España ha alcanzado  en febrero los cuatro millones de desempleados. A nivel mundial la caída del PIB es de un 4,4%. En esta situación las 18 principales farmacéuticas del mundo han pasado de un beneficio neto de 89.300 millones de dólares en 2019 a los 134.000 de 2020. Se espera que en 2021, el año de la vacunación global, sus beneficios superen los 150.000 millones. La farmaceutica más enriqueriza en esta situación pandémica en la estadounidense Johnson &Johnson, con 18.000 milllones de beneficio, un 35% más que en 2019. Hay que diferenciar farmaceúticas de empresas de vacunas. El primer grupo está compuesto por laboratorios como Pfizer o AstraZeneca, mientras que el segundo lo conforman empresas como Moderna, Curevac o BioNtech. Las primeras son las que casi han duplicado sus beneficios mientras que las segundas han sufrido pérdidas a pesar de los ingresos experimentados en 2020. Esto se debe principalmente a dos razones: la primera, que una parte importante de la inversión  la realiza la propia empresa de vacunas mientras que la farmaceútica la compra para comercializarla; y la segunda, que los grandes laboratorios obtienen beneficios no solo de la venta de vacunas, sino de la comercialización de material sanitario de todo tipo.

 

Los ingresos que experimentaron  las farmaceúticas -que no las empresas de vacunas-   en 2020 provienen sobretodo de venta de material sanitario y de prevención, como por ejemplo gel hidroalcohólico. Pfizer es la única farmaceútica que experimentó ingresos en 2020 procedentes de la vacuna, al ser la primera en comercializarla y llegar a contratos millonarios con diferentes gobiernos. En el cuarto trimestre de 2020 se generaron 154.000 millones de dólares (no confundir con ingresos, ya que hay que descontar los gastos) a razón de la venta de la vacuna.

 

Todo gran ingreso proviene de una previa inversión. En este caso se han tenido que desembolsar altas cantidades de dinero para obtener vacunas en menos de seis meses desde la aparición del Covid-19. La industria europea de la salud invirtió 45.300 millones de euros en 2019, un 3,8% más que el año anterior, y fue la segunda industria por detrás de la automoción. En EEUU, la inversión alcanzó los 82.600 millones de euros, un 9,3% más que en 2018; y China movilizó 4.700 millones de euros, que supuso un incremento del 57% sobre el año anterior. No parecen incrementos porcentuales notables pero se debe tener en cuenta que invertir un porcentaje mínimo de estas cantidades es mucho dinero. Estas inversiones rara vez las han realizado las propias empresas de forma total.

 

La vacuna de Johnson &Johnson (800 millones) o la de Moderna (560 millones) han recibido el total del monto de inversión por parte de los gobiernos de sus respectivos países. La de Oxford-AstraZeneca (2.200 millones) ha optado por un método mixto que conbina dinero gubernamental y donaciones privadas. En el caso de Pfizer, la investigación la ha sufragado totalmente la empresa sin ayuda ninguna del gobierno estadounidense. BioNtech, socia de Pfizer,  en cambio, ha recibido 375 millones de euros del gobierno alemán. Los 4.700 millones de inversión chinos  son totalmente públicos. España ha entregado más de 30 millones de euros a empresas investigadoras. La inversión la ha recibido en su inmensa mayoría el Instituto de salud de la Universidad Carlos III ( 25,2 millones ), el beneficiario del restante es el Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Veinte vacunas se encuentran en fase preclínica – aún no han inoculado la dosis a seres humanos –  y de momento ninguna está lista para comercializarse.

 

Otra de las fuentes de ingreso de estas empresas farmaceúticas son las patentes. Cada productor de vacunas debe pagar una cantidad por utilizar la «fórmula» desarrollada por la empresa en cuestión. El tema ha suscitado un encendido debate entre países productores y no productores. India y Sudafrica han encabezado un llamamiento público que defiende eliminar las patentes de vacunas Covid con el objeto de abaratar la producción. Considera que una circunstancia tan excepcional como la actual justifica esta medida. El presidente de la OMS, así como el coordinador de vacunación de UNICEF, han apoyado la iniciativa planteada por estos países. Por otro lado, los estados más ricos rechazan la idea y dejan claro que sin patentes no hay inversión privada.  

 

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