Desde hace 14 años este grupo de latinoamericanos realiza el “Pase del Niño”, una celebración típica de sus países

Más de cincuenta personas llegan cantando y en romería hasta el atrio de la iglesia de la parroquia San Luis Beltrán, ubicada en el barrio bilbaíno de Iralabarri. Delante va un niño de unos ocho años con una estrella plateada de cartón; detrás de él, están José, María, los Tres Reyes y dos Ángeles. Les acompaña un grupo de baile folklórico que lleva una bandera ecuatoriana y las demás personas que han decido unirse al Pase del Niño, una costumbre latina que recuerda el nacimiento de Jesús.

A pesar del frío, este grupo de ecuatorianos y bolivianos se han vestido, con trajes típicos de sus países para celebrar las Navidades por adelantado y en familia. Lo hacen cada tercer domingo de diciembre, desde hace 14 años. El objetivo es compartir, celebrar el nacimiento de Jesús y mantener las tradiciones. Aunque el colorido de la romería no es comparable con la de sus países, intentan recrear la escena del nacimiento de Jesús con las cosas que tienen a su alcance: atuendos de colores brillantes, joyas, trajes de pastores y su música.

Isabel Barro es ecuatoriana, pero desde hace 17 años vive en Bilbao. Hoy, ha dejado su trabajo de niñera para bailar junto a su grupo de danza Causanacunchic, cuya traducción al castellano significa “estamos vivos”. Su cabello está perfectamente trenzado y no deja de sonreír. “Estoy feliz de compartir y bailar mi música con mis compatriotas. Mantener estas tradiciones nos permiten acercarnos un poquito a nuestra tierra en estas fechas que resultan tristes”, asegura.

Isabel es una de los 8.393 ecuatorianos que viven en el Ecuador según el Observatorio Vasco de Inmigración. Abandonó su país pero no sus tradiciones. Por ello aprovecha cada fecha especial para bailar o cocinar platos típicos de su provincia. La Navidad es una ocasión indicada para hacerlo. “Esta ocasión fue especial y nos vestimos con nuestros mejores trajes que fueron enviados desde el Ecuador. No hay nada mejor que celebrar el nacimiento de Jesús con nuestras tradiciones, enseñar a nuestros hijos a quererlas y valorarlas”.

El Pase del Niño continúa con la presentación del grupo de danza ecuatoriana. La gente que los acompaña los filma con el móvil, quieren capturar el baile para compartirlo con la familia que dejaron en sus países. Están atentos para congelar imágenes. Graban la misa latina, al coro boliviano integrado por más de 15 personas que hoy cantan villancicos y se toman selfies.

Las tradiciones no mueren

Víctor Vargas un boliviano, menudo de 40 años de edad, casado y con dos hijas, que tienen doble nacionalidad. Su voz aún mantiene una entonación que aprendió en su país y que ya no se percibe en sus hijas. “Ellas nacieron aquí, tienen muchas tradiciones vascas, pero trato de que se mantengan las de mi país. Visitaron Bolivia dos veces, aunque no conocen muchos lugares de allá. En mi casa siempre están presentes nuestra comida, las historias y nuestra música. Las tradiciones bolivianas no mueren. Por eso nunca nos perdemos el Pase del Niño, porque pueden conocer su historia”, dice Víctor mientras sus hijas guardan un sombrero boliviano.

La celebración no termina. La comida no puede faltar. Cada familia ha traído algo para compartir. En una mesa larga se han colocado buñuelos dulces, empanadas de carne, roscones y chocolate. Ningún latinoamericano llega a una fiesta con las manos vacías, ni sale vacío de ellas.

Hoy la iglesia San Luis Beltrán huele a comida Boliviana y Ecuatoriana, por todo el lugar se escucha su música. Este grupo de latinoamericanos se ha unido para recordar sus tradiciones. Varios de ellos no llevan el mismo apellido, se han visto pocas veces, pero hoy celebran la Navidad por adelantado y en familia.

Esta noticia ha sido publicada por el alumno Karla Crespo Jiménez, como parte de los ejercicios del Máster de periodismo 2017-2018

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