La gran diferencia entre el 2020 y el 2021 respecto a la situación de la pandemia es la aparición de las vacunas. En solo un año se ha logrado encontrar lo que parece ser la solución a la pandemia. Un proceso que suele durar alrededor de 10 años. Sin embargo, durante este último año, miles de científicos han trabajado a contrarreloj en busca de la cura. Una inversión millonaria tanto en dinero como en esfuerzo por parte de los profesionales por encontrar el remedio. De hecho, hay biólogos como Juan Ignacio Pérez Iglesias, catedrático de Fisiología en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), como «la mayor proeza científica en la historia».

 

Desde que el 31 de diciembre se conociera la existencia del virus, el mundo científico se involucró al cien por cien para encontrar una cura. Un par de semanas más tarde ya se conocía cuál era la secuencia genética del virus. Para principios del verano, las vacunas de Moderna (USA) y Pfizer BioNtech (USA y Alemania) empezaron con sus ensayos de eficacia. A finales de año ya se empezaron a inocular vacunas a personas. Margaret Keenan, británica de 90 años, fue la primera persona en el mundo en recibir la primera de las dosis de Pfizer BioNtech el 8 de diciembre de 2020. Dos semanas más tarde, Araceli Rosario, de 96 años, se convirtió en la primera en ser vacunada en España.

 

Una vacuna que cuenta con una nueva tecnología: el ARN mensajero o ARNm.Harold Enzmann, miembro del Comité de Medicamentos de Uso Humano de la EMA (Agencia Europea de Medicamentos), explica así el proceso: «el ARN mensajero tiene instrucciones para producir la proteína del pico, necesaria para que el virus entre en las células del cuerpo. Cuando a una persona se le administra la vacuna, algunas de sus células ‘leen’ las instrucciones del ARNm y, temporalmente, produce la proteína del pico».  Es decir, el sistema inmunitario reconoce esa alteración como algo de riesgo y produce anticuerpos para intentar eliminarlo. Así, cuando el paciente inoculado esté en contacto con el virus su organismo será capaz de reconocerlo y su sistema estará listo para poderlo combatir. La parte negativa de estas vacunas es que no son para siempre, sino que desaparecen del cuerpo al tiempo de la vacunación.

 

Sin embargo, en este tiempo ha habido tiempo de crear otras alternativas a las vacunas de Moderna y Pfizer BioNtech. AstraZeneca ha sido la otra que se ha empezado a utilizar para inmunizar a la población, aunque debida a su dureza no se puede emplear en todos los grupos de edad. En este caso, el preparado de AstraZeneca sí que contiene un virus, lo que la hace más agresiva que las que contienen ARNm. De hecho, algunos países como Islandia, Dinamarca o Noruega la han suspendido por los efectos secundarios que aparecen tras su inoculación. La última en ser aceptada ha sido la de Janssen (Johnson & Jonhson) quien guarda similitudes con la vacuna de AstraZeneca.

 

Por el momento, estas han sido las cuatro vacunas que han aceptado la Unión Europea. Durante el último año, y teniendo en cuenta el costoso desarrollo de la vacuna, la UE decidió elaborar una estrategia en la forjaba acuerdos con los productores para agilizar el proceso y, una vez fueran seguras y eficaces, distribuirla a todos los estados miembros por igual y al mismo tiempo. Una estrategia en la que participaban veintisiete países de la Unión Europea, pero la cual parece empezar a resquebrajarse. La tardanza en la llegada de muchas vacunas y la lentitud en los procesos de inmunización han hecho que algunos países miembros como Hungría, Austria o Dinamarca busquen alternativas en vacunas fuera de las aceptadas por la Unión Europea como pueden ser la Sinopharm china o la Sputnik V, de origen ruso.

 

Después de la tragedia que ha dejado el virus a su paso durante el último año, los países han buscado acelerar los procesos de vacunación teniendo en cuenta que esta es la solución para controlar la expansión de la pandemia. Hasta el momento, España ha distribuido más de 6.5 millones de vacunas, de las cuales ya ha administrado cerca de dos millones. Es decir, a nivel nacional, aproximadamente un millón y medio de personas han recibido la dosis o las dosis para ser inmune al virus.

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