinato del inspector Manzanas, conocido torturador. Ahí es donde empieza mi nuevo libro.Y estoy consiguiendo datos interesantes. Os lo iré contando.

César Coca:

Mucha gente empieza a pensar ya en qué hará cuando vuelva la normalidad. La real, no la que se anuncia para el 11 de mayo. La normalidad de volver a la calle con todas sus consecuencias, de poder viajar, ir a conciertos y al cine, comer en restaurantes y tomar cañas en los bares y las terrazas. ¿Mis sueños más allá de pisar las calles de Bilbao nuevamente, que diría Milanés? Pues tomar un Aperol Spritz en la Piazza del Campo de Siena, o un Tartufo en la Piazza Navona de Roma, buscar sin prisas libros o tarjetas postales en los puestos de los buquinistas del Sena en París, subir en el elevador de Santa Justa de Lisboa, cruzar lentamente la plaza Roja, beber una jarra de cerveza en la Augustiner de Múnich, sentarme a contemplar la explanada de las Mezquitas de Estambul, esperar a que den la hora ante el reloj astronómico de Praga y dar un tranquilo paseo, como hago todos los años, por una playa del Mediterráneo.

Artículo del Diario de cuarentena publicado por los alumnos del Máster de Periodismo 2019-2020 y sus profesores de Producción Informativa.